viernes, 20 de diciembre de 2019

UN DÍA DE VIDA, LA EFÍMERA

“La gente ordinaria se dedica únicamente 
a emplear el tiempo; quien tiene algún talento, 
en cambio, a utilizarlo.”


“Hay que abrir las puertas de par en par 
a la alegría cada vez que se presente: 
pues nunca viene a destiempo.”

Arthur Schopenhauer


Los efemerópteros (Ephemeroptera) son un orden de insectos pterigotos, conocidos vulgarmente como efímeras, efémeras. Es el orden de insectos alados más antiguos que existe en la actualidad. Este insecto tiene una vida singular, vive en forma de ninfa durante casi un año en el agua dulce, y luego emerge como adulta por un solo día. En ese día tan especial, las efímeras se aparean y luego mueren. Las hembras, además, deben depositar sus huevos en un lugar apropiado, para que nazca así una nueva generación de efímeras y se repita este singular ciclo. Las efímeras adultas no comen nunca solo les interesa reproducirse. Enormes enjambres de machos invaden el aire simultáneamente, y las hembras vuelan entre ellos, deseosas de aparearse. El apareamiento sucede en pleno vuelo y en cuanto finaliza, el macho cae al agua, muerto. La hembra pone huevos inmediatamente en el agua y, entonces, cae muerta. En ese pequeñísimo espacio de tiempo, tiene que secarse las alas nuevas, volar, escoger una pareja, aparearse y, si es hembra, poner huevos. Un día es una jornada intensísima en la vida de una efímera.

Ninfas acuáticas
En función de la especie, incluso puede vivir menos de un día, o más. Pero eso solo es la etapa final de la vida etapa adulta: las efímeras pasan la mayor parte de su existencia como ninfas acuáticas, un período que puede durar entre varios meses y cuatro años.


¿Qué haríamos nosotros si solo viviéramos un día?
Stéphane Sénégas quiso responder esta pregunta, al respecto escribió: Dos hermanos descubren un pequeño insecto muy divertido, una efímera. Investigan en internet y, cuando se enteran de que su nueva amiga solo vive un día, deciden hacer todo lo posible para que ese día le resulte inolvidable, iniciándola en todo tipo de juegos y aventuras. La muerte de la efímera deja triste al hermano pequeño hasta que comprende que las veinticuatro horas que vive este insecto equivalen a la vida de una persona y que, por lo tanto, también las personas tenemos que intentar vivir la vida en toda su intensidad.
¡No hay rato que perder!
Un inmenso canto a la vida, que invita a saborear todo lo que ella propone, la vida debemos vivirla en su plenitud.

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