La evolución tecnológica
ha impulsado la consolidación del Internet, redes sociales, blogs, etc. han significado
la disminución de barreras para producir y diseminar información, función que históricamente
había sido de los medios de comunicación. Tales transformaciones han propiciado
que circule gran cantidad de desinformación en línea. De particular
preocupación en los últimos años ha sido el fenómeno denominado como fake news, aquellos artículos
noticiosos intencional y verificablemente falsos que pueden engañar al público
y que suelen tener detrás una intención de ganar dinero o fines políticos. Esta
abundancia de información y prevalencia de noticias falsas dificulta a los
ciudadanos filtrar la información relevante y cierta de la que no lo es. En
estas condiciones, las sociedades actuales corren el riesgo de tomar decisiones
en base a información falsa.
Estos riesgos han sido particularmente relevantes durante la crisis de la pandemia del covid-19. La abundante desinformación relacionada llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a denunciar la infodemia (el término infodemia se emplea para referirse a la abundancia de información sobre un tema concreto) como fenómeno paralelo a la pandemia. De acuerdo a la organización, la infodemia se refiere a la rápida difusión de todo tipo de información sobre la pandemia, lo cual dificulta la solución a este grave problema (Organización Mundial de la Salud). Un reto importante para especialistas es establecer qué tanto la gente cree en esta desinformación, así como también cómo es que la gente llega a apropiar esas percepciones erróneas sobre la realidad.
Con la intención
de poder determinar algunos métodos efectivos para contrarrestar estas
creencias un estudio en México se enfocó
en las fake news relacionadas al covid-19, con el objetivo de explorar cuáles condiciones
y comportamientos de la población pueden estar relacionadas con la proclividad
a
creer en esta información falsa.
Parte del estudio
A través de una encuesta aplicada en línea a personas que habitan en el estado de Nuevo León, México, se analizó particularmente la relación entre consumo de medios y la proclividad a percibir como ciertos tres tipos de noticias falsas surgidas en las primeras semanas de
la epidemia en el país. Los resultados indican que el consumo de
información en periódicos (impresos y en línea) y en Internet están asociados
negativamente con creer noticias falsas sobre covid-19, mientras que el consumo
de noticias en YouTube guarda una relación positiva con esta variable
dependiente. Además, se encontró que las personas de mayor edad tienden a creer
más en estas noticias falsas; en cambio las personas con mayor grado de educación
no creen en esta información. Esto debe hacernos reflexionar sobre las implicaciones de la relevancia de
estos distintos factores en la percepción
de veracidad de fake news y cómo
pueden utilizarse estos hallazgos a la luz de la toma de decisiones para lidiar
con este fenómeno.
Estudios sobre percepción de veracidad de las fake news
El impacto de las noticias falsas ha sido estudiado especialmente en virtud de su utilización en el ámbito político. La elección de Donald Trump para la presidencia de Estados Unidos en el
2016 destacó por la presencia de este tipo de artículos noticiosos, principalmente
en favor del candidato republicano. Este contenido llegó a propagarse en redes
sociales más rápidamente y con mayor alcance que artículos noticiosos
auténticos hechos por medios prestigiosos y consolidados como verosímiles. La
fabricación de rumores y diseminación de información engañosa para generar
percepciones erróneas siempre ha tenido lugar en la historia, pero actualmente
la oportunidad de producir y circular información en Internet y redes sociales
sin pasar por los gatekeepers (persona
que en un equipo de trabajo actúa como especialista de información), ha
amplificado el alcance que pueden llegar a tener estos mensajes falsos. Un concepto vinculado
al de fake news es el de desinformación, definido por la Comisión Europea como información falsa, engañosa e imprecisa,
diseñada, presentada y promovida intencionalmente para causar daño o para
beneficio económico. La desinformación es la problemática mayor dentro de la
cual se encuentran las noticias falsas; de tal modo, la desinformación es un
fenómeno más amplio que abarca contenido falso circulado en redes, contenido clickbait (es un neologismo
en inglés usado de forma peyorativa para describir a los contenidos en Internet
que apuntan a generar ingresos publicitarios, especialmente a expensas de la
calidad o exactitud de estos, dependiendo de titulares sensacionalistas para
atraer mayor proporción de clics y fomentar el envío de dicho material a través
de las redes sociales), amplificación de discursos de odio y el uso de
plataformas para operaciones de injerencia extranjera. En este sentido se genera un
estado de desorden informativo, que engloba a la desinformación y a las
noticias falsas.
Respecto a la elección estadounidense se percibió diferencias a destacar respecto a quiénes comparten estas noticias falsas: conservadores en favor de Trump y personas mayores a 65 años fueron más propensas a diseminar este tipo de contenido en Facebook. Por el contrario la gente con más edad fue más proclive a no creer en noticias falsas, aunque coincidieron en diferencias entre republicanos y demócratas (estos últimos creían menos en noticias falsas que los primeros). De los resultados de este estudio, también destaca la relación positiva entre tener mayor educación y el tener creencias acertadas acerca de las noticias.
Otro factor que influye es el nivel de consumo de medios para informarse, de tal manera que aquellas personas que más consumen información son menos propensas a creer en las fake news, asimismo, se han señalado efectos pequeños pero significativos en cuanto al impacto que tiene informarse a través de redes sociales contra informarse a través de medios tradicionales. Conforme las tecnologías móviles y las redes sociales se han consolidado, los hábitos respecto a los canales de preferencia para obtener información también se han transformado. Por ello, es cada vez más común que la gente cite a las plataformas de redes sociales como uno de las vías preferidas para informarse. En México, aunque medios tradicionales siguen siendo la fuente preferida para consumir noticias, un 22% de la población consume noticias en redes sociales (Instituto Federal deTelecomunicaciones, 2018). No obstante, las características y funcionalidades de estas plataformas que permiten conectar a personas en red y propician el compartir contenido, facilitan la difusión de noticias falsas, cuyo tráfico abundante en estos espacios ha quedado ya documentado. Ante tal contexto, resulta importante saber cómo varía la percepción sobre fake news en aquellos que consumen más información en redes sociales con respecto a aquellos que lo hacen por medios convencionales (periódicos, radio y televisión). El mantenerse en un ambiente que contiene desinformación como las redes sociales, es un factor que impacta en actitudes y comportamientos acerca de los temas en cuestión, por ejemplo estas diferencias durante la elección presidencial de 2012, usuarios de redes sociales fueron más propensos a creer la desinformación sobre Barack Obama. No obstante, durante la elección de 2016, sus resultados indicaron que por el contrario, usuarios de Facebook creían menos en información errónea acerca de ciertos temas importantes para la campaña.
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