"Antes de que nos olviden
Haremos historia.
No andaremos de rodillas;
El alma no tiene la culpa.
Antes de que nos olviden
Rasgaremos paredes
Y buscaremos restos;
No importa si fue nuestra vida.
No andaremos de rodillas;
El alma no tiene la culpa.
Antes de que nos olviden
Rasgaremos paredes
Y buscaremos restos;
No importa si fue nuestra vida.
Antes de que nos olviden
Nos evaporaremos en magueyes,
Y subiremos hasta el cielo
Y bajaremos con la lluvia.
Antes de que nos olviden
Romperemos jaulas,
Y gritaremos la fuga;
No hay que condenar el alma.
Aunque tú me olvides,
Te pondré en un altar de veladoras,
Y en cada una pondré tu nombre,
Y cuidare de tu alma.
Amén."
Nos evaporaremos en magueyes,
Y subiremos hasta el cielo
Y bajaremos con la lluvia.
Antes de que nos olviden
Romperemos jaulas,
Y gritaremos la fuga;
No hay que condenar el alma.
Aunque tú me olvides,
Te pondré en un altar de veladoras,
Y en cada una pondré tu nombre,
Y cuidare de tu alma.
Amén."
Antes de que nos olviden
Caifanes
“Hoy ha muerto
mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: "Falleció su
madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias." Pero no quiere decir nada.
Quizá haya sido ayer.
El
extranjero
Albert Camus
Es exquisita la
tácita espera por la muerte; una agridulce estadía en medio de
la vaga tristeza propia de la melancolía y ese faltante característico
de la nostalgia. Morir es un placer similar
a compartir un colchón irónicamente, impregnado de soledad. Es
un silencioso y absurdo deleite muy parecido a saber que el salario no es tal, que
en realidad es el símbolo del hambre y del deleite morboso del rico, que la
esperanza por del oro no sirve para alcanzar la quincena o perder el encendedor
para encender el cigarrillo. El sonido de la calle distorsiona mis
pensamientos, se amontonan las causticidades, encontrar cigarrillos
cuando se ha dejado el vicio o conservar la leche aún después de
cortada, limpiar pinceles usados con las memorias encerradas en el obituario
y mirar una cruz que solo existe en mi mente.
Entonces se mitiga la expectativa comprando un lote en el cementerio para sepultar los años que restan y para comprobar lo que mi mente me niega, camino, respiro, saco unos pocos pesos del bolsillo y compro el periódico para ver el espacio en blanco en la página del obituario.
Entonces se mitiga la expectativa comprando un lote en el cementerio para sepultar los años que restan y para comprobar lo que mi mente me niega, camino, respiro, saco unos pocos pesos del bolsillo y compro el periódico para ver el espacio en blanco en la página del obituario.
¡La muerte siempre presente en nuestras vidas y tan ausente en nuestro diario vivir...!
ResponderEliminarEl autor nos habla de la muerte,pero no de la propia , sino la de un ser amado.La espera de una vida que acaba,el final de los proyectos y el abandono por las urgencias cotidianas.Es testigo no deseado ," de una agridulce estadía
en medio de la vaga tristeza"...
El ser querido está presente, pero se asiste a su lento desasimiento de la vida ...
La nostalgia de dulces momentos
compartidos,es una constante en su mente...Esta espera se vive y se sufre en absoluta soledad.
El mundo exterior con sus ajetreos y vulgaridades , propias del diario vivir, no es apetecible.El sentimiento de futura orfandad lo impregna todo, sin poder escabullirse a él...
En resumen, una dolorosa y personal reflexión sobre un momento que todos, de una forma u otra, deberemos afrontar ...