"Pero ella es más verdad que el pan y la tierra"
Joan Manuel Serrat
Suavemente, como
un parpadeo o un guiño imperceptible y sin levantar la voz, emergía el juego de
palabras, esas que fluyen sin pensar y se dicen a sí mismas sin decirse. El
reloj marcaba las 4, y justo en el centro exacto de
la noche, en ese instante en que la penumbra y la oscuridad del alma condensa los
pensamientos y renombra las palabras olvidadas, las que hablan de besos no dados, de
sonrisas perdidas y miradas no recibidas. Giré mi cabeza, la miré y no dejé de
mirarla ocultando el más grande gusto que sintiera por ella, y así seguí en silencio y seguí pasmado en aquella imagen y su misterio, yo solo deseaba que no terminara
ese momento mágico.
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