domingo, 16 de septiembre de 2018

UNA EXPORTACIÓN DE VERGÜENZA

“Ellos no traen armas ni las conocen, 
porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban, 
por ignorancia”

Cristóbal Colón, expresa su visión sobre los indígenas
 de la isla de San Salvador al poner pie en tierra.


Los onas estaban constituidos por dos grupos: los sélk'nam que habitaban el sector norte y central de la isla de Tierra del Fuego y los Haush, localizados en el extremo sureste
Con la venia del Estado chileno, en 1889 (bajo la presidencia de Domingo Santa María) once selk’nam -entre ellos un niño de 8 años- fueron llevados a Europa para ser exhibidos y tratados como animales. Los indígenas patagónicos eran una rareza. Así los trataron. Así murieron.

A veces les prometían aventuras, y otras, simplemente, se los llevaban sin prometer demasiado. Desde las frías costas magallánicas, los galeones zarparon a principios del siglo XIX rumbo al Viejo Mundo, con una carga bastante codiciada: decenas de aborígenes para exhibir en parques, ferias y museos. En nombre de la ciencia y del progreso, los envíos contaban con la autorización del Estado de Chile.

En la foto, el empresario Maurice Maitre junto
a un grupo selk'nam en la Exposición Universal
 de París del año 1889.


Esa fue la suerte que corrieron, entre 1878 y 1900, tres grupos de nativos pertenecientes a las etnias Tehuelche, Kawésqar y Selk’nam. Fotografiados, medidos y obligados a actuar en público, muchos de ellos no lograron volver a la tierra de la que fueron arrancados.
La idea era potenciar el fenómeno del zoológico, una mina de oro a fines del siglo XVIII. Patentando su invento como “Zoológicos Humanos”, el empresario alemán Carl Hagenbeck aprovechó sus contactos con el mundo científico y se dedicó a reclutar aborígenes. Entre ellos, un grupo de Tehuelches. Capturado en 1879, el grupo patagón fue el primero en llegar a Europa. Interesados por los comentarios de Darwin, quien en la década del 30 describió a los fueguinos como seres “abyectos y miserables”, los científicos no escondieron su interés por averiguar si eran o no el eslabón perdido entre el ser humano y el simio.


Sólo debían actuar de “ellos mismos”. Pero de acuerdo al imaginario de lo salvaje, todos los aborígenes chilenos fueron provistos de arcos, flechas, pipas y plumas. El público, que pagaba para verlos cantar, tocar instrumentos o hacer rituales, también les arrojaría carne cruda, creyendo que se trataba de caníbales.Producto del sarampión o de la viruela, muchos murieron en el camino.


Las fuentes también constatan el abuso de varias mujeres por parte de los guardias, de quienes contrajeron enfermedades venéreas. Luego de ser exhibidos en jaulas en Hamburgo, Berlíny Dresde, el grupo de tehuelches retornó tres meses después a tierra chilena. Aparte del trauma, no sufrieron mayores daños físicos. Los que siguieron, sin embargo, no tuvieron la misma suerte. Con ocasión de los 100 años de la “igualdad, libertad y fraternidad”, la Exposición Universal de París (1889) tuvo entre sus atracciones una flamante Torre Eiffel y una “Aldea Negra”, compuesta por 400 nativos. Once selk’nam fueron capturados por el ballenero belga Maurice Maîtrepara para participar en la muestra, pero sólo nueve sobrevivieron la travesía. Una mujer embarazada y un niño llamado Calafate figuran entre los secuestrados.



1 comentario:

  1. ¿ Zoológicos humanos ?

    ¡ Vergonzosa aberración de una Feria Universal con seres humanos , más aún, en el país en que se promovieron los valores universales de igualdad, libertad y fraternidad ...
    Los zoológicos
    causan daño cuando, seres son sacados de su entorno natural y propio para ser exhibidos como
    " curiosidades" para el deleite de otros ...
    ¡¡Inconmensurable el dolor inflingido y las funestas consecuencias finales ...

    ... ¡ Y aún existen zoológicos, de animales !!

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