miércoles, 15 de julio de 2020

ACCIONES COLECTIVAS, EL RUMOR EN POLÍTICA


“¿Qué es entonces la verdad? 
Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, 
antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma 
de relaciones humanas que han sido realzadas, 
extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y
que después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes,
canónicas y vinculantes. Las verdades son ilusiones de las
que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han 
vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido
su troquelado y no son ahora ya consideradas 
como monedas, sino como metal.”
Nietzsche


“La cantidad de rumores inútiles que un hombre pued
 soportar es inversamente proporcional a su inteligencia”.
Arthur Schopenhauer


ACCIONES COLECTIVAS, EL RUMOR EN POLÍTICA
Podríamos afirmar que los rumores forman parte de una acción colectiva en el sentido de que aglutinan a individuos que actúan de manera conjunta, no se trata de un fenómeno empírico unitario porque en realidad se crea una suerte de nosotros colectivo. Un estar juntos, en términos cognoscitivos, afectivos y relacionales, en pluralidad y construcción constante.
Un paso más allá nos acerca a las teorías sobre la psicología de las masas, entre otras perspectivas sobre las "agrupaciones no organizadas", que por cierto reciben numerosos nombres: muchedumbres, multitudes, públicos, etc. En el estudio de las masas además de confusión y polémica encontramos enfoques desde la sociología, la psicología y entre ellas lo que podríamos denominar como intermedios.
Los primeros apuntan a que la masa es un ente diferente a los individuos y suma una suerte de alma colectiva, a modo de conciencia o espíritu supraindividual. Los segundos señalan que las personas en la masa siguen con su comportamiento individual; sin embargo, más intenso y sin inhibición, y algunas son capaces de liberar tensión y de dejar aflorar instintos reprimidos o deseos inconscientes censurados. 

El enfoque intermedio dice que no se pierde la identidad individual del todo, pero que sí hay más emotividad y sugestionalidad personal, y afloran impulsos reprimidos por el individuo toda vez que estos se conjugan con determinadas condiciones socioculturales presentes.
De manera general y resumida podemos decir que las masas son fenómenos de la vida social y que sólo algunos pueden llegar a considerarse patológicos. Se trata de un fenómeno sociológico cuya unidad viene dada por el hecho de que una pluralidad de personas se encuentran en interacción tal, que pueden reaccionar o reaccionan de una forma más o menos homogénea y simultánea, ante un estímulo común o según un interés compartido, sin llegar a organizarse.

"Una masa es un conjunto transitorio
De individuos iguales, anónimos y semejantes,
En el seno del cual las ideas
Y las emociones de cada uno tienden
A expresarse espontáneamente"
Serge Moscovici .


Las características
Fenómeno colectivo y pluralidad de personas.
Fenómeno unitario o reacción pasiva o activa a un estímulo común; sin organización, amorfo, no forzosamente desorganizado; transitorio, de carácter esporádico, con falta de organización, inestable y efímero; indiferenciado, con personas anónimas, despersonalizadas, sustituibles, heterogéneas, incontables; fluido, con personas que entran y salen sin que se produzca cambio o disolución; anonimato, sin normas o pautas previstas.
Si bien Le Bon ha sido muy criticado, presenta ideas rescatables, y es que más allá de las inconsistencias y olvidos, existe una línea de pensamiento en su investigación que parece no sólo lógica, sino también comprobada históricamente. En particular cuando se trata de los rumores que surgen en una situación que podríamos llamar de “crisis social”, con una cultura política de desconfianza en medio de una crisis económica y en una época cercana a un convocatoria electoral, Le Bon afirma que "En el alma colectiva se borran las actitudes intelectuales de los hombres y, en consecuencia, su individualidad.

Lo heterogéneo queda anegado por lo homogéneo y predominan las cualidades inconscientes”. Además pone especial énfasis en la sugestibilidad y en la credibilidad excesiva y contagiosa; unidad mental (lo denomina) sin sentido crítico, con sentimientos irresistibles, exagerados y simples; instintos incontrolables; irritabilidad e impulsivilidad; autoritarismo e intolerancia; sentimiento común a modo de “supraespíritu” o alma colectiva de la masa; embriaguez colectiva; creencias fijas; incapacidad de racionalización y mucha imaginación; individuos que no distinguen la apariencia de la realidad. Incluso habla de "alucinaciones colectivas" y presenta varios ejemplos históricos. Añade que "los aspectos maravillosos y legendarios de los acontecimientos son los que más atraen a las masas" y como consecuencia, todo nos hace pensar y dar verisimilitud a los rumores. 
El ser humano siente cierto placer en la obediencia; la credulidad otorga un gran peso al líder, y a la imitación también como forma de sugestión, misma que se encuentra en la comunicación: por ejemplo, en los periódicos. Es más, la aparición del medio escrito ha disminuido la incidencia del rumor, lo cual hasta cierto punto puede ser real, pero en la actualidad, con el internet, consideramos que el rumor ha recobrado un nuevo soplo de vida, si es que en algún momento lo había perdido. La imitación, o estado hipnótico, favorece los comportamientos automáticos, ideas repetitivas que se propagan y desarrollan sentimientos comunes, corrientes de opinión, persuasión e influencia, incluso entre los sujetos alejados físicamente y sin contacto directo por al actual uso de internet.
Freud, por su parte, pensaba que las masas funcionan entre el sueño y la hipnosis desde el inconsciente, sobrecargadas de emociones, y las califica de locas y primitivas, una suerte de regresión intelectual y afectiva de la civilización misma. En la masa no se reprimen las tendencias inconscientes, desaparece la conciencia y el sentimiento de responsabilidad, y son crédulas e influenciables. Para Le Bon eran como mujeres, para Freud son asimiladas a la infancia o a los neuróticos. Coincide en varias cosas con este autor y afirma, por ejemplo: "Su afectividad queda extraordinariamente intensificada y, en cambio, notablemente limitada su actividad intelectual" (Freud). Menciona la imitación como Tarde o la sugestión como Le Bon, pero se remite más a un proceso de identificación, y subraya el papel de la líbido en la psicología de las masas. Eso sí, termina centrándose en las multitudes artificiales y formales, en las asociaciones estables, tales como el Ejército o la Iglesia. Presenta a la líbido como una impulsora de la psicología colectiva, algo así como el alma de las masas, a las que cohesiona y da fuerza, toda vez que las sugestiona. También habla del amor en el mismo sentido, de los lazos afectivos que vinculan, además de la importancia de la identificación, o creación del yo sobre el modelo del otro. Identificación, repetición, mimetismo como reproducción, hipnosis y seducción son varias de las cuestiones que comenta en su obra en relación con la psicología colectiva de las masas.

Si generalizamos podríamos decir que usualmente los rumores surgen por la falta de información o por la incongruencia y confusión de la misma, además de por la sorpresa, las emociones suscitadas, etc. En este marco es obvio, que: "Un aumento de la ambigüedad o una supresión de los criterios objetivos se traduce en un estado de incertidumbre interna en los individuos. A partir de ese momento están predispuestos a someterse a la influencia de los demás, la incertidumbre es la ansiedad difusa en cada hombre que se siente el juguete de fuerzas hostiles y desconocidas" (Moscovici). Así es como los grupos humanos reaccionan ante un estímulo, espontánea y transitoriamente, expresando ideas y emociones en forma de rumores que dejan aflorar instintos, exageran sentimientos, se sugestionan y contagian de creencias fijas, deseos no conscientes, liberan tensión, confunden realidad con apariencia, y se desrresponsabilizan personal y socialmente, todo ello ante la incertidumbre y la ansiedad.

Un claro ejemplo de todo esto es el miedo que se vivió en la Francia de 1789, con los rumores y acciones de las multitudes. Personas que vagabundeaban desmoralizadas, con miedo y hambre, se unían en grupos acabando a veces por ser los delincuentes y protagonistas de rumores y hazañas varias; pero, además, surgió con fuerza la creencia en un supuesto complot de la clase aristocrática. Puede afirmarse que el pánico fue producto de la ola de rumores generales y terrores locales:

Además del sentimiento de inseguridad que lógicamente despertaba la situación económica y las circunstancias políticas, en el origen de los pánicos existe la idea de que un partido o una clase social amenaza la vida y los bienes de la mayoría de la nación, a veces con ayuda del extranjero. Este temor universal y siempre idéntico da a las alarmas sociales, cuya ocasión e importancia son variables, su valor emotivo y su expansión.

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