lunes, 8 de julio de 2019

EL PODER DE LA MENTIRA

Si siempre dijéramos la verdad, el mundo se derrumbaría.


"En realidad, ¿Qué sabe el hombre de sí mismo? ¿Sería capaz de percibirse a sí mismo, aunque sólo fuese por una vez, como si estuviese tendido en una vitrina iluminada?
Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles, colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas que no corresponden en absoluto a las esencias primitivas."

Friedrich Nietzsche


 “El que se erige en juez de la verdad y el conocimiento es desalentado por las carcajadas de los dioses.” 

Albert Einstein


 “La verdad no está de parte de quién grite más.” 

Rabindranath Tagore



 “Si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada.” 

Mark Twain


Todos, en mayor o menor medida, por acción o por omisión, mentimos. Lo hacemos en la medida que no decimos lo que pensamos o que decimos lo que no pensamos o no sabemos, o incluso lo que sabemos incierto. La pérdida de la espontaneidad es un proceso evolutivo cuyas etapas vamos consumiendo desde niños, conforme se asienta en nosotros la convicción de que la sinceridad no siempre es posible ni conveniente porque puede causar perjuicios al receptor de la comunicación, o al propio emisor.
Hay mentiras más positivas que ciertas verdades: son muchas las situaciones en que una mentira sabiamente trasmitida genera un efecto beneficioso, o cuando menos paliativo, como para que establezcamos categorías morales sobre la aparente dicotomía verdad-mentira. Si a esto unimos que todos mentimos u ocultamos verdades relevantes, quizá convendría desdramatizar el hecho de la mentira para poder así abordarlo con sensatez y sentido de la medida. La intención cuenta, y mucho. Según el diccionario mentir es “decir algo que no es verdad con intención de engañar”. Y si buscamos una definición más académica, nos topamos con “expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, cree o piensa”. Así que quien engaña o confunde sin ser consciente de hacerlo, no miente: simplemente trasmite a los demás su equivocación. La relación que cada persona mantiene con la mentira es bien distinta a la de los demás. 

Hay quienes sólo recurren a la mentira cuando es compasiva, o cuando les proporciona resultados positivos sin generar engaño importante, o si se trata de un asunto banal. Y también los hay que mienten casi por costumbre pero sólo en temas poco relevantes. Pero no podemos olvidar a quienes mienten a conciencia, generando daño a los demás o persiguiendo beneficios personales. Y algunos mienten, o callan verdades necesarias, por timidez, vergüenza o falta de carácter. Por otro lado están los mentirosos patológicos, que mienten con una pasmosa facilidad, ya por conveniencia ya por una cínica falta de respeto a la verdad.

El gran poder de la mentira radica en el hecho de que se acaba creyendo en aquél que miente. La cosa puede llegar al paroxismo cuando uno vive en un ambiente donde la mentira es moneda de cambio habitual. El peligro del político es que llegue a creerse sus propias mentiras. Entonces pierde la realidad de vista, se aleja de la ciudadanía, de los problemas reales de la gente y se sumerge en un mar delirante de proyectos preelectorales para captar el voto. Sólo el político con pedigrí sabe que nada vale más que la verdad. Incluso para mentir es necesario conocer la verdad y por nada del mundo renunciaría a ésta. Quizá no diga toda la verdad, quizá se mueva sutilmente bordeando el manto de la mentira, pero jamás se creerá sus propias mentiras. Nos hemos acostumbrado a la mentira. Mentimos por compasión, la famosa mentira piadosa que siempre es más piadosa con nosotros que con el destinatario, por conveniencia, por utilidad; mentimos llevados por la ocasión, nos mentimos a nosotros mismos más que a nadie sobre la Tierra. Siempre encontramos mil razones para mentir y casi ninguna para decir la verdad. Lo más triste es que los primeros engañados somos nosotros mismos.
Por eso, señores políticos en plena campaña, ojo al dato.




1 comentario:

  1. ¡ Qué buen artículo: la mentira !
    El autor parte de una premisa cierta : Todos mentimos ...
    A contar de ahí,
    nos entrega un par de definiciones de ella. Menciona las causas o motivos; las categoriza y
    señala sus consecuencias.
    A modo de reflexión :
    ¿ Desdramatizar la mentira porque "todos mentimos y ocultamos verdades relevantes para abordarla con sensatez y sentido de la medida " ? Me parece que es un buen tema para reflexionar...
    Muy cierta es la afirmación que el autor hace en cuanto a que cuan do mentimos , los
    primeros engañados somos nosotros mismos.
    Coincido en que la espontaneidad se pierde con el paso de los años y de allí que es una creencia que nadie discute, que los niños dicen siempre la verdad...
    Según el autor, mentimos porque no estamos conformes con nosotros mismos, porque queremos agradar a otros, porque no deseamos hacer daño, por vergüenza, por obtener un beneficio determinado ... Las razones son variadas, pero lo difícil de esto , sea cual fuese el
    motivo , lo cierto es que la mentira obliga a su autor a vivir con el peso de ella ...
    Termina haciendo un llamado a los políticos, con lo que se concluye que , por aspiraciones electorales, ellos son los más mentirosos y los que causan más daño ya que sólo los mueven ,sus aspiraciones personales.El político, al mentir,se entusiama tanto con su propuesta
    que llega a creérsela y de ahí su distanciamiento con la realidad que vive el ciudadano común .
    Se advierte un gran trabajo de investigación ...
    Excelentes citas ...

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