jueves, 25 de febrero de 2021

TRASTORNO BIPOLAR

“Mi propio cerebro es para mí la más misteriosa de las máquinas, siempre excitado con un zumbido continuo, volando hacia las alturas para después caer en picado y hundirse en el barro. ¿Y por qué? ¿Qué persigue esta pasión?”
Virginia Woolf


“Estoy tan contento
porque hoy he encontrado a mis amigos.
Están en mi cabeza.”
Litio
Kurt Cobain

No existen dos personas con trastorno bipolar que sean iguales. Cada uno es un caso particular. Cada experiencia es diferente. Hay quienes llevan años con la enfermedad y reciben tratamiento o  esperan el diagnóstico, mientras otros caminan por la calle solos sabiéndose diferentes y muchas veces mal informados. El trastorno bipolar afecta también a los familiares, amigos de las personas que lo padecen. Todos tienen su propia historia que contar y su propio camino que recorrer. Para la mayoría es un viaje difícil. Es probable que, en ocasiones. Por otro lado, muchos han recorrido antes este camino y, gracias a sus experiencias, se pueden definir algunas terapias y medicamentos, así de esta forma podemos anticipar los malos momentos que vendrán sabiendo que es posible superar los obstáculos y prepararse para la tormenta.

El trastorno bipolar es una enfermedad mental grave que afecta al estado de ánimo y al comportamiento. A veces se da por supuesto que los síntomas de enfermedades mentales como el trastorno bipolar se deben a algún tipo de debilidad o defecto de carácter (una vez me ofrecieron aspirinas para calmar los síntomas). No es verdad. Las personas con trastorno bipolar no eligen su enfermedad, como tampoco lo hacen las que padecen diabetes o artritis. El trastorno bipolar aparece cuando algo no funciona bien en el cerebro. Nadie debe sentirse culpable porque no es culpa de nadie. De hecho el trastorno bipolar es una de las enfermedades mentales más frecuentes. Incide entre el tres y el cinco por ciento de la población adulta mundial y afecta tanto a hombres como a mujeres y niños. En la mayoría de los casos, el trastorno persiste muchos años. Puede durar toda la vida, desapareciendo en algunas ocasiones y volviendo a aparecer meses o incluso años después.

Vivir con trastorno bipolar es muy dificultoso también para las personas con las que se convive, para los familiares. El trastorno bipolar es una enfermedad que origina cambios importantes del estado de ánimo, desde una infelicidad profunda a un estado de euforia intensa, o a estados mixtos en los que la excitación se mezcla con sentimientos de profunda tristeza. La psiquiatría utiliza las palabras “depresión” o “episodio depresivo” para describir la infelicidad observada en el trastorno bipolar, y “manía” o “episodio maníaco” para describir la euforia. También existe una forma más leve de manía denominada “hipomanía”. Son estados de ánimo que pueden durar varias semanas o meses y van mucho más allá de los típicos cambios de humor considerados “normales”. Las consecuencias suelen ser un comportamiento difícil, relaciones personales dañadas y serias limitaciones en el rendimiento escolar y laboral. Lamentablemente, el trastorno acarrea también la estigmatización, que lleva a la discriminación y al aislamiento. Todo ello reduce la calidad de vida de manera significativa. Una vez diagnosticado el trastorno bipolar, todas estas consecuencias negativas se pueden subsanar. Con un tratamiento eficaz se consigue mantener bajo control los severos cambios de estado de ánimo.

Algunas personas que padecen trastorno bipolar tienen depresiones severas y sólo episodios más leves de euforia. Otros experimentan episodios maníacos extremadamente preocupantes. Algunos alternan entre los diferentes estados de ánimo varias veces al año, mientras que otros se quedan estancados en una u otra fase durante muchos meses, por lo mismo el diagnostico médico especializado es vital para el tratamiento.



sábado, 20 de febrero de 2021

EXORCISMO DE LA MORAL

 “Tembláis más vosotros al pronunciar la sentencia que yo al recibirla.”

Giordano Bruno


¿Hoy, en este instante existirá alguien en la Tierra a quien se le ocurra orar por algún pecador? Tal vez alguno lo haga como limosna, otro tomará una piedra para llevarla hasta la cima de la montaña para redimirse, para ocultar su pecado sin importar que haya que juzgar al arcángel sin alas. Todos llevamos en los hombros la sentencia, somos culpables desde que nacemos, responsables por tentar a los demonios infractores de la moral o mejor dicho a las dos morales… la moral de los hombres y la moral de los señores como dijo Nietzsche.
El infierno por sentencia será residencia, por sentencia de los hipócritas las tinieblas, eso es lo que desean para Bruno, para el doctor King o Víctor Jara, porque los señores necesitan el exorcismo, el perdón. La suerte está echada desde el inicio de la vida, para unos si… para otros no, porque los apostatas hoy se han vestido del camuflaje de la ética.

ALGO SOBRE EL ESTRÉS

“El peso de la ansiedad es mayor que el del mal que la provoca.”

Daniel Defoe


Las investigaciones muestran que los problemas de salud mental son generados, activados o exacerbados ante la exposición de eventos estresantes. Puede ser una demanda ambiental, social o interna que requiere que el individuo reajuste sus patrones de conducta, sin embargo, el grado de la reacción de estrés, más que depender de estos eventos dependerá del tipo de pensamientos evaluativos que la persona tenga; por ello, no siempre los eventos negativos ocasionarán malestar psicológico. El malestar se origina solamente cuando las demandas impuestas por la situación son percibidas o valoradas como que exceden o sobrepasan a las habilidades, de esta forma las fuentes generadoras de estrés pueden ser hechos positivos o negativos. Los estresores presentan como características básicas el ser intensos, capaces de producir un estado de sobrecarga que impide que podemos adaptarnos a ellos, provocar tendencias incompatibles como las de aproximarnos y alejamos de cierto objeto o actividad y ser incontrolables al ser evaluados como que sobrepasan nuestros recursos disponibles. El concepto de estrés se ha aplicado a diversos fenómenos psicosociales, lo que ha llevado a cierta confusión sobre el término. Sin embargo, puede considerarse como un estado producido por una serie de demandas inusuales o excesivas que amenazan el bienestar o integridad de una persona. En el intento de dominar dicha situación se corre el peligro de que los recursos de afrontamiento se vean superados, llevando a una perturbación en el funcionamiento del individuo, lo que podría causarle dolor emocional, enfermedad e incluso la muerte.
En el concepto actual de estrés, el proceso de valoración o evaluación psicológica despliega un papel importante. Esta puede ser de dos formas;

Valoración primaria, es un patrón de respuesta inicial, en el cual la persona evalúa la situación en base a cuatro modalidades.
a) valoración de amenaza, que se presenta cuando la persona anticipa un posible daño y/o peligro.
b) valoración de desafío, se presenta ante una situación en la cual existe una valoración de amenaza pero además existe la posibilidad de ganancia, debido a la cual, la persona piensa que puede manejar el estresor satisfactoriamente por medio de sus recursos.
c) evaluación de pérdida o daño, cuando ha habido algún perjuicio, como una lesión o enfermedad incapacitante, algún daño a la estima propia o social, o bien haber perdido algún ser querido.
d) valoración de beneficio, la cual no genera reacciones de estrés.

Valoración secundaria: se busca determinar las acciones a realizar para enfrentar el estresor y la percepción de los recursos o habilidades de afrontamiento. La interacción entre la valoración
primaria y secundaria determina el grado de estrés, la intensidad y la calidad (contenido) de la respuesta emocional.


Desde una perspectiva evolutiva, el estrés activa el sistema nervioso autónomo, responsable de la respuesta tan conocida de “lucha o huida”, crucial para la supervivencia. En la sociedad actual, el estrés puede hacernos trabajar más duro, cumplir con los plazos y completar tareas que de otra manera permanecerían sin terminar. Pero el estrés excesivo o persistente puede ser perjudicial para nuestra salud, tanto física como mental.

Al igual que en muchas áreas de la salud y el bienestar, los genes y el entorno interactúan para influir en los niveles de estrés que experimentan las personas. Si tienes una naturaleza inflexible, un rasgo que es altamente heredable, y has experimentado la infelicidad y la adversidad durante la infancia, por ejemplo, se está en mayor riesgo de ser susceptible a respuestas de estrés elevados ante demandas relativamente menores. La personalidad, sin duda, influye también en la experiencia de estrés de las personas. Los que tienen tendencias perfeccionistas (obsesivos) y los que tienen una tendencia a poner las necesidades de los demás por delante de las propias o a buscar la aprobación de los demás (dependientes) son particularmente vulnerables al estrés.
Tener estos rasgos de personalidad no es algo malo en sí mismo. Las tendencias obsesivas, por ejemplo, hacen a las personas más eficaces cuando su trabajo requiere la atención al detalle. Pero estos atributos potencialmente exitosos pueden tener un alto coste para el individuo.

Control (herramientas)
El estrés es parte de la vida, el objetivo por tanto debe ser aprender a gestionarlo en lugar de evitarlo. Esto puede lograrse a través de medidas tanto preventivas como reactivas:
La gestión del tiempo,
La planificación económica
Las conductas saludables (de sueño adecuado, ejercicio regular y dieta adecuada)
Las actividades sociales
Los intereses comunes
etc.
… se han revelado como importantes en el fomento de la capacidad de recuperación y en la prevención del exceso de estrés.

Los principios básicos de la gestión del estrés incluyen además el reconocimiento de la tensión, la identificación de las fuentes, estrategias de relajación y atención plena (mindfulness), así como el cambio en los patrones de pensamiento distorsionado que habitualmente lo sustentan. Estos principios pueden parecer sencillos, pero su aplicación no es fácil. La adquisición de habilidades para manejar el estrés es vital. A menudo se necesitan “entrenadores personales” para lograr estos objetivos. Del mismo modo, la ayuda profesional también es una buena opción ya que la psicología eventualmente le frente de un modo más eficaz dadas las circunstancias personales.