“Darle la espalda a Malcom X ha sido uno de mis
mayores errores en la vida y uno de los que
más me arrepiento. Desearía poder decirle
a Malcom cómo lo siento”.
Mohammed Ali
“Si matas a mi perro, es mejor que escondas a tu gato”.
Mohammed Alí
Alí, el hombre que desafío al ejército estadounidense.
En 1966, Alí fue convocado a sumarse al ejército para viajar
a Vietnam, pero se negó a ir. Alegó la objeción de conciencia por motivos
religiosos y no fue sutil para hacerlo, declaro: "Pueden preguntarme lo
que quieran sobre la guerra de Vietnam y siempre me escucharán decir lo mismo,
no tengo problemas con los vietcong. Ningún vietcong me ha llamado nigger".
Declaración que hizo más que enojar a los más altos círculos del poder
norteamericano.
No sólo fue un prodigio en el cuadrilátero, también sacudió a
la sociedad estadounidense de los 70. Luchó por los derechos civiles de la
minoría negra y escandalizó al país al oponerse a la guerra de Vietnam. Fue
protagonista de una revolución en el corazón del servicio militar
estadounidense.
Durante todo 1966 hubo sucesivos requerimientos contra la
decisión de declararlo apto para el servicio, alegando razones de conciencia
debido a su religión, pero sólo consiguió algún aplazamiento para que pudiera
defender su título.
Sus
fuertes declaraciones opositoras no ayudaron, y tras una negativa del Tribunal
Supremo a concederle un nuevo aplazamiento para su incorporación a filas,
Mohamed Alí se presentó en el Centro de entrenamiento del Ejército de Houston. Permaneció
inmóvil, callado, sin hacer caso a los requerimientos del oficial de
alistamiento que le ordenaba repetidamente que sería condenado por desertor, pero
él no abandonó su postura. El campeón no respondía al nombre de Cassius Clay,
tampoco al de Mohamed Alí. Ese mismo día, la Comisión Atlética del Estado de
Nueva York le quitó su título mundial y de la licencia de boxeador.
La foto muestra el instante preciso cuando Mohamed Alí
se
presenta en el Centro de entrenamiento del Ejército
de Houston para enlistarse e ir a la guerra de Vietnam.
Fue condenado a
cinco años de cárcel por el Tribunal Federal de Houston. Comenzó así un largo
periplo de tres años y medio alejado del boxeo. Siempre se negó a retractarse,
convencido de que cuando pudiera volver a boxear recuperaría su condición de
campeón y su corona. Pasó por libertad provisional bajo fianza, recursos de
apelación, y otras cuestiones judiciales, hasta que salió. Comenzó a viajar por
el país, a presentarse en conferencias en escuelas y universidades. Una
sociedad estadounidense más opositora a Vietnam empezó a entenderlo.
Aí junto a Bob Dylan
En septiembre de
1970, un juez federal de Texas consideró que la suspensión de Clay era
"arbitraria e irrazonable" y, poco después, la misma comisión que lo
había desposeído del título le concedió de nuevo la licencia para boxear.
Muhammad Alí
regresó al ring en octubre de 1970. Obtuvo dos victorias, pero perdió el
combate por el título contra Joe Frazier, el 8 de marzo de 1971. Habría otra
oportunidad. Volvió a enfrentarse a Frazier y ganó por puntos.
En octubre de 1974
recuperó el título de los pesos pesados al dejar fuera de combate en el octavo
asalto al campeón George Foreman. Fue el combate del siglo, en Zaire, ante
120.000 personas. Él lo sabía, ese título que le quitaron por oponerse al
ejército, volvería a ser suyo.
Cada acción, cada
decisión tiene sus consecuencias y eso Mohamed Alí lo tuvo siempre claro. Las
asumió, las retó y como todo campeón; las ganó.
Mediados de Julio 2020 ...
ResponderEliminarMe parece muy oportuno este comentario,en esta fecha, destacando la fortaleza de un hombre que defendió sus convicciones exponiéndose a todo tipo de sanciones:cárcel, ser despojado de su título de campeón etc.Al final, su país entendió que no estaba equivocado,que las convicciones personales deben ser siempre defendidas, aunque duela ...
Sería deseable que muchos políticos aprendieran de Mohamed Alí ... políticos que traicionan sus convicciones por cualquier dádiva...
Esta es la razón de por qué este campeón de box siempre estará vigente :
¡las convicciones no se transan !