“La gente ordinaria se dedica únicamente
a emplear el
tiempo; quien tiene algún talento,
en cambio, a utilizarlo.”
“Hay que abrir las puertas de par en par
a la alegría cada
vez que se presente:
pues nunca viene a destiempo.”
Arthur Schopenhauer
Los efemerópteros (Ephemeroptera) son un orden de insectos
pterigotos, conocidos vulgarmente como efímeras, efémeras. Es el orden de
insectos alados más antiguos que existe en la actualidad. Este insecto tiene
una vida singular, vive en forma de ninfa durante casi un año en el agua dulce,
y luego emerge como adulta por un solo día. En ese día tan especial, las
efímeras se aparean y luego mueren. Las hembras, además, deben depositar sus
huevos en un lugar apropiado, para que nazca así una nueva generación de
efímeras y se repita este singular ciclo. Las efímeras adultas no comen nunca
solo les interesa reproducirse. Enormes enjambres de machos invaden el aire
simultáneamente, y las hembras vuelan entre ellos, deseosas de aparearse. El
apareamiento sucede en pleno vuelo y en cuanto finaliza, el macho cae al agua,
muerto. La hembra pone huevos inmediatamente en el agua y, entonces, cae
muerta. En ese pequeñísimo espacio de tiempo, tiene que secarse las alas
nuevas, volar, escoger una pareja, aparearse y, si es hembra, poner huevos. Un
día es una jornada intensísima en la vida de una efímera.
Ninfas acuáticas
En función de la especie, incluso puede vivir menos de un
día, o más. Pero eso solo es la etapa final de la vida etapa adulta: las
efímeras pasan la mayor parte de su existencia como ninfas acuáticas, un
período que puede durar entre varios meses y cuatro años.
¿Qué haríamos nosotros si solo viviéramos un día?
Stéphane Sénégas quiso responder esta pregunta, al respecto
escribió: Dos hermanos descubren un pequeño insecto muy divertido, una efímera.
Investigan en internet y, cuando se enteran de que su nueva amiga solo vive un
día, deciden hacer todo lo posible para que ese día le resulte inolvidable,
iniciándola en todo tipo de juegos y aventuras. La muerte de la efímera deja
triste al hermano pequeño hasta que comprende que las veinticuatro horas que
vive este insecto equivalen a la vida de una persona y que, por lo tanto,
también las personas tenemos que intentar vivir la vida en toda su intensidad.
¡No hay rato que perder!
Un inmenso canto a la vida, que invita a saborear todo lo
que ella propone, la vida debemos vivirla en su plenitud.
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