“Ellos no traen armas ni las conocen,
porque les mostré espadas y
las tomaban por el filo y se cortaban,
por ignorancia”
Cristóbal Colón, expresa su visión sobre los indígenas
de la isla de San
Salvador al poner pie en tierra.
Los onas estaban constituidos por dos grupos: los sélk'nam que habitaban el sector norte y central de la isla de Tierra del Fuego y los Haush, localizados en el extremo sureste
Con la venia del Estado chileno, en 1889 (bajo la presidencia de Domingo
Santa María) once selk’nam -entre ellos un niño de 8 años- fueron llevados a
Europa para ser exhibidos y tratados como animales. Los indígenas patagónicos
eran una rareza. Así los trataron. Así murieron.
A veces les prometían aventuras, y otras, simplemente, se los llevaban sin
prometer demasiado. Desde las frías costas magallánicas, los galeones zarparon
a principios del siglo XIX rumbo al Viejo Mundo, con una carga bastante
codiciada: decenas de aborígenes para exhibir en parques, ferias y museos. En
nombre de la ciencia y del progreso, los envíos contaban con la autorización
del Estado de Chile.
En la foto, el empresario Maurice Maitre junto
a un grupo selk'nam en la Exposición
Universal
de París del año 1889.
Esa fue la suerte que corrieron, entre 1878 y 1900, tres grupos de nativos
pertenecientes a las etnias Tehuelche, Kawésqar y Selk’nam. Fotografiados,
medidos y obligados a actuar en público, muchos de ellos no lograron volver a
la tierra de la que fueron arrancados.
La idea era potenciar el fenómeno del zoológico, una mina de oro a fines
del siglo XVIII. Patentando su invento como “Zoológicos Humanos”, el empresario
alemán Carl Hagenbeck aprovechó sus contactos con el mundo científico y se
dedicó a reclutar aborígenes. Entre ellos, un grupo de Tehuelches. Capturado en
1879, el grupo patagón fue el primero en llegar a Europa. Interesados por los
comentarios de Darwin, quien en la década del 30 describió a los fueguinos como
seres “abyectos y miserables”, los científicos no escondieron su interés por
averiguar si eran o no el eslabón perdido entre el ser humano y el simio.
Sólo debían actuar de “ellos mismos”. Pero de acuerdo al imaginario de lo
salvaje, todos los aborígenes chilenos fueron provistos de arcos, flechas,
pipas y plumas. El público, que pagaba para verlos cantar, tocar instrumentos o
hacer rituales, también les arrojaría carne cruda, creyendo que se trataba de caníbales.Producto del sarampión o de la viruela, muchos murieron
en el camino.
Las fuentes también constatan el abuso de varias mujeres por parte de los
guardias, de quienes contrajeron enfermedades venéreas. Luego de ser exhibidos
en jaulas en Hamburgo, Berlíny Dresde, el grupo de tehuelches retornó tres
meses después a tierra chilena. Aparte del trauma, no sufrieron mayores daños
físicos. Los que siguieron, sin embargo, no tuvieron la misma suerte. Con
ocasión de los 100 años de la “igualdad, libertad y fraternidad”, la Exposición
Universal de París (1889) tuvo entre sus atracciones una flamante Torre Eiffel
y una “Aldea Negra”, compuesta por 400 nativos. Once selk’nam fueron capturados
por el ballenero belga Maurice Maîtrepara para participar en la muestra, pero
sólo nueve sobrevivieron la travesía. Una mujer embarazada y un niño llamado
Calafate figuran entre los secuestrados.
¿ Zoológicos humanos ?
ResponderEliminar¡ Vergonzosa aberración de una Feria Universal con seres humanos , más aún, en el país en que se promovieron los valores universales de igualdad, libertad y fraternidad ...
Los zoológicos
causan daño cuando, seres son sacados de su entorno natural y propio para ser exhibidos como
" curiosidades" para el deleite de otros ...
¡¡Inconmensurable el dolor inflingido y las funestas consecuencias finales ...
... ¡ Y aún existen zoológicos, de animales !!