lunes, 16 de noviembre de 2020

FINITUD

“La mortalidad era un concepto que no formaba parte
 de nuestra existencia. Aún éramos lo bastante 
jóvenes para ser inmortales.”

Jane Wilde Hawking


La finitud no es la muerte sino la vida. Si somos finitos es porque vivimos siempre en despedida y no podemos controlar los deseos, recuerdos y olvidos, porque el nuestro es un mundo que nunca nos pertenece del todo, ni será plenamente cósmico, ordenado o paradisíaco. Somos el resultado del azar y de la contingencia, y no tenemos más remedio que elegir en medio de una terrible y dolorosa incertidumbre. Una vida finita no conseguirá eludir la amenaza del caos, ni estará capacitada para cruzar las puertas del paraíso. Ser finito significa que no podemos crear a voluntad nuestra existencia, porque, querámoslo o no, recibimos una herencia que nos obliga a resituarnos a cada instante. La grandeza de nuestra vida reside en su finitud, cada uno de los instantes que vivimos tiene un inmenso valor, porque es único e insustituible, en sentido estricto, el instante de la vida de un inmortal podría ser considerado de más bajo valor porque ese instante va a ser repetido y repetido por siempre, hasta el infinito. En cambio cada uno de los instantes de nuestra vida es único. La muerte es una imagen de la finitud humana y el desconocimiento de lo que sucede después de la muerte es una consecuencia de las limitaciones del ser humano; frente a tales limitaciones, frente a la finitud lo único que debe hacer el hombre sabio es reconocerse finito. Será más sabio cuanto tenga más conciencia de lo finito-infinito a partir del reconocimiento de la condición de finitud del sujeto.

En la filosofía de Sócrates observamos un movimiento pendular desde lo infinito como posibilidad de reflexión a lo finito como clausura, frente a un objeto de pensamiento-conocimiento que no es posible aprender, la finitud humana funciona como una clausura que afirma la ignorancia; podemos decir que no se formula como una clausura a la reflexión en términos absolutos, afirma la ignorancia y eso en  planteo socrático significa más que afirmar o negar algo sobre un objeto que no se conoce o no es posible conocer. La finitud humana se reconoce a sí misma como tal a partir de la formulación y aceptación del postulado de la ignorancia y de la negación de la posibilidad de conocer lo que exista después de la muerte.


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