“Al menos no pretendo ser inocente.”
Rafael Reig
Todos nos arrepentimos de algo que hicimos en el pasado o alguna experiencia que no aceptamos del todo, es normal, nos pasa a todos. El problema aparece cuando ese arrepentimiento nos tortura en el presente. Para poder reconciliarnos con nuestro Yo del pasado, tenemos que entender que esas vivencias nos hicieron lo que somos hoy.
Somos seres en desarrollo, estamos en constante cambio, tanto físico como emocional. Nos construimos desde lo más simple hasta lo más complejo. Mi Yo del pasado, forma parte de mi Yo del presente, y mi Yo del futuro está integrado en lo que soy hoy. Con el Yo emocional tendemos a criticar nuestras habilidades afectivas y emocionales sin tener en cuenta que para aprenderlas fueron necesarios esos momentos, tal vez de "prueba y error". Necesitamos seguir practicando antes de que efectivamente sepamos cómo lidiar con las distintas situaciones que encontraremos.
Por alguna razón creemos que es algo que nos debería salir natural, pero no es así, por lo tanto, pelearnos y reprochamos por no haber sabido hacer o manejar algo, es alejarnos del proceso. Es natural que nuestro Yo del presente sepa mucho más que nuestro Yo del pasado, porque son las experiencias que vivimos lo que nos va moldeando el cómo hacemos las cosas en el presente, no es que antes hayamos sido menos inteligentes, sino que no teníamos la misma cantidad de información para considerar en nuestras deliberaciones. Es imprescindible aceptar y reconocer que nuestro Yo del pasado sintió, actuó y pensó acorde a las herramientas de ese momento. No podemos cambiar el pasado, pero si podemos actuar en el presente para que las cosas sean diferentes en el futuro.
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