lunes, 13 de abril de 2020

DESPUÉS DEL COVID-19 EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

"En la política, nada sucede por accidente. 
Si sucede, usted puede apostar que así se planeó”
Franklin Delano

“Obama entendía que Estados Unidos, 
debido a su poder, tenía una responsabilidad global. 
Para Trump no hay tales responsabilidades,
todos son derechos. Mientras las demás naciones deben cumplir sus requerimientos,
USA no tiene compromisos con nadie”
Peter Beinart.



Podemos decir  que, mayoritariamente, el pensamiento occidental en términos de las Relaciones Internacionales, está dominado por el criterio de que la situación mundial es el resultado de un diseño y de una planificación. Al respecto Matt Ridley lo describe gráficamente: “Existe un gran mito dominante en el mundo, un gran error que todos cometemos, un lado oscuro, y es que todos creemos que el mundo es un lugar más planificado de lo que en realidad es”.
En tiempos de cambios al nivel de catástrofes tectónicas, en la situación geopolítica mundial como lo que se están viviendo, tanto profesionales especializados, académicos y analistas, tratan de identificar referencias para analizar el nuevo contexto internacional de distribución del poder y diseñar posibles líneas de acción para actuar en un ambiente tan fluido.

Normalmente, en ese proceso se opta por utilizar como referencia el concepto de Orden Mundial, algo así como una visión de la conducta entre los centros de poder mundial, de manera que resulte algo cómo un manual de procedimientos, empleándose la geopolítica como método para el consiguiente análisis
La denominación Orden Mundial se asocia, narrativamente, con la idea de Paz, pero la historia muestra que los Órdenes sólo excepcionalmente, se han constituido sobre pilares como la justicia o la Paz. Los ejemplos históricos de Órdenes impuestos por los vencedores de guerras son abundantes y sólo unos pocos, si se identifican como tales, lo han sido mediante el entendimiento y la cooperación. En este sentido los conflictos entre Grandes Potencias generaron, en los dos siglos anteriores, cambios significativos en lo que podemos denominar Ordenes Mundiales. La emergencia de los Órdenes de Viena, Berlín, París, Versalles y Yalta, eran consecuencia de las guerras napoleónicas, la franco-prusiana, la de Crimea y de las dos Guerras Mundiales. Como apunta Nassim Taleb “La historia y las sociedades no se arrastran. Saltan. Van de fractura en fractura, con unas pocas vibraciones entre ellas."

La existencia de actores con diferentes intereses en un determinado contexto geopolítico, lleva a la competición o a la colaboración de las potencias mediante el establecimiento de ciertos acuerdos que toman la forma de usos o reglas, con el fin de que prevalezca la colaboración. Es aquí cuando el concepto de Orden Mundial se configura como un mecanismo, ampliamente aceptado, de relación entre estados teniendo en cuenta poder y legitimidad. Asumiendo el sentido metafórico del término y partiendo de la premisa de que “un verdadero Orden Mundial nunca ha existido”. El consenso sobre la legitimidad de las reglas en vigor que, ni en el presente o en el pasado, ha evitado competiciones o confrontaciones, pero ayuda a conseguir la estabilidad si se efectúan ajustes dentro del orden existente en vez de retarlo. El equilibrio de fuerzas por sí mismo, no asegura la paz pero se concibe e invoca, pudiendo limitar el alcance y la frecuencia de problemas de importancia.

El debate en los think-tanks o institutos de análisis de todo el mundo no es prioridad en este momento, sino, sobre quién acumulará el liderazgo del mundo posterior al virus, China o Estados Unidos.  Los conflictos son consecuencia de la naturaleza compleja del Orden. Así, el Orden Mundial puede considerarse como un mecanismo para modular la “anarquía” internacional en unas circunstancias determinadas. Lo que podía considerarse la “estructura” de un Orden Mundial es tanto normativa como material pero en opinión de Charles Hill, la naturaleza del sistema debe no ser dogmática e irreversible. Lo asemeja a un sistema abierto, reconociendo un grado de entropía variable y permanente dado el ejercicio interesado del poder.
Esto se traduce en la adhesión de la conducta de los actores a un mínimo número de principios y procedimientos, que haría posible, para estados e instituciones internacionales, la práctica de relaciones pacíficas, aunque pudiesen tener grandes diferencias, incluso antagónicas, en valores y objetivos. Esta situación es a lo que metafóricamente se viene aludiendo como Comunidad Internacional, aunque el concepto se percibe con vocación de permanencia, no se debe caer en la tentación de creer que nuestro mundo es resultado de la planificación, confundiendo causas con efectos. Normalmente se describe el mundo como un ámbito que estuviese a cargo de personas e instituciones, cuando no es así, porque las personas cambian y las instituciones decaen o mutan.
La conveniencia, o intereses de los actores, que es el factor que conforma el aspecto normativo de un Nuevo Orden, se acopla a la existencia de la condición de equilibrio de poder o decae por su ausencia. Este equilibrio no es posible sin el ejercicio de la capacidad de influencia por las partes, en forma de poder de disuasión mediante la demostración volitiva del empleo de las capacidades materiales o de la aplicación directa de ese poder por parte de los actores, en sus aspectos diplomático, económico, militar o informativo, son imprescindibles para la conformación del Orden.

Históricamente, las transiciones de cambio de Orden Mundial han sido mayoritariamente traumáticas, consecuencias de guerras tales como, en el ámbito europeo, la Paz de Westfalia, el Concierto de Viena o la Carta del Atlántico, aunque existen ejemplos, algunos recientes como en la situación de la Posguerra Fría en que los conflictos se mantuvieron localizados y se impuso la hegemonía estadounidense. Teóricamente, el cambio de Orden Mundial implica el de sus elementos componentes: el conjunto de reglas y la taxonomía del equilibrio de poder, acción que constituye un problema de alta complejidad en el que la identificación y concienciación del cambio es uno de los elementos básicos para detectarlos.

 La Historia muestra que los Órdenes son configurados por las Grandes Potencias y adoptados por estados menos poderosos, porque las normas o los usos no son ajenos al ejercicio del poder, dado que pueden imponerse. Cuando emergen nuevas Potencias, o a las ya existentes no les satisface el Orden vigente, tratarán de imponer principios diferentes a los existentes que apoyen sus intereses.


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