“…Me confesó la luna
que nunca tuvo amores
que siempre estuvo sola
soñando frente al mar …”
Anoche hablé con la luna
Antonio Machín
Gran parte de la humanidad está
incapacitada para vivir en soledad, muchos dependen de otros porque resulta más
fácil repetir. Cuesta indagar por uno mismo, no queremos trabajar
interiormente. La soledad abruma, aplasta y no sabemos cómo hacer para vivirla.
¿Qué es la soledad? La respuesta
está en cada uno de nosotros. Hay una carencia espiritual muy grande en nuestro
centro, poblado de añoranzas, instalado en el ayer. Nunca nos sentiremos
abandonados si en nosotros existe lo otro, aquello que nos brinda el
bienestar del alma.
Los bienes materiales no sirven más
que para acumularlos y jamás podrán llenar el enorme vacío incubado por
carencias. La sociedad entera se encuentra inmersa en un frenesí alocado de
satisfacciones personales, donde prima el consumismo atroz y desmedido que nos
lleva a la depredación. El hombre es un ser auto-depredador.
La soledad asusta, es un fantasma
vivo reflejado en el espejo cotidiano y por eso deseamos negar la imagen que
nos devuelve en compañía de otros, andar como si fuésemos manadas, todos
enfilados hacia un mismo lugar. Millones y millones de personas creen estar
acompañadas aún cuando recorren los grandes centros comerciales. Nos vamos de
vacaciones a idénticos lugares, apiñados, por no querer estar solos. En el fondo
sentimos miedo.
Cuando comprendemos el verdadero
valor de vernos a nosotros mismos tal cual somos, sin ataduras mentales ni
espirituales, allí se revela la cuestión central de todo nuestro dolor. Al no
contemplar la realidad de lo que nos afecta siempre estamos escapando de lo que
nos pasa. Huir es más fácil a tener que enfrentarnos ante un hecho concreto.
Muere un ser querido y no estamos preparados para convivirlo con su ausencia.
La sociedad no nos enseña a desprendernos, nos educan para ser prácticos,
eficaces y generar ganancias materiales. Por eso reina tanta tristeza a nuestro
alrededor, no sabemos cómo vivir ni de qué manera afrontar la propia soledad.
Escapamos constantemente, nos evadimos en distracciones por no querer estar
solos, reconociendo las voces que albergan nuestra esencia. Para la sociedad
occidental la muerte es un espanto, sin embargo es una forma de aprendizaje
reveladora que nos hace disfrutar al máximo de la vida. La persona que queda
comienza a sufrir intensamente el martirio de su soledad, el dolor ocasionado
por la pérdida que destroza su capacidad de discernir, no puede asimilar, no
entiende el desapego. En realidad no podemos estar apegados a nada ni a nadie,
incluso yo mismo puedo dejar de escribir y morir ahora. Por eso no tendría que
ser una sorpresa la muerte de nadie, nos sorprendemos porque no nos han
preparado y la mayor soledad es la de quien se queda solo.
La soledad destruye o fortalece, es
uno quien decide el camino a seguir. Yo elijo ahondar, fortalecerme y aprender
a quedarme junto a ella, introducirme en su maravillosa experiencia y poder
descubrir estas palabras que dejo aquí.
¡ Cuánta verdad contiene este artículo !
ResponderEliminarDescribe acertadamente que no estamos preparados para aceptar la partida de los seres amados, de cómo no afrontamos,en carne viva, el dolor del alma y nos defendemos de ese dolor saturándonos de actividades, viajando, buscando amistades, lo que sea para no enfrentar el dolor del alma ..
La soledad permite ese diálogo consigo mismo, pero es un diálogo descarnado al inicio que nos permite descubrir qué tipo de persona somos y debemos estar preparados para ese descubrimiento ...que quizás no nos guste conocer ...pero esto es indispensable porque desde allí, asumidos de qué tipo de persona somos podemos construír una mejor...y siendo así, nuestro norte es más definido, sabemos hacia dónde vamos, qué esperamos de la vida y elegimos con mucho cuidado nuestras amistades... La soledad no nos duele... más bien nos enriquece... se precisa de ella para salir del colectivo que nos hacer perder lo esencial del ser humano : nuestra singularidad ... es allí, en lo íntimo cuando nos reencontramos con nosotros mismos , sin máscaras, sin modelos a seguir ... y , siendo así, disfrutamos la soledad que buscamos como un ansiado reencuentro con lo que más conocemos: yo mismo ... esta soledad es muy positiva ...
Pero está la otra soledad, la no buscada, la que duele, la que se sufre y que sólo se aspira a abandonar cuánto antes ... y en ese proceso aceptamos cualquier cosa , no seleccionamos amistades ni amores porque se vive una etapa de desesperación y necesitamos llenar esa soledad ... esto trae más dolor a nuestra vida ...
Entonces, la pregunta es : ¿ qué soledad vivimos ?
Me encantó este artículo porque además de invitarme a la reflexión lo encontré tan auténtico y genuino como positivo y esperanzador...
Disfruté su lectura y los derroteros señalados...
Gracias