"Y cuando se
hallaron hartos de todo esto, o decepcionados,
o la náusea les hizo reaccionar,
entonces se entregaron a la ironía
y a la mordacidad, y echaron la culpa de
todo al orden social."
La llave de
plata
Howard
Phillips Lovecraft
"Escribir es
para mí divertir a los demás con mis secretos
más dolorosos enmascarados detrás
de
una mueca burlona."
Frases
de Jorge Díaz
En toda
sátira hay una intención contra un “objeto”, se da un arte persuasivo en deuda
con la retórica y que pretende transmitir las fuertes convicciones del sujeto
literario a su lector para implicar un eje particular de emociones contra ese “objeto”.
Por otra parte, esa intención, más que una expresión directa de mera maledicencia,
es el ingenio. Se convierte en un pretexto para un ejercicio literario
ingenioso.
Y he aquí, el principio de la sátira literaria como tal. Su ejecución, si bien se debe a un ataque contra un objeto, se constituye en vía para esa forma, en su desarrollo combinatorio de referencia y autorreferencia.
En última
instancia, se reflexiona sobre la creación de todo arte: la diferencia entre su
punto de partida y de llegada, entre una idea primordial y su contraparte
final.
Dos cosas
son esenciales en toda sátira, el ingenio y el humor de ese sujeto frente a su “objeto”
de ataque. Se repudia a un objeto estableciendo un contrato entre autor y
lector acerca del objeto de ese ataque. Este contrato no es el de la parodia
(donde el objeto es un texto en un ejercicio de reescritura que ridiculiza un
estilo). Se trata, más bien, del acuerdo entre el que satiriza y su público
sobre el elemento considerado negativo y reprochable que se aspira a destacar.
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