“Todo ser humano tiene la necesidad básica para su
supervivencia
de establecer y mantener un vínculo afectivo fuerte.”
de establecer y mantener un vínculo afectivo fuerte.”
John Bowlby
Durante los últimos años se ha comprobado que los cuidados
maternos moldean el cerebro del bebé, creando conexiones que, para bien o para
mal, guiarán la forma en que ese niño o niña se relacionará con los demás, así
como la manera en que percibe y se mueve en el mundo que lo rodea.
Los avances de la seudocientíficos en este sentido, confirmar
algo que por instinto sabemos desde hace mucho tiempo y es que el amor y los
cuidados influyen en el cerebro del niño, por otro lado la falta de estos
también inciden y modelan conductas posteriores. Diversas investigaciones avalan
que el amor maternal no sólo es fundamental para el buen desarrollo
cerebral del niño, sino que también es una inversión para la salud mental del
futuro adulto.
Esto no es nuevo ya que en la década de los 50, John Bowlby señaló
en su informe para la OMS (Organización Mundial de la Salud) la
importancia de los cuidados maternos para la salud mental infantil, y la
necesidad de resguardar el vínculo afectivo entre madre e hijo. para esto se basó
en investigaciones realizadas tanto por él como por otros profesionales, donde
constataba que *los niños con dificultades conductuales o emocionales, e
incluso adolescentes que presentaban conductas delictivas*, tenían historias de
separaciones tempranas y prolongadas de sus figuras maternas. Estas
experiencias tempranas marcadas por la falta de cuidados y/o la pérdida de figuras
significativas provocaban en estos niños sentimientos de inseguridad,
hostilidad y desconfianza. Por el contrario, niños que tenían experiencias de
cuidados amorosos y continuos desarrollaban lo que él llamó “una base segura”,
es decir la internalización de sentimientos de seguridad y confianza básica.
Hoy las neurociencias nos muestran que las conductas y
dinámicas observadas por Bowlby tienen un correlato a nivel cerebral. Los
cuidados maternos moldean el cerebro del bebé, creando conexiones que, para
bien o para mal, guiaran la forma en que ese niño/a se relacionará con los
demás, así como la manera en que percibe y se mueve por el mundo que lo rodea.
La psiquiatra infantil y perinatal española Ibone Olza, se
ha dedicado a investigar el tema y a dar a conocer la necesidad que tiene para
el bebé el contacto continuo con el cuerpo de la madre inmediatamente luego del
parto y durante sus primeros meses de vida.
Una práctica que a pesar de la evidencia científica que la
avala, aún es interferida tanto por los protocolos de hospitales y clínicas,
que priorizan exámenes e intervenciones de rutina por sobre el bienestar del
niño. Así como por prácticas de crianza que promueven el separar a los bebés de
sus madres y ajustarlos a las rutinas del mundo adulto más que a sus
necesidades emocionales e incluso físicas.
¡ Buen llamado de atención a los centros de salud y políticas de crianza que desatienden lo aconsejado por las investigaciones científicas : la necesidad del apego materno es vital en los primeros tiempos del recién nacido!
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