viernes, 28 de septiembre de 2018

LOCURA A DOS

"Tengo una pregunta que a veces me tortura: 
estoy loco yo o los locos son los demás"

 Albert Einstein


Existen cuadros psiquiátricos muy raros y muy curiosos y, entre ellos por ejemplo, el trastorno psicótico compartido, conocido como 'locura a dos'. Un paciente recibe este diagnóstico cuando desarrolla síntomas psicóticos durante una relación prolongada con otra persona que presentaba síntomas similares antes de que se iniciasen los del paciente. Suele existir en estos casos una persona dominante, el inductor o paciente primario, y la persona sumisa, que es el paciente con el trastorno psicótico compartido. 

La persona dominante desarrolla un sistema delirante que impone progresivamente a la otra persona, que suele ser más joven y más pasiva. Casi siempre se trata de miembros de la misma familia y el inductor suele padecer esquizofrenia y en un 25 por ciento de los casos la persona sumisa suele tener incapacidades físicas o déficits intelectivos que incrementan su dependencia.

Si este cuadro extraño, existen otros que no lo son menos, como la psicosis heautoscópica, cuyo síntoma característico es una alucinación visual de parte del cuerpo de la propia persona, o del cuerpo entero. La percepción alucinatoria suele ser incolora y transparente y se percibe como si apareciera a través de un espejo, ya que la aparición imita los movimientos de la persona.

Y si de cuadros raros hablamos, tampoco se queda atrás el denominado síndrome de Capgras. El síntoma característico es el delirio de que otras personas, normalmente muy cercanas al paciente (hermano, padre, cónyuge), han sido reemplazados por dobles exactos y son, por consiguiente, impostores, de manera que el enfermo no reconoce a la persona que se dispone a compartir lecho con él, por ejemplo, y lo expulsa del dormitorio, si hace falta con violencia, o recurre a denunciarlo a la policía.

Por último, en el síndrome de Cotard aparece un trastorno delirante nihilista y los pacientes se quejan de haber perdido no sólo posesiones o fuerza sino también su corazón, sangre e intestinos, de tal forma que el mundo que les rodea se ha convertido en nada.



lunes, 17 de septiembre de 2018

EL PRÉSTAMO

“Vale más ser completamente engañado que desengañado.”

 William Shakespeare

Antes de hablar del préstamo, en  primer lugar habría que hablar de la cosa prestada. ¿Se presta poder? claro! La cantidad de poder es variable. Por eso hay democracias absolutas como la de la primera hora de la revolución francesa; y democracias templadas como la suiza ginebrina, dependerá de que se presten todos los poderes, o sólo unos pocos, más o menos restringidos. Esto es interesante porque matiza mucho entre clases y clases de democracia, las diferencias que provoca el instrumento transmisor del poder. Por ejemplo… si se ha de prestar una cantidad de dinero, da lo mismo que se haya de hacer el préstamo en una u otra divisa, con tal de que se mantenga la igualdad en el cambio monetario. Pero bien sabemos todos que no es así. Que no es igual prestar o devolver en España un millón de marcos que setenta millones de pesetas, aunque sean un valor equivalente al cambio. Lo mismo pasa con el orden democrático.
En una democracia se pacta un préstamo de poder entre un prestador y un prestatario. Pero ¿en qué moneda? Pues bien, diría que en nuestro tiempo el poder democrático se presta en tres monedas, llamadas votos, confianzas y mayorías. Basta oír a cualquier líder demócrata justificar su poder, para deducir que siempre alega lo mismo: “Puedo hacer y hago dicen siempre porque tengo tantos millones de votos, porque tengo la confianza de la Cámara, porque tengo la mayoría de los delegados…”





DELICIOSA GOLOSINA SON LOS VOTOS

“¿Quién de entre vosotros, sabiendo y dándose cuenta  de que el poder es malo,
estaría dispuesto a renunciar al poder?”

Friedrich Nietzsche

No hay manjar más exquisito para el político demócrata.
Es democracia, decía Vicente Risco, el “derecho de escoger por medio del voto a los que hayan de gobernar" (Risco 1930:168). Las más sencillas definiciones de la democracia tienen en el voto su humilde ombligo. Y también las más alambicadas. La democracia dijo un ideólogo francés; “es un terminus technicus de la ciencia política... que se define, incompleta pero útilmente, como un sistema político en el cual varios grupos (partidos) se disputan el poder compitiendo por los votos” (Barets 1961:83). Democracias idolátricas del voto lo son todas. Lo aprecia uno mejor cuando ha tenido la experiencia de formar parte de una comisión redactora de un proyecto constitucional o estatutario, y ha podido advertir en su seno que la magna quaestio no está en otro sitio que en la regulación del sistema electoral del cuerpo social de que se trate. Discutiendo otros tópicos, todas las ideologías ceden sus principios, pactan sus intereses, consensúan su dogmas... Pero en llegando al capítulo electoral no se cede un paso a ningún precio. Para todo demócrata es bueno lo que permite recaudar votos. Es malo lo que espanta los votos. Y lo que no tiene relación con los votos, o es indiferente, o simplemente no es.




domingo, 16 de septiembre de 2018

UNA EXPORTACIÓN DE VERGÜENZA

“Ellos no traen armas ni las conocen, 
porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban, 
por ignorancia”

Cristóbal Colón, expresa su visión sobre los indígenas
 de la isla de San Salvador al poner pie en tierra.


Los onas estaban constituidos por dos grupos: los sélk'nam que habitaban el sector norte y central de la isla de Tierra del Fuego y los Haush, localizados en el extremo sureste
Con la venia del Estado chileno, en 1889 (bajo la presidencia de Domingo Santa María) once selk’nam -entre ellos un niño de 8 años- fueron llevados a Europa para ser exhibidos y tratados como animales. Los indígenas patagónicos eran una rareza. Así los trataron. Así murieron.

A veces les prometían aventuras, y otras, simplemente, se los llevaban sin prometer demasiado. Desde las frías costas magallánicas, los galeones zarparon a principios del siglo XIX rumbo al Viejo Mundo, con una carga bastante codiciada: decenas de aborígenes para exhibir en parques, ferias y museos. En nombre de la ciencia y del progreso, los envíos contaban con la autorización del Estado de Chile.

En la foto, el empresario Maurice Maitre junto
a un grupo selk'nam en la Exposición Universal
 de París del año 1889.


Esa fue la suerte que corrieron, entre 1878 y 1900, tres grupos de nativos pertenecientes a las etnias Tehuelche, Kawésqar y Selk’nam. Fotografiados, medidos y obligados a actuar en público, muchos de ellos no lograron volver a la tierra de la que fueron arrancados.
La idea era potenciar el fenómeno del zoológico, una mina de oro a fines del siglo XVIII. Patentando su invento como “Zoológicos Humanos”, el empresario alemán Carl Hagenbeck aprovechó sus contactos con el mundo científico y se dedicó a reclutar aborígenes. Entre ellos, un grupo de Tehuelches. Capturado en 1879, el grupo patagón fue el primero en llegar a Europa. Interesados por los comentarios de Darwin, quien en la década del 30 describió a los fueguinos como seres “abyectos y miserables”, los científicos no escondieron su interés por averiguar si eran o no el eslabón perdido entre el ser humano y el simio.


Sólo debían actuar de “ellos mismos”. Pero de acuerdo al imaginario de lo salvaje, todos los aborígenes chilenos fueron provistos de arcos, flechas, pipas y plumas. El público, que pagaba para verlos cantar, tocar instrumentos o hacer rituales, también les arrojaría carne cruda, creyendo que se trataba de caníbales.Producto del sarampión o de la viruela, muchos murieron en el camino.


Las fuentes también constatan el abuso de varias mujeres por parte de los guardias, de quienes contrajeron enfermedades venéreas. Luego de ser exhibidos en jaulas en Hamburgo, Berlíny Dresde, el grupo de tehuelches retornó tres meses después a tierra chilena. Aparte del trauma, no sufrieron mayores daños físicos. Los que siguieron, sin embargo, no tuvieron la misma suerte. Con ocasión de los 100 años de la “igualdad, libertad y fraternidad”, la Exposición Universal de París (1889) tuvo entre sus atracciones una flamante Torre Eiffel y una “Aldea Negra”, compuesta por 400 nativos. Once selk’nam fueron capturados por el ballenero belga Maurice Maîtrepara para participar en la muestra, pero sólo nueve sobrevivieron la travesía. Una mujer embarazada y un niño llamado Calafate figuran entre los secuestrados.