martes, 27 de noviembre de 2018

TELARAÑA




Las patas de araña están cubiertas por una serie de pelos y por un revestimiento químico que causante principal de que no se queden pegadas a su propia telaraña.
Para llevar a cabo el estudio, los científicos grabaron el proceso de tejido de la telaraña de dos especies tropicales, la Nephila clavipes y la Gasteracantha cancriformis. No solo se percataron de que las arañas mueven sus patas de tal manera que minimizan el contacto, también comprobaron que, tras lavar sus patas con hexano y agua, comprobaron que las patas limpias se pegaban con mayor facilidad a la telaraña. Es decir, al lavar las patas se eliminaba un recubrimiento químico antiadherente que es, en parte, el causante de este misterio. Este compuesto, este aceite, se genera en el cuerpo y la araña lo extiende desde la boca a las patas.
Pero esta “capa antiadherente” no es el único motivo que evita que las arañas no se peguen en su telaraña. Algunas arañas que tejen telas circulares lo hacen con dos tipos diferentes de hilos: pegajosos y no pegajosos. Los primeros son radiales y se encuentran en la parte externa de la tela y son los que logran atrapar a las víctimas. Los no pegajosos son los radios de la telaraña, situados en la parte interna, y la araña los utiliza para posarse. De esta manera, pueden recorrer la telaraña sin quedar atrapadas.
Las arañas son unos animales con muchos y sofisticados recursos. Además de emplear dos tipos distintos de filamentos y de cubrir sus patas con una sustancia química antiadherente, rematan el extremo de sus patas con unos ácidos grasos que les permiten pisar los filamentos adherentes de su tela de araña. Estos ácidos son específicos para su propia telaraña, no sirven en ajenas. De esta manera, una araña podría caer atrapada en la tela de una compañera. No olvidemos que algunas arañas están especializadas en cazar a otras arañas.




DERECHOS HUMANOS, DEMOCRACIA Y SOCIEDAD DE CONSUMO

"El consumismo es la adoración del dios de la cantidad; la publicidad es su liturgia."



Cuando se vive en una sociedad de consumo se producen relaciones basadas en la percepción del otro como mercancía. Los derechos humanos y la democracia se encuentran, por esta razón, incluidos entre las dimensiones afectadas por el carácter de terreno pantanoso y poco cuajado de nuestra modernidad. 
Respecto a las relaciones de amor, ante el tradicional “hasta que la muerte los separe”, el filósofo polaco Zygmunt Bauman afirma que “el consumismo ha establecido una pedagogía perversa en que la inmediatez en la satisfacción del deseo y la cosificación de las personas hace propicia la reducción de los lazos a su forma más endeble y de fácil disolución.”