“Vi cielos
estallando en fulguras, vi trombas,
resacas y corrientes; y conocí la noche, y,
como una nación de palomas, al Alba...
Y vi, a veces, aquello que el hombre
creyó ver.”
Poesías
completas-1895
Arthur
Rimbaud
“Las
lágrimas se habían secado y una sonrisa
se fue volviendo carcajada del mundo...
Y las almas hasta ahora prisioneras de sí mismas,
volaron como palomas...”
Gloria Elena
Espinoza De Tercero
En la antigüedad clásica a la diosa Venus, diosa de
la belleza, los romanos le consagraron una paloma como símbolo del amor. Los
símbolos en torno a la paloma se duplican cuando el arte profano y la
literatura pagana la estiman, además, como la encarnación de la lujuria. Por
tanto, no es extraño que se resalte de ella lo “picante”, ya que se la conoce
como ave de una lujuria tan atrevida, que ha merecido, incluso, la fama de
lasciva. El estigma lujurioso con el que se la ha tachado se debe a que el
macho, en una conducta despiadada hacia su progenitor, expulsaba a su padre del
lado de la madre y se unía a ella. Sin embargo, toda nuestra tradición cultural
ha transmitido una imagen de la paloma en la que se destacan virtudes como la
sencillez, la afectuosidad, la ternura con sus polluelos, la fecundidad, la
mansedumbre, la pureza, la simplicidad, el candor, la naturalidad y la
inocencia. Todos estos valores aparecen simbolizados en una paloma blanca.
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