miércoles, 19 de junio de 2019

COLORES

“Y no hables más muchacha, corazón de tiza. 
Cuando todo duerma, te robaré un color.”

Luis Alberto Spinetta


Hay solamente dos razas 
(y ellos no son distinguidos por el color): los que están libres y los que no.

Gerry Spence


Caballo Negro

Caballo negro galopa tranquilo al viento
así te han visto mis ojos
y mi corazón contento
Caballo negro la noche te anda buscando
Viene con un manto de estrellas
mientras mis ojos van llorando
Caballo negro qué caminos recorriste
una ancha senda de nubes
y senderos llenos de cruces
Caballo, noble caballo
tendrás tu estrella morena
su luz vendrá por la noche
vendrá a calmar esta pena
Te buscaré en la noche
Y entre los cerros relucirá
de lejos tu negro pelo,
y tú, caballo negro,
tendrás alas de plata
allá en el cielo.


Lo primero que debemos tener en cuenta al estudiar los orígenes del color y sus causas, es constatar un hecho muy importante y aparentemente contradictorio; este es que el color no existe. El color no es una propiedad física de los objetos, en contra de lo que generalmente se piensa, las cosas no son de un color determinado. La hierba no es verde, sino que nos parece verde. Una amapola no es roja, sino que nos parece roja.

El color es una sensación subjetiva del cerebro y sólo perceptible para aquellos seres vivos con un cerebro suficientemente desarrollado (humanos, primates y algunas especies excepcionales). En realidad, para poder ver una escena cualquiera, basta con que exista una fuente emisora de radiación electromagnética que ilumine la escena (por ejemplo la luz visible); un dispositivo receptor que capte la radiación reflejada por los objetos (por ejemplo el ojo humano) y un procesador que interprete los resultados (cerebro). Otro ejemplo es en los microscopios electrónicos: el objeto a fotografiar se "ilumina" con un haz de electrones, se mide la radiación reflejada y se procesa la información para detectar las formas del objeto. En definitiva, el ojo no es más que un dispositivo receptor de ondas electromagnéticas que responde a un cierto tipo de radiación y no a otros, de la misma forma que un receptor de radio es sensible a las ondas electromagnéticas en la frecuencia conocida como “ondas de radio”, pero no lo es a las ondas emitidas por una ampolleta o un horno microondas. Esta comparación quizás puede parecer exagerada, pero lo cierto es que desde un punto de vista estrictamente físico, las ondas de radio y las emitidas por una ampolleta son exactamente la misma cosa (la diferencia está en la frecuencia y amplitud de la onda). Decir que una luz es "roja" tiene tan poco sentido como hablar del color de las ondas de radio.

El ojo humano tiene en la retina 2 tipos de sensores a la radiación electromagnética: los Bastones y los Conos. Los bastones, de los cuales poseemos más de 100 millones, son células que sólo detectan el número de fotones (cuantos de luz) que llegan a ellas, independientemente de la longitud de onda de la radiación (siempre que ésta se encuentre dentro del rango en que son sensibles, es decir, 380 a 760 nanometros). Debido al elevado número de detectores con ellos podemos ver detalles muy finos y además, son muy sensibles, por lo que podemos discernir entre variaciones muy pequeñas de intensidad. Sin embargo, está claro que con estas células sólo obtenemos imágenes en blanco y negro dada su incapacidad para diferenciar distintas longitudes de onda. Este es el único tipo de fotoreceptor que se encuentra en la mayoría de los animales, a causa de lo cual sólo pueden percibir el mundo que les rodea en blanco y negro. Los conos, que no llegan a 7 millones, son por su parte células sensoras mucho más especializadas que sólo aparecen en el ojo del hombre y los primates. De la misma forma que los bastones, únicamente detectan el número de fotones que llegan a ellas. A los especialistas en la materia les gusta decir que los conos son ciegos al color, queriendo con ello subrayar que ni siquiera estas células especializadas son capaces de distinguir longitudes de onda diferentes. La información captada por los conos necesita ser postprocesada para deducir la longitud de onda que las excitó. Esta deducción es materia exclusiva del cerebro, por lo que aquí merece la pena volver a recalcar que es el cerebro y sólo él, el que consigue descifrar la composición espectral (proporción de cada longitud de onda) de la radiación recibida por los fotoreceptores. En realidad el cerebro genera sensaciones especiales para unos pocos pigmentos o tintas a los que adorna con cualidades como brillo o saturación. En realidad no vemos con los ojos, sino que vemos con el cerebro.

Isaac Newton
Fue el primer físico que descubrió (en los años 1672-1676) que el color surge de la luz. Para demostrarlo realizó un experimento que consistía en pasar un hilo de luz solar por un prisma de cristal triangular, en una habitación oscura.


Johann Wolfgang von Goethe
Un siglo después de Newton, el filósofo y escritor alemán, postulo que la luz era pura y qué, cuando está sometida a medios opacos y nebulosos, las superficies absorbían parte de la luz blanca y por esto se podían ver los colores. De esta manera enunciaba el efecto de absorción y reflexión de las superficies.

Arthur Schopenhauer
Discípulo de Goethe, propuso la hipótesis de que el color blanco se produce en la retina del ojo cuando se recibe una acción plena; ante la ausencia de acción, el color resultante es el color negro. Decía que cuando vemos un color luminoso y cerramos los ojos, observamos la aparición de la postimagen de un color, dicho de otra manera; propuso parejas de colores complementarios: cuando miramos una luz roja, aparece la postimagen de la luz verde; si es amarilla aparece el violeta; si es una luz azul, después aparece el color naranja.


Tomas Young
Afirmó que la luz blanca se podía simplificar en tres colores básicos: azul, rojo y verde. Para demostrarlo utilizo seis linternas con la luces del arcoíris: violeta, azul, verde, amarillo, naranja y rojo. Al mezclar estas luces comprobó que con los tres colores de luz básicos se podía obtener el resto de los colores. 


James Clerk Maxwell
Demostró que la luz es una forma de energía que se propaga por dos campos, uno eléctrico y otro magnético, y que, al igual que los rayos X, la radio o el radar, se transmite a gran velocidad, en línea recta y formando ondas. Para medir la longitud de onda, es decir, las distancias entre las crestas de las ondas y su altura se utiliza como unidad de medida el nanómetro (nm).
El ser humano solo es capaz de percibir a través de los ojos las ondas electromagnéticas que oscilan entre 380 y 720 nm.







1 comentario:

  1. ¡ Imposible no seguir leyendo, cuando el autor inicia el artículo afirmando que no existe el color !
    ¡Pero si vemos en colores ...! Y, a veces, hasta soñamos en colores ...!
    A pesar de todos los datos científicos y explicaciones aclaratorias , el autor, nos conduce ,con un estilo sencillo y
    directo ,a adentrarnos y conocer el proceso que se recorre para poder " ver en colores ".Una vez más debemos reconocer la gran importancia de nuestro cerebro..
    Me parece un buen artículo que , de alguna manera, acerca el saber científico a las personas y nos permita conocer, otro aspecto más de cómo funciona
    nuestro cerebro!
    Ahora, también puedo decir, junto
    a Romain Labbé, que el color no existe ...!

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