“La visión que glorifiques en tu mente, el ideal que ganó el trono de tu corazón.
Con esto construirás tu vida, en eso te convertirás.”
James Allen
Nuestras circunstancias del presente son siempre el efecto de causas previas y, al mismo tiempo, son también la causa de las circunstancias subsiguientes. No existen causas que no sean efectos de causas previas, como así tampoco, efectos que no sean causa de más efectos, y así, simultánea y sucesivamente. Sin embargo, para ello se requiere necesariamente que el individuo deje de externalizar compulsiva e inconscientemente su visión, y que pase más bien a internalizarla. De este modo, los efectos conflictivos introducidos por la mente serán al mismo tiempo causa de una mentalidad más problemática y desequilibrada, mientras qué, aquellos que sean funcionales, darán forma a estados mentales más apacibles y eficientes. Es tan solo cuando nos damos cuenta de aquello que antes no veíamos, justamente porque elegíamos ver en otra dirección que nos volvemos más conscientes de los efectos que habíamos estado introduciendo inconscientemente en nuestra vida y, de este modo, nos facultamos para sustituirlos por otros más útiles y constructivos.
Cuando un efecto problemático inconsciente (pensamiento o patrón disfuncional) es observado conscientemente en el nivel de la mente, automáticamente es interrumpido por la misma consciencia, y el efecto "dominó" problemático que desencadenaba, es detenido. Ahora, precisamente porque está dotado de consciencia, el ser humano tiene la capacidad potencial de observar su propia mente y de lograr comprender su mecanismo operacional, para, de este modo, poder darse cuenta del impacto que esta tiene al introducir constantemente efectos en el campo experimental de su propia vida.
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