cada uno con una larga historia de evolución tras de sí,
igualmente es de suponer que la mente esté organizada
en forma análoga. No puede ser un producto sin historia
como no lo es el cuerpo en el que existe
Me refiero al desarrollo biológico, prehistórico
e inconsciente de la mente del hombre arcaico,
cuya psique estaba aún cercana a la del animal.”
Carl Jung
El remanente
arcaico es una tendencia a formar representaciones o imágenes mitológicas determinadas,
tan poderosa como el impulso de las aves a construir su nido, o el de las
hormigas a formar colonias organizadas. El remanente arcaico (arquetipo según lo llamo Jung) se diferencia del
instinto, ya que el instinto se refiere a las necesidades fisiológicas que son
percibidas por los sentidos, mientras el remanente arcaico revela su presencia
por medio de imágenes simbólicas que son inconscientes. Cuando los remanentes arcaicos aparecen en los sueños, nos sentimos desconcertados
porque no comprendemos el significado de las imágenes que no podemos relacionar
con nada de nuestras vidas. La aparición
del remanente arcaico en los sueños de los niños es común y significativo en el sentido
de que se está seguro que no han tenido acceso directo a las tradiciones. Estos
sueños suelen tener imágenes colectivas análogas a las doctrinas enseñadas a
los jóvenes en las tribus primitivas en el momento de la iniciación.
Los
sueños de destrucción y restauración pueden presagiar desastres inevitables pero
no con un carácter de precognición sino como si los sucesos del futuro proyectaran hacia atrás su sombra produciendo formas de pensamientos que describen o acompañan el acercamiento de un suceso fatal. José María Maronesen psicólogo y filosofo lo describe de esta forma:
“El mundo del mito es el mundo del sentido:
el ámbito de la búsqueda de respuestas humanas
para un ser que tiene la experiencia del desgarro
y de vivir en un mundo roto.
Expresar ahí que sea la realidad y la vida,
huellas en el inconsciente
quedaron almacenadas, quizá, como protovivencias,
imágenes arquetípicas y como impulsos
creadores del alma que irrumpen dramáticamente
a través de figuras y modelos en momentos
determinados de la vida social y cultural."
Maronesen
Estos modelos de pensamiento colectivo, a semejanza de los instintos, son innatos y heredados y funcionan cuando surge la ocasión. El remanente arcaico puede operar largamente en el inconsciente preparando hábilmente las circunstancias que conducirán a la crisis, ya que no son formas precisamente estáticas, sino dinámicas que se manifiestan como
impulsos, tan espontáneos como los instintos. El significado de un sueño suele
ser tan oscuro que a veces sólo se comprende cuando ocurre algún hecho externo
que lo explique. El sueño no pronostica el futuro, sólo piensa en forma
inconsciente en el futuro como lo hace también la mente consciente y saca
conclusiones.
“El ojo experto del anatomista o del biólogo
encuentra en nuestro cuerpo muchos rastros
de ese modelo originario. El investigador
experimentado de la mente de igual modo
puede ver las analogías entre las imágenes
oníricas del hombre moderno y los productos
de la mente primitiva, sus imágenes colectivas
y sus motivos mitológicos."
Franklin Hernández
El inconsciente parece ser capaz de examinar los hechos y extraer conclusiones, del mismo modo que lo hace la conciencia. Estas deliberaciones del inconsciente son instintivas y siguen la forma del remanente arcaico. La mente consciente se expresa en forma racional pero el sueño se expresa en forma simbólica y los “arquetipos” tienen su propia iniciativa y su propia energía y actúan como complejos, pudiendo crear mitos, religiones y filosofías que llegan a influir en cada época de la historia. Por ejemplo, el mito heroico universal, las ceremonias, los rituales y la adoración llevan al individuo hacia una identificación con el héroe. Antiguamente los hombres no reflexionaban sobre sus símbolos, sólo los vivían y estaban inconscientemente guiados por sus significados. El hombre primitivo actuaba sin reflexionar, impulsado por factores inconscientes. El hombre actual está impulsado por fuerzas internas y también por estímulos externos.
Siguiendo
a Jung, estos motivos surgen de un origen profundo que no está hecho
por la consciencia ni está bajo su dominio. En tiempos primitivos estas
fuerzas se llamaban “mana” o espíritus, demonios o dioses, que hoy en día
sigue tan activo como siempre; pero el hombre moderno no quiere admitir que
depende de poderes que estén fuera de su dominio. Los dioses del hombre actual
han adoptado otros nombres que lo sumergen en vagas aprehensiones, confusiones
psíquicas, en una insaciable necesidad que muchas veces conduce a la neurosis.