Si siempre dijéramos la verdad, el mundo se derrumbaría.
"En realidad, ¿Qué sabe el hombre de sí mismo? ¿Sería capaz
de percibirse a sí mismo, aunque sólo fuese por una vez, como si estuviese
tendido en una vitrina iluminada?
Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de
árboles, colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que metáforas
de las cosas que no corresponden en absoluto a las esencias primitivas."
Friedrich Nietzsche
Albert Einstein
Rabindranath
Tagore
Mark
Twain
Todos, en mayor o menor medida, por acción o por omisión,
mentimos. Lo hacemos en la medida que no decimos lo que pensamos o que decimos
lo que no pensamos o no sabemos, o incluso lo que sabemos incierto. La pérdida
de la espontaneidad es un proceso evolutivo cuyas etapas vamos consumiendo
desde niños, conforme se asienta en nosotros la convicción de que la sinceridad
no siempre es posible ni conveniente porque puede causar perjuicios al receptor
de la comunicación, o al propio emisor.
Hay mentiras más positivas que ciertas verdades: son muchas
las situaciones en que una mentira sabiamente trasmitida genera un efecto
beneficioso, o cuando menos paliativo, como para que establezcamos categorías
morales sobre la aparente dicotomía verdad-mentira. Si a esto unimos que todos
mentimos u ocultamos verdades relevantes, quizá convendría desdramatizar el
hecho de la mentira para poder así abordarlo con sensatez y sentido de la
medida. La intención cuenta, y mucho. Según el diccionario mentir es “decir
algo que no es verdad con intención de engañar”. Y si buscamos una definición
más académica, nos topamos con “expresión o manifestación contraria a lo que se
sabe, cree o piensa”. Así que quien engaña o confunde sin ser consciente de
hacerlo, no miente: simplemente trasmite a los demás su equivocación. La
relación que cada persona mantiene con la mentira es bien distinta a la de los
demás.
Hay quienes sólo recurren a la mentira cuando es compasiva, o cuando les
proporciona resultados positivos sin generar engaño importante, o si se trata
de un asunto banal. Y también los hay que mienten casi por costumbre pero sólo
en temas poco relevantes. Pero no podemos olvidar a quienes mienten a
conciencia, generando daño a los demás o persiguiendo beneficios personales. Y
algunos mienten, o callan verdades necesarias, por timidez, vergüenza o falta
de carácter. Por otro lado están los mentirosos patológicos, que mienten con
una pasmosa facilidad, ya por conveniencia ya por una cínica falta de respeto a
la verdad.
El gran poder de la mentira radica en el hecho de que se
acaba creyendo en aquél que miente. La cosa puede llegar al paroxismo cuando
uno vive en un ambiente donde la mentira es moneda de cambio habitual. El peligro
del político es que llegue a creerse sus propias mentiras. Entonces pierde la
realidad de vista, se aleja de la ciudadanía, de los problemas reales de la
gente y se sumerge en un mar delirante de proyectos preelectorales para captar
el voto. Sólo el político con pedigrí sabe que nada vale más que la verdad.
Incluso para mentir es necesario conocer la verdad y por nada del mundo
renunciaría a ésta. Quizá no diga toda la verdad, quizá se mueva sutilmente
bordeando el manto de la mentira, pero jamás se creerá sus propias mentiras.
Nos hemos acostumbrado a la mentira. Mentimos por compasión, la famosa mentira
piadosa que siempre es más piadosa con nosotros que con el destinatario, por
conveniencia, por utilidad; mentimos llevados por la ocasión, nos mentimos a
nosotros mismos más que a nadie sobre la Tierra. Siempre encontramos mil
razones para mentir y casi ninguna para decir la verdad. Lo más triste es que
los primeros engañados somos nosotros mismos.
Por eso, señores políticos en plena campaña, ojo al dato.
¡ Qué buen artículo: la mentira !
ResponderEliminarEl autor parte de una premisa cierta : Todos mentimos ...
A contar de ahí,
nos entrega un par de definiciones de ella. Menciona las causas o motivos; las categoriza y
señala sus consecuencias.
A modo de reflexión :
¿ Desdramatizar la mentira porque "todos mentimos y ocultamos verdades relevantes para abordarla con sensatez y sentido de la medida " ? Me parece que es un buen tema para reflexionar...
Muy cierta es la afirmación que el autor hace en cuanto a que cuan do mentimos , los
primeros engañados somos nosotros mismos.
Coincido en que la espontaneidad se pierde con el paso de los años y de allí que es una creencia que nadie discute, que los niños dicen siempre la verdad...
Según el autor, mentimos porque no estamos conformes con nosotros mismos, porque queremos agradar a otros, porque no deseamos hacer daño, por vergüenza, por obtener un beneficio determinado ... Las razones son variadas, pero lo difícil de esto , sea cual fuese el
motivo , lo cierto es que la mentira obliga a su autor a vivir con el peso de ella ...
Termina haciendo un llamado a los políticos, con lo que se concluye que , por aspiraciones electorales, ellos son los más mentirosos y los que causan más daño ya que sólo los mueven ,sus aspiraciones personales.El político, al mentir,se entusiama tanto con su propuesta
que llega a creérsela y de ahí su distanciamiento con la realidad que vive el ciudadano común .
Se advierte un gran trabajo de investigación ...
Excelentes citas ...