jueves, 25 de julio de 2019

NECEDAD


“Todos los cerebros del mundo son impotentes contra 
cualquier estupidez que esté de moda.”
Voltaire 

“Todos los que parecen estúpidos, lo son y,
 además también lo son la mitad de los que no lo parecen.”
Francisco de Quevedo

“Estupidez humana. Humana sobra, 
realmente los únicos estúpidos son los hombres.”
Jules Renard

“La estupidez insiste siempre.”
Albert Camus

“Las personas no están jamás tan cerca de la estupidez 
como cuándo se creen sabias.”
Jean Baptiste Moliere

“Las tiranías fomentan la estupidez.”
Jorge Luis Borges


Una opinión particularizando un tentáculo de la estupidez.

Algunos nacen estúpidos
Otros alcanzan el estado de estupidez

A algunos la estupidez se les adhiere
Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos o por sus genes o por su educación o… etc., es el resultado de un duro esfuerzo personal. En realidad, algunos sobresalen y son el estúpido full y perfecto. Evidentemente, estos son los últimos en saberlo, y uno se resiste a ponerlos sobre aviso, pues la ignorancia de la estupidez es la retroalimentación de la misma.

La estupidez reviste formas muy variadas que muchas veces es sustancia fundamental del escritor satírico. Paul Tabori nos recuerda que “ha sobrevivido a millones de impactos directos, sin que éstos lo hayan perjudicado en lo más mínimo”. Pero ha olvidado mencionar, quizás porque es demasiado evidente, que si la estupidez desapareciera, el escritor satírico carecería de tema, porque como lo señaló Christopher Morley; “en un mundo perfecto nadie reiría”. Es decir, no habría nada que fuera ridículo.
Pero, ¿podría calificarse de perfecto a un mundo del que la risa estuviera ausente? Quizá la estupidez es necesaria para dar no sólo empleo al autor satírico, sino también entretenimiento a los núcleos minoritarios como los discretos, los sensatos o los que poseen inteligencia suficiente para comprender que lo son.
Y cuando empezamos a creer que una ligera dosis de estupidez no es cosa tan temible, Tabori nos previene que, en el trascurso de la historia humana, la estupidez ha aparecido siempre en dosis abundantes y mortales. Una ligera proporción de estupidez es tan improbable como un ligero embarazo. Más aún, las consecuencias de la estupidez no sólo son cómicas sino también trágicas. Son reideras, pero ahí concluye su utilidad. En realidad, sus consecuencias negativas a todos influyen, y no sólo a quienes la padecen.

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