lunes, 30 de julio de 2018

UNA AGÜITA CON LA NELLY



Me hablaste pero no reconocí los ojos, ni la voz  ni el rostro… no me recuerdas dijo? soy la Nelly, recuerdas que con mis padres visitábamos a tu familia?
Y aquí estoy observándola. Me gustaría adentrarme en su cabeza, así como lo haría cualquier sustancia psicoactiva, revelando lo que intentas ocultar en un día normal con comportamientos socialmente aceptables. ¿Eso es lo que realmente traes en tu mente? Parpadeo y decodifico la dilatación indicada para poder notar la tristeza detrás de una sonrisa, la oscuridad de unos iris color avellana, el silencio escondido en unas palabras vacías. 

Te veo dibujando sueños atrapada en cada espacio en blanco de tu pared, solo deseando que la mala vida se vaya por el agujero de en medio. Pero se te olvidó que tu piel blanca delata la nada en la que te encuentras? se te olvidó que los agujeros negros también guardan? se te olvidó que no puedes ocultar la oscuridad de la noche cuando hay tantas estrellas delatando tu existencia? Las sonrisas más bellas son las que están rotas. Te escucho, aunque no me hables, y no sabes cómo me desarmo al saber que todo marcha como siempre supe que sería, detesto tener la razón. Creo que debo irme, pero no sé cuándo…  debo dejar las maletas listas, no te preocupes, volveré antes de que nuestro café enfríe.

HÉROE ANÓNIMO


Hace muchos años leí el libo “El canto truncado” escrito por Joan Jara. Al contrario de lo que se puede creer, la temática no es precisamente el asesinato de Víctor Jara, sino un retrato de su personalidad, su vida campesina en Talca, su vínculo con el arte, su proyecto familiar de esposo, de padre, de su ternura e idealismo.
Al final del libro, en no más de tres hojas alude por única vez el hecho de su muerte y destaca que en ese 16 de Septiembre, después de tener por fin el cuerpo de Víctor para sepultarlo, fue a su casa a cambiarse ropa y comer algo,  prendió el TV para ver noticias y de un momento a otro aparece *la cortina musical con el famoso baile de “Tebito” y de fondo el son de Charagua, agrega Joan Jara que debido a la premura del trámite y el estrés no había llorado, pero en ese momento lanzó un inmenso llanto contenido porque sintió la solidaridad de la gente.


Termina agradeciendo al operador de Televisión Nacional que en forma anónima y completamente arriesgada, se tomó un momento para homenajear a Víctor. De él nunca supo. 

VIRGINIA WOOLF, UNA GRAN MUJER



A propósito de feminismo, quiero destacar la óptica de Virginia Woolf. Escritora y considerada pionera del feminismo, en este sentido escribió sobre experiencias de la mujer que nunca nadie había relatado antes.

Fue diagnosticada de bipolaridad y los efectos de la enfermedad marcaron su vida. Profundas depresiones le dificultaron su labor como escritora. El 28 de marzo de 1941 Virginia llenó su tapado con piedras caminó hasta el río Ouse, cercano a su casa, y se dejó llevar por las aguas.
Si bien su obra forma parte de la corriente literaria conocida como "modernismo", sus textos se diferencian sustancialmente de otros autores de la época. Cuando muchos de ellos se dedicaban a escribir sobre sexualidad sin tapujos y con un estilo más directo, Virginia Woolf le prestó atención a los detalles. En este proceso, le dio valor a las emociones y las interpretaciones del mundo que experimentan las mujeres a diario.

Creó una voz femenina que se dedicaba a tratar temas que no encajaban con la tradición. Colocó el acento en las experiencias y los pensamientos internos que se suceden dentro de la mente de sus personajes, especialmente femeninos. Durante la Primera Guerra Mundial sus colegas escribieron historias sobre los sucesos violentos que se daban en el campo de batalla. Como Virginia Woolf  no podía ir a pelear, posó su ojo narrativo en el impacto de la guerra en la vida del hogar, los acontecimientos del día a día. Este abordaje reveló traumas del ámbito personal y la profunda tristeza que se respiraba en el ambiente.
Algunas autoras de la época como Katherine Mansfield la criticaron con dureza por no escribir directamente sobre guerra y política. 
El Patriarcado
En sus novelas y sus muchas cartas para colegas literatos del *Grupo de Bloomsbury* dejaba en evidencia los doble estándares de la época.

Criticó el sistema patriarcal como la base que sustenta la propiedad privada y el mundo del trabajo, plagado de hipocresía, codicia y servilismo.En la actualidad, todos sabemos que la paga de las mujeres en los empleos continúa siendo menor que la de los hombres y que este es un problema a resolver. Sobre esto mismo ya hablaba Virginia Woolf en sus escritos mucho antes de que se organizaran marchas para cambiar la legislación.
En su libro *Un Cuarto Propio* explica con claridad que si una mujer no tiene libertad económica no puede darle rienda suelta a su creatividad y a su intelecto. Propugnaba la idea de igualdad por la que todas las mujeres tuvieran igual acceso a la educación, a un sueldo digno y a ser autosuficientes.Virginia se enfrentó con la educación tradicional con la que había sido criada y propuso una mirada distinta sobre lo “masculino” y lo “femenino”. Sostenía que las características que utilizamos para identificar a  hombre y mujeres están socialmente construidas. Amante del lenguaje en todas sus facetas, Virginia Woolf tocó temas en sus escritos como el lesbianismo y la bisexualidad.

Creía profundamente en el poder de las mujeres y lo demostró en su vida y su literatura. Aún hoy sus propuestas sigue vigentes. Les decía a las mujeres que sigan sus instintos y busquen sus propias razones y que lleguemos a conclusiones que sean nuestras. Cada una puede y debe elegir lo mejor para sí, aunque en el camino le toque desafiar convenciones sociales para lograrlo.


SONETO A MAMÁ - Joan Manuel Serrat


SONETO A MAMÁ

No es que no vuelva, porque me he olvidado
de tu olor a tomillo y a cocina.
De lejos, dicen que se ve más claro,
que no es igual quién anda y quién camina.

Y supe que el amor tiene ojos verdes,
que cuatro palos tiene la baraja,
que nunca vuelve aquello que se pierde
y la marea sube y luego baja.

Supe que lo sencillo no es lo necio,
que no hay que confundir valor y precio,
y un manjar puede ser cualquier bocado

si el horizonte es luz y el rumbo un beso,
No es que no vuelva porque me he olvidado:
es que perdí el camino de regreso,

Mamá..


EL NÚCLEO DURO DE LA CONCIENCIA


Este trabajo está basado en investigaciones, ensayos y charlas realizadas por el neurobiólogo  Dr. Francisco Varela en el Mind and Life Institute de Paris. 2001.

Rompiendo el tabú
Para la ciencia siempre ha sido de gran interés la relación que existe entre conciencia y cerebro. Esta es una dimensión en que la ciencia ha evolucionado mucho puesto que, sin ir más lejos, hace tan sólo diez o quince años atrás, el mismo término era problemático y hoy en día, sin embargo, es motivo de investigación en todo el mundo.
Para iniciar el análisis es importante aclarar la imposibilidad de estudiar la conciencia sin preguntar al sujeto experimental lo que experimentaba. Esta fue una propuesta llena de sentido común que supuso una auténtica revolución para los neurocientíficos que, hasta ese momento, sólo habían prestado atención por la tecnología.
Recordemos que, a mediados del siglo pasado los conductistas habían desterrado el testimonio personal del ámbito de la investigación científica, desdeñándolo como dato esencialmente distorsionado.
Para que esta renovación del interés en el estudio de la conciencia no resulte patente desde fuera de esa cosa tan singular a la que llamamos comunidad científica, cada vez resulta más evidente la extraordinaria importancia que poseen los datos que puede proporcionar el sujeto experimental. Algunas personas llaman a este método fenomenología, experiencia personal o vivencia en primera persona, nombres todos ellos igualmente válidos. Pero, independientemente de la terminología utilizada, la ciencia parece estar empezando a cambiar la actitud con respecto al ámbito de los subjetivo.
Hoy en día existe una amplia diversidad de métodos en primera persona que son más o menos sofisticados hasta el punto de que parte del debate actual gira en torno a los métodos más adecuados a cada circunstancia.

La otra mitad de la historia
Para ilustrar la utilidad que poseen los datos en primera persona podemos plantear lo que ocurre en el cerebro cuando uno tiene una imagen mental.
“Supongamos, por ejemplo, que les muestro esta hoja de papel en blanco, y luego les propongo que cierren los ojos y se la imaginen. La cuestión es si la imagen mental visualizada es de la misma naturaleza que la imagen vista. Ésta es una pregunta cuya respuesta empezó a buscarse en la actividad o inactividad de la corteza visual. Pero la reapuesta que nos proporcionó la investigación realizada en el laboratorio fue muy interesante, en algunas modalidades de imaginería visual, la corteza visual permanece tan activa como cuando uno ve la imagen mientras que, en otros casos, permanece casi inactiva”.

“Cuando, por ejemplo, les propongo que cierren los ojos e imaginen que están dibujando el mapa del camino que hicieron desde sus casas hasta llegar a esta sala, la corteza visual no está muy activa, pero sí que lo está cuando recorren ese tramo.
También existen diferencias individuales en el funcionamiento del cerebro ya que, para desempeñar la misma tarea, la mitad de la población mantiene activa la corteza visual , cosa que no ocurre con la otra mitad. Esta investigación parece responder a la pregunta formulada sobre si todo el mundo presenta el mismo tipo de pautas cerebrales, por cuanto pone de relieve la existencia de un estilo personal de visualización que genera pautas de activación muy diferentes." Este descubrimiento, parece sugerir la necesidad de disponer de datos proporcionados por la primera persona. Y es que, por más coherentes que sean los métodos utilizados por la neurociencia para el estudio de la mente, su interpretación puede ser completamente errónea si no van acompañados de la información proporcionada por el sujeto que se ha sometido al experimento. Si las investigaciones ahora mencionadas sobre imágenes mentales se hubieran basado exclusivamente en técnicas de imagen cerebral, por ejemplo, los resultados hubieran sido muy confusos puesto que, en tal caso, nos hubiéramos visto obligados a concluir que, la mitad del tiempo, la corteza visual permanece activa y la otra mitad inactiva, dependiendo del paradigma experimental utilizado. De este modo, si el único análisis posible de los datos hubiera sido el procesamiento estadístico, nos habríamos quedado con las manos vacías porque, de ese modo, no hubiéramos advertido los diferentes efectos sobre la corteza visual provocados por los distintos estilos de visualización que utilizan las personas. El único modo de comprender lo que está ocurriendo consiste en pedir a las personas que nos expliquen, del modo más concreto posible, lo que estaban haciendo mentalmente mientras se registraba su actividad cerebral. Y es que, a falta de ese tipo de datos de primera persona, la neurociencia está tuerta.

Un experto en el mundo interno 
Un aspecto fundamental de este enfoque (que todavía, por cierto, se halla en pañales) tiene que ver con la pericia del sujeto que realiza la observación. Y es que ser capaz de pasear por un jardín y de ver las plantas no nos convierte en buenos botánicos ya que, para ello, se requiere de la adecuada formación. "Tal vez resulten evidentes las grandes diferencias interpersonales que existen en la capacidad de observar la propia experiencia, pero lo cierto es que se trata de algo muy novedoso - y hasta diría que revolucionario - para la investigación científica occidental. Me parece muy curioso que todo el mundo admita con tanta facilidad que uno tiene que entrenarse para llegar a ser un buen deportista, un buen músico o un buen matemático, pero que al mismo tiempo crea que, en lo referente a la observación de la propia experiencia, no hay nada que aprender. Resulta difícil subestimar la ceguera de nuestra cultura a este respecto." Por ello, se debe corregir el sesgo de los métodos subjetivos proporcionados por la primera persona recurriendo a métodos objetivos (a los que denomina métodos de segunda y de tercera persona). Así, los datos de la "primera persona" son los que nos proporciona el sujeto que tiene la experiencia, los de la "segunda persona" provienen de un observador adecuadamente entrenado y los de la "tercera persona" son los ligados a las medidas objetivas utilizadas por la ciencia. "La idea consistiría en combinar el método de primera persona (que requiere de un adecuado entrenamiento) con el enfoque empírico de la tercera persona (que es el que utiliza la neurociencia actual). Consideremos, en tal caso, lo que ocurriría con una investigación electroencefalográfica que nos permitiese determinar los distintos tipos de actividad eléctrica que se llevan a cabo en el cerebro. El nuevo enfoque que proponemos nos proporcionaría dos versiones diferentes de la misma historia, los datos del EEG (procedentes del enfoque en tercera persona) y el relato proporcionado por el sujeto que nos dice, por ejemplo, que estaba experimentando sorpresa (procedente de la primera persona). La cuestión, pues, consistiría en combinar ambas fuentes para poder así comprender no sólo la experiencia, sino también su fundamento biológico y orgánico. Resumiendo, pues, la cuestión consistiría en redescubrir la importancia de la visión de la primera persona, y la hipótesis de trabajo trataría de utilizar el enfoque empírico para corroborar la descripción realizada por la primera persona. Pero ello nos obligaría, por supuesto, a desarrollar una disciplina sostenida de observación, una idea aparentemente muy novedosa en Occidente.

Una salida en falso 
En 1992, se realizo en Dharamsala (ubicado en las estribaciones indias del Himalaya) un encuentro de científicos, entre los que se hallaba Richard Davison, con la intención de investigar el funcionamiento de algunos monjes y yoghis. Refirido a una investigación que siguió al tercer encuentro del Mind and Life, con el objeto de estudiar la actividad cerebral de meditadores avanzados, yoguis que vivían en pequeñas cabañas ubicadas en las montañas de los alrededores de Dharamsala. En esa investigación participaron Francisco Varela, Richard Davidson, Cliff Saron (colega de Davidson), Greg Simpson, y Alan Wallace actuó como intérprete. Todos los días, durante varias semanas, el equipo de investigación –armado de una carta de presentación subía penosamente el EEG (electroencefalograma) y otros sofisticados instrumentos a lo alto de las montañas para entrevistarse con algún que otro yogui. Y todos los días tropezaban con el mismo escepticismo y los mismos problemas, entre los que cabe destacar la negativa de los yoguis a dejar que se registrase su funcionamiento cerebral. Como muy acertadamente dijo uno de ellos: "No creo que lo que esos aparatos puedan medir tenga mucho que ver con lo que sucede durante mi meditación. Además, si la conclusión a que arribasen fuera que no ocurre nada, ello podría sembrar la duda en la mente de los practicantes". Así fue como, por un motivo u otro, la mayoría de los yoguis acabaron declinando la invitación. Las conclusiones que extrajo Francisco Varela de ese fracaso fueron varias. Una de ellas es que resulta ingenuo solicitar su colaboración para participar en un experimento científico a un yogui que lleva veinte años meditando y no tiene el menor interés en la ciencia. Este tipo de colaboración sólo es posible con tibetanos occidentalizados o con occidentales muy avanzados en la práctica de la meditación. La segunda conclusión fue que las condiciones de ese tipo de investigación son demasiado precarias si las comparamos con el rigor y precisión que nos permiten los centros de investigación. Resulta mucho más conveniente, por tanto, llevar el yogui al laboratorio que el laboratorio al yogui. "Esa fue una experiencia muy interesante que sirvió para que nos diésemos cuenta de que, para poder investigar las habilidades que realmente nos interesan, necesitamos la tecnología adecuada. No bastan, pues, las rudimentarias medidas psicológicas utilizadas en esa temprana ocasión, como el tiempo de reacción. Hoy en día disponemos de una tecnología eléctrica mucho más sofisticada. La experiencia es muy fugaz y, en consecuencia, se escapa de técnicas como el estudio metabólico del flujo sanguíneo que, si bien son muy útiles para otros casos, resultan demasiado lentas para el que ahora nos ocupa, porque son necesarios varios minutos para registrar un aumento del flujo sanguíneo en ésta o en aquella parte del cerebro. "El lapso de tiempo en que sucede una experiencia es así – dijo Francisco Varela chasqueando los dedos, y lo que tenemos que estudiar es miles de veces más rápido, algo que no se produce en el orden de los segundos, sino de los milisegundos. Por ello, las técnicas de medición deben ser de tipo eléctrico u, ocasionalmente, magnético. Y, para hacerlo, tenemos que centrar nuestra atención en estados mentales muy, muy simples y registrar los cambios eléctricos que se llevan a cabo en la superficie del cerebro utilizando para ello un electroencefalógrafo o un aparato muy sofisticado de tipo cuántico que nos permita registrar los campos magnéticos y que, en modo alguno, podríamos llevar hacia los meditadores. Además, también hay que decir que el asunto no sólo consiste en medir, sino en procesar analíticamente los datos obtenidos, un campo en el que hemos avanzado muchísimo, ya que hoy en día disponemos de técnicas que nos permiten extraer gran cantidad de información de datos muy sencillos.

La melodía del cerebro 
Esbozando luego dos objetivos complementarios del programa de investigación emprendido por el Mind and Life Institute. El trabajo de Francisco Varela se centro en la dinámica de la actividad mental de un determinado instante, mientras que la investigación de Richard Davidson se dedicaría a explorar los cambios permanentes que se producen en el cerebro durante un intervalo de meses e incluso de años. "La aparición de la ira, por ejemplo, va acompañada de un período refractario durante el cual uno tiene tiempo para advertir la emergencia de la ira y tratar de suprimir la acción que suele acompañarla. Pero, para ello, es necesario comprender muy bien el funcionamiento dinámico de un instante de la experiencia. ¿Cómo se origina un instante de conciencia, un instante de actividad cognitiva, de percepción o de emoción, por ejemplo? Sólo cuando lo comprendamos, podremos advertir las posibles aplicaciones de esa comprensión y trabajar con ella... pero, por el momento, no sabemos gran cosa al respecto."

Cuando se produce un acto cognitivo - cuando, por ejemplo, tenemos una percepción visual -, esa percepción no se limita a generar una imagen retiniana, ya que son muchas las áreas del cerebro que en ese momento se ponen en funcionamiento. El problema, es el modo en que todas las partes activadas se unifican en una totalidad coherente. Y es que cuando, por ejemplo, le veo a usted (comenta Francisco Varela), el resto de mi experiencia - mi postura y mi tono emocional - no se disgrega, sino que sigue conformando una totalidad. "¿De qué modo ocurre todo eso? Yo concibo que cada una de las distintas regiones del cerebro constituye una especie de nota musical, es decir, que cada una de ellas tiene un determinado tono. ¿ Y por qué hablamos de tono? Porque, empíricamente hablando, las distintas neuronas del cerebro se encuentran en un proceso de continua oscilación. Es como si cada una de ellas hiciera whomp (se hinchara) y luego puff (se deshinchara) – expuso Francisco Varela al tiempo que ilustraba su comentario con una extensión y contracción de sus brazos y, en el momento del whomp, es cuando las olas procedentes de diferentes regiones del cerebro se sincronizan y empiezan a oscilar simultáneamente. "Y es precisamente cuando las distintas oscilaciones se armonizan y oscilan sincrónicamente (lo que se llama entrar en fase) que el cerebro establece una determinada pauta - es decir, que tenemos una percepción -, o llevamos a cabo un determinado movimiento."


Concluyendo cada una de esas oscilaciones constituye una especie de nota musical distinta que, cuando se combinan, crean la música. En ese momento es cuando las distintas pautas de oscilación procedentes de todo el cerebro se funden espontáneamente para crear la melodía, es decir, el momento de la experiencia. Ése es el whomp. Y debo subrayar algo que me parece fundamental y es que toda esa música se crea sin que sea necesaria la presencia de ningún director de orquesta. No existe, en nuestro interior, ningún hombrecito que diga: "Ahora te toca a ti, ahora a ti y ahora a ti" - dijo Francisco Varela, moviendo los brazos en el aire como si fuera un director de orquesta. Las cosas no funcionan así. El mecanismo básico de la integración cerebral consiste en la sincronización provisional de grupos neuronales que se hallan desperdigados por todo el cerebro. Éste me parece un hermoso modo de describir nuestros hallazgos sobre la dinámica de aparición de un instante de la experiencia.

Las familias del cerebro
Entonces (continuó Francisco Varela) ¿Existen diferencias interindividuales al respecto? ¿Cuáles son las variables que determinan su mayor o menor velocidad? ¿Se trata acaso de un proceso estable? ¿Depende de la edad?, Todas esas preguntas me parecen muy interesantes, probablemente se trate de algo muy constante, porque parece que el cerebro se atiene a una ley universal que afecta incluso a los animales. Pero las distintas pautas concretas parecen variar de un individuo a otro en función de su aprendizaje y de su historia personal. O, dicho en pocas palabras, todavía no tenemos las cosas muy claras al respecto. Si se coloca electrodos en diferentes partes del cerebro podrá registrar la presencia de una determinada oscilación. Si coloca otro electrodo en otra región cerebral, advertir la presencia de otra oscilación (de otro whomp). Y hay un momento en que ambas oscilaciones entran en sincronía, es decir, que empiezan y finalizan al mismo tiempo. Ése es el mecanismo básico. - Lo que podemos detectar en una determinada región dependiendo la distancia a la que coloquemos los electrodos. Efectivamente, nosotros utilizamos un casquete de electrodos que recubre todo el cráneo. Y si nos preocupamos por lo que ocurre entre regiones muy separadas, es porque nos interesa la integración a gran escala. Cuando las neuronas están muy juntas - es decir, cuando se trata de una integración a pequeña escala, resulta casi inevitable que se sincronicen porque, de hecho, están conectadas entre sí siguiendo con esta misma analogía, es si una familia de Dharamsala está sincronizada con una familia de Delhi porque, en tal caso, resultaría incuestionable la presencia de algún mecanismo de sincronización interneuronal. Entonces, Francisco Varela proyectó la diapositiva de una imagen [condición de percepción] en blanco y negro muy contrastado que, a primera vista, parecían meras manchas, pero que, tras un escrutinio más detallado, evidenciaba el rostro de una mujer. – ¿Lo ven ahora? – preguntó -. Una vez que lo hayan visto resulta ya casi imposible dejar de verlo, ¿no es cierto? Éstas son las llamadas caras lunares (como las caras que pueden verse en la superficie de la luna) o, dicho en otras palabras, rostros con un contraste muy marcado. No son fáciles de ver, pero casi todo el mundo puede verlas con cierta facilidad si presta atención. Estas caras se reconocen fácilmente cuando se presentan derechas. 


¿Pero acaso pueden verla también ahora? , dijo Francisco, proyectando entonces la misma imagen pero invertida -. Son muy pocas las personas que pueden verla, porque ahora los estímulos invertidos resultan más difíciles de reconocer. Para el propósito de nuestro estudio, denominamos a la primera imagen "condición de percepción" (que las personas no tardan en reconocer) y a la otra "condición de no percepción" (porque no suelen ser reconocidas).



La anatomía de un instante mental

Luego, Francisco proyectó un gráfico que mostraba la secuencia y temporización de su investigación sobre la deconstrucción de un instante mental." En un determinado experimento, Francisco y su equipo pidieron a los voluntarios del laboratorio de París que estaban siendo controlados electroencefalográficamente que presionaran un botón en el mismo instante en que reconociesen una imagen. Toda la secuencia discurre a una velocidad de extraordinaria rapidez que debe medirse en milisegundos, es decir, en milésimas de segundo.
Como evidencia el gráfico, la mente se pone en funcionamiento durante los primeros 180 milisegundos posteriores a la presentación de la pauta en blanco y negro. El acto de reconocimiento se produce entre los 180 y los 360 milisegundos que siguen a la presentación, es decir, cerca del final del primer tercio de segundo. En el siguiente sexto de segundo, el cerebro de la persona vuelve a descansar de ese acto de reconocimiento. El movimiento - la acción de pulsar el botón - se lleva a cabo durante el próximo sexto de segundo. Y toda la secuencia finaliza antes de haber transcurrido tres cuartos de segundo.



Durante la primera décima de segundo no ocurre nada, algo que suelo imaginar como si el cerebro estuviera tratando de ponerse en funcionamiento – comenta Francisco, haciendo brrommbrrrooomm, como si estuviera poniendo en marcha un motor, como si todos los grupos neuronales estuvieran tratando de establecer vínculos para sincronizarse - señalando la primera cabeza del diagrama, en la que apenas si hay líneas de conexión y la imagen todavía no ha sido reconocida. En la siguiente cabeza aparecen súbitamente multitud de conexiones (representadas por las líneas continuas) que van estableciendo vínculos entre células cerebrales ubicadas en regiones diferentes. Entonces empiezan a formarse los grupos y emerge una pauta distintiva. Se trata, ciertamente, de un caso de emergencia, porque nadie les dijo que debía haber una sincronización entre éste y aquel electrodo, pongamos por caso. La sincronización, se produce de un modo completamente independiente. Y sabemos, por otro tipo de evidencias, que tal cosa ocurre cerca de un tercio de segundo después de la aparición del estímulo, es decir, en el momento en que la persona reconoce la presencia de un rostro. Después del momento del reconocimiento pueden ver la presencia de muchas otras líneas que representan, precisamente, lo opuesto de la sincronía. Y es que, en ese momento, el cerebro se desincroniza y cada parte funciona a su aire. Entonces es cuando el whomp se convierte en puff – agregó Francisco, moviendo enérgicamente sus manos en torno a su cabeza o, dicho en otras palabras, entonces el cerebro dice "Borra esa pauta de oscilación"."

– ¿Sería posible llevar a cabo un estudio que no se centrase tanto en los estímulos visuales como en los auditivos, en los sonidos? ¿Advertiríamos entonces la presencia de los mismos procesos de sincronización y desincronización propios de la segunda y de la tercera fase? ¿Y podría luego compararse esa dinámica con la propia del estímulo visual para ver si, en ambas, aparece la misma pauta en la tercera fase? –Ya hemos hecho ese experimento – replicó Francisco y también hemos descubierto la presencia de la misma pauta. Éste es un experimento que hemos llevado a cabo con la audición, con la memoria y con el conflicto atencional entre lo visual y lo auditivo, y, en todos los casos, obtenemos los mismos resultados, la presencia de una determinada pauta en el momento de emergencia de la percepción, seguida de un momento de reconocimiento y de una pauta posterior que acompaña al momento de la acción (es decir, al momento de pulsar el botón). En el momento en que la persona recuerda que debe pulsar el botón se produce una nueva sincronización entre un nuevo conjunto de neuronas. Así pues, aparece el reconocimiento, luego puff, la desincronización y, cuando la persona recuerda que debe pulsar un botón, hace falta una nueva pauta o sincronía entre un nuevo conjunto de neuronas. –Parece, entonces, que el papel de esas neuronas concluye una vez establecida la sincronía. Así es dijo Francisco, es una función meramente provisional. Y eso es, justo, lo que resulta más interesante, porque constituye una especie de demostración de la provisionalidad de los factores mentales - concluyó Francisco, refiriéndose a los elementos básicos que, según el modelo de la mente sustentado por el Abhidharma budista, componen cada instante de la conciencia. Vienen y van y están ligados a pautas neuronales provisionales. Éste fue para mí un gran descubrimiento. Es como si el cerebro se desarticulase activamente y facilitara así una apertura que permitiese el cambio de un momento al siguiente. Primero existe un reconocimiento y luego una acción, pero el paso de uno a otro está puntuado. No se trata, pues, de un flujo continuo, sino de algo así como "percepción... coma... acción". Y esto es algo que se presenta sistemáticamente en cualquier tipo de condiciones. La temporízación de la mente. Los resultados de la investigación dirigida por Francisco Varela concuerdan con los obtenidos por otros investigadores que se han ocupado de temporalizar los movimientos sutiles de la mente. El neurocirujano de la facultad de medicina de la University of California de San Francisco Benjamin Libet, por ejemplo, descubrió que la actividad eléctrica de la corteza motora se origina, aproximadamente, un cuarto de segundo antes de que la persona sea consciente de su intento de mover un dedo. Y otro cuarto de segundo separa la conciencia de la intención de mover el dedo del comienzo del movimiento. Así pues, las investigaciones dirigidas por B. Libet y por F. Varela ponen de relieve la presencia de elementos - de otro modo invisibles que, en nuestra experiencia, se presentan como un único evento, como sucede con el reconocimiento de un rostro o con el movimiento de un dedo. Los instrumentos de medición son muy sensibles, ya que permiten registrar lo que sucede en el orden de los milisegundos. ¿Pero existe acaso también algún diato entre la exposición inicial y el reconocimiento en el caso de que se les muestre a los sujetos la fotografía de un rostro tan familiar que el reconocimiento suceda de un modo inmediato sin necesidad de pensar en ella ni de recordarla? - Éste es un experimento que también hemos se ha llevado a cabo y la respuesta es nuevamente afirmativa ya que, aunque la brecha es en tal caso menor, no deja sin embargo, por ello, de presentarse.

La distinción entre los procesos mentales conceptuales y los no conceptuales ¿Estarían ustedes de acuerdo en que ello sugeriría que el primer momento es de tipo no conceptual (es decir, una mera percepción visual que aprehende la forma en cuestión) y el segundo momento es de tipo conceptual (en el que el sujeto reconoce "Ajá! De modo que se trata de esto!")? Porque debo decirles que tal cosa corroboraría las afirmaciones de la psicología budista. –Eso es, precisamente, lo que le lleva a pulsar el botón - señaló Francisco Varela. Recuerden que primero dice: "Ajá!á. Reconozco esto" y que sólo después pulsa el botón. Y éste es un momento francamente conceptual, mientras que el primero no es más que la percepción de una pauta sin ningún tipo de mediación conceptual.

También se corrobora la afirmación de la psicología budista de que el primer momento es una percepción meramente visual y no conceptual y de que el segundo, independientemente de su duración, es de tipo conceptual? ¿Les parece realmente así? Cuando miro, por ejemplo, a un amigo, reconozco su rostro de inmediato sin tener la menor necesidad de imaginármelo. Parece que es algo que ocurre instantáneamente pero, en realidad... –En realidad, el proceso no dura menos de doscientos milisegundos. Y eso es, precisamente, lo que afirma el budismo. Hablando en términos muy generales, parece tratarse de un proceso instantáneo, pero, en realidad, no lo es. Primero aparece la impresión y posteriormente se produce el etiquetado, es decir, el reconocimiento conceptual. Aun cuando se trate de algo que parece inmediato es imposible, en condiciones normales, comprimir un instante mental de conciencia en un lapso inferior a ciento cincuenta milisegundos. El primer momento de la cognición visual, pongamos por caso, consiste en la percepción pura –es decir, en la percepción despojada de toda etiqueta – pero, poco después, se produce una cognición mental, el susurro de un pensamiento que se origina en la memoria y nos permite etiquetar y reconocer el objeto percibido visualmente. Según el budismo, pues, la comprensión de que el primer momento de la cognición es no conceptual y de que los momentos posteriores son conceptuales constituye la puerta de acceso a la liberación interna. Y es que la comprensión de la naturaleza de la construcción continua de la realidad constituye un paso necesario (aunque, en sí mismo, no suficiente) para liberarnos de la inercia de los hábitos mentales.

Afirmar, por ejemplo que las emociones distorsionan la percepción es una interpretación de la que no estoy muy satisfecho, porque sugiere la existencia de una percepción y de una emoción posterior que se le superpone. Desde otro punto de vista, sin embargo, la emoción, es decir, la tendencia al movimiento constituye una especie de predisposición del organismo al encuentro del mundo. No se trata, por tanto, de que uno tenga una percepción y luego la tiña con una emoción, sino que el mismo acto de encuentro con el mundo – la percepción – ya se ve esencialmente conformado por la emoción o, dicho de otro modo, que no existe percepción sin componente emocional. Yo reservaría únicamente el término distorsión para aquellas percepciones ilusorias en la que la emoción perdura tanto que acaba convirtiéndose en disfuncional o patológica. En condiciones normales, sin embargo, toda percepción va acompañada de una emoción. Diez personas por ejemplo reaccionarán de modo diferente ante ciertos objetos visuales complejos (como un rostro neutro que no expresa la menor emoción) en función de su temperamento emocional. Así pues, la reacción de una persona ansiosa durante los primeros doscientos milisegundos será muy diferente a la de quien tenga un temperamento más calmado. Esta diferencia inmediata (de tipo atracción versus rechazo) en las pautas de actividad neuronal en respuesta al estímulo de un rostro neutro ha sido detectada en el área fusiforme, una región del cerebro que se ocupa del registro de los rostros. El interés aquí es que esa diferencia pudiera deberse a un proceso conceptual, es muy sutil. Aunque se advierta, en los doscientos primeros milisegundos, diferencias interindividuales, creo que debe haber un punto – tal vez en los primeros cien milisegundos – en el que sólo exista percepción visual (mera apariencia) que luego va seguida – quizás en los cien milisegundos posteriores de una cognición conceptual.

Mi hipótesis en suma es que, durante los primeros cien milisegundos, no existe diferencia interindividual y que las variaciones atribuibles al temperamento sólo aparecen después de haberse puesto en marcha el aparato conceptual. – La evidencia de que disponemos parece sugerirla – El primer momento de la percepción visual depende ya del estado mental anterior, pero sólo en el sentido de que la claridad de la experiencia se basa en el momento anterior y que ello no modifica su apariencia pura. La segunda fase, en la que ya se pone en funcionamiento el juicio –en función del sentimiento positivo o negativo que le acompañe constituye un evento completamente nuevo. Pero yo sigo sospechando la existencia de un momento –que tal vez no dure más que una décima de segundo en el que la percepción visual no se ve afectada por el temperamento, la salud, la edad, etcétera. – Creo que todavía no estamos en condiciones de poder determinar con precisión ese punto, pero existe alguna evidencia de que la imagen que veo ha sido conformada por los datos anteriores. Es cierto que el cerebro articula los datos en función de las expectativas, los recuerdos y las asociaciones, pero también lo es que todo ello no es, en modo alguno, determinante. Creo en que algo puede provenir del momento anterior y no creo que exista evidencia de ningún tipo de apariencia visual pura. Las cosas siempre ocurren en el contexto de lo que acaba de suceder y de otros eventos del pasado que se hallen en la memoria operativa. No creo que podamos determinar, pues, la existencia de un instante, por más pequeño que éste sea, en el que sólo exista percepción. – ¿De qué modo podría la neurociencia verificar este punto? –para responder a ella deberíamos perfeccionar todavía más nuestros instrumentos de análisis cuya resolución, en la actualidad, sólo nos permite una discriminación del orden de los setenta milisegundos. Todo parece indicar que, entre los primeros setenta y cien milisegundos, las personas reaccionan de manera muy similar. Las diferencias interindividuales de actividad cerebral sólo empiezan a manifestarse después de los primeros cien milisegundos. Existe un método que utiliza el mismo tipo de medida eléctrica y que consiste en detectar la actividad del tallo cerebral antes de que se extienda a la región más elevada del cerebro, la corteza. Y es muy improbable que, a ese nivel, existan diferencias interpersonales. Tal vez, sea ése el momento que queremos definir, un momento en el que no existe ninguna diferencia entre las personas y que no refleja gusto, disgusto ni expectativa alguna, sino que se trata del puro y simple input sensorial.

Según entiendo – Ocurre entre los treinta y cinco y cuarenta primeros milisegundos. – Pero eso es imposible de corroborar mediante el testimonio de la primera persona. y también resulta difícil de imaginar que la neurociencia pueda llegar a determinarlo. Lo único que necesitamos para ello son métodos más sofisticados que nos permitan discriminar con mayor precisión la dinámica de aparición de una percepción. Y si tal cosa no es posible con las técnicas indirectas de las que hoy en día disponemos para determinar el funcionamiento del tallo cerebral, deberemos esperar hasta el desarrollo de métodos más sofisticados y precisos. Poco a poco vamos haciendo las cosas mejor, y la resolución que hemos logrado alcanza ya el orden de las decenas de milisegundos, lo cual ya es mucho, aunque los niveles más sutiles sigan todavía escurriéndosenos de entre las manos. Y debo señalar que éste es uno de los aspectos de la colaboración de la que antes hablábamos... en el caso de que existiera alguien que lo averiguase lo cual, en principio, no parece nada imposible. Entonces una teoría concreta para poder verificarla de forma experimental es que el primer momento de la percepción es no conceptual y que, en él, uno simplemente tiene una impresión. En un segundo momento, sin embargo, se pone en marcha algún tipo de identificación. Y aunque uno esperase que tal pauta se mantuviera sospecho que, cuando cierra los ojos y tiene una imagen exclusivamente mental, no existe la misma secuencialización de una imagen seguida de una identificación, sino que ambas se presentan de modo simultáneo.En tal caso, no habría intervención alguna del tallo cerebral! Ésta me parece una sugerencia realmente brillante! En el caso de la imagen pura, en el caso de las imágenes puramente mentales, no parece haber mediación alguna del tallo cerebral (que ocurre durante los primeros cuarenta milisegundos). Cuando uno contempla una imagen externa, el procesamiento sensorial activa el tallo cerebral, pero tal cosa no sucede, con las imágenes puramente mentales ya que, en ese caso, lo único que se activa es la corteza. – ¿habría alguna diferencia entre una situación en la que sólo tiene una percepción visual, y otra en la que se produce un proceso de pensamiento (de atracción o de rechazo, por ejemplo) al mismo tiempo que se da cuenta de lo que está viendo?, Otro caso sería el de tener la percepción visual y luego cerrar los ojos, de modo que ya no estuviera contemplando sino experimentando los procesos de pensamiento asociados. ¿Existe alguna diferencia de actividad cerebral en ambos casos? – En el caso de que el estímulo visual se halle presente lleva a cabo una activación del tallo cerebral, cosa que no sucede cuando el estímulo visual está ausente. Pero también me parece ciertamente dudoso que podamos ser conscientes de la actividad del tallo cerebral. Según la moderna neurociencia, el único modo de tornarnos conscientes de la actividad del tallo cerebral exige que esa actividad alcance la corteza, lo cual resulta ciertamente paradójico. Lo que, dicho de otro modo, significa que no podemos ser conscientes de la actividad exclusiva del tallo cerebral porque, para ello, es necesario que la información alcance la corteza. –Tal vez –agregó entonces los yoguis avanzados puedan tener conciencia de la actividad del tallo cerebral antes de que la activación alcance la corteza, pero eso es algo que Occidente ignora por completo. La importancia del relato en primera persona combinado con los párrafos precedentes, es decir, los experimentos de reconocimiento de rostros con el uso del relato en primera persona como instrumento de análisis. Justo estamos empezando este tipo de experimentos, pero ahora, en lugar de proyectar diapositivas y pedir al sujeto que pulse un botón, le instamos a que, después de cada presentación, nos cuente su experiencia y el estado de ánimo en el que se encontraba antes de la estimulación ("Estaba distraído", "Estaba pensando en mi novia", "Estaba realmente preparado"). De ese modo obtenemos un pequeño relato –pero no, por ello, menos fenomenológico – en primera persona. "Los sujetos con los que hemos trabajado eran muy inteligentes, y aunque no estaban muy entrenados, no tardamos en descubrir la presencia de varios tipos diferentes de predisposición. El primer grupo presentaba lo que denominamos "prontitud estable" (es decir, estaban relajados y atentos); el segundo grupo se caracterizaba por una "prontitud expectante"; el tercer grupo estaba ligeramente distraído, y el cuarto, por último, estaba formado por personas muy poco preparadas y que hacían cualquier cosa como, por ejemplo, fantasear.

No cabe la menor duda de que la fiabilidad de los informes proporcionados por los sujetos incluidos en esas cuatro categorías es muy diferente. Los integrantes de los dos primeros grupos –es decir, los sujetos que estaban relativamente dispuestos (con o sin expectativa) – presentaban pautas cerebrales de gran oscilación y actividad. Quienes, por el contrario, no estaban preparados – es decir, quienes estaban distraídos o divagando presentaban pautas mucho menos coherentes y sincrónicas." – Pero, si están distraídas, debe haber cierta actividad cerebral. O, dicho en otras palabras, aunque se trate de pensamientos distractivos siguen siendo actividades cerebrales. Así que hay dos casos de falta de preparación, uno de ellos es el caso en que la mente está activa pero distraída y el otro es la simple falta de concentración en el que la persona realmente no presta atención, sino que cae en la lasitud o, por usar un término clásico budista, en el embotamiento. El hecho es que parece haber dos modos diferentes de afrontar la misma tarea. Por un lado tenemos a las personas distraídas, es decir, a las personas cuyas pautas son tan distintas que no acaban de coordinarse de manera estable y, por el otro, a las personas que abordan la tarea de un modo más concentrado y en las que las pautas se combinan de un modo estable. Esto fue realizado con sujetos que no estaban muy entrenados. Me parece evidente que, si hemos podido detectar diferencias trabajando con personas normales y corrientes, esas diferencias sean mayores cuando trabajemos con personas más expertas y que tal vez entonces podamos también establecer discriminaciones mucho más sutiles y podamos emprender una auténtica colaboración. "Volver a las cosas mismas". El intento científico de comprender lo que ocurre en el momento de la percepción o de la experiencia y en el minucioso análisis realizado al respecto por el budismo. Porque creo que la ciencia puede usarlo para establecer hipótesis muy concretas. – ¿Cuáles son las condiciones que deberían cumplir los sujetos – tanto normales como entrenados para utilizar adecuadamente la metodología de primera persona?. Los métodos de primera persona (es decir, la persona que tiene la experiencia), de segunda persona (el entrevistador experto) y tercera persona (los métodos objetivos) – son formas diferentes de validar datos que pueden acabar formando parte del conocimiento intersubjetivo, es decir, del conocimiento válido para todo el mundo.


LA ETERNIDAD ES HOY

En particular la vida es consecuencia de un encadenamiento de hechos determinados. Es difícil pensarla sin los dinosaurios o sin las grandes tragedias de la humanidad.
La vida... en si es tan potente que emerge donde se den las condiciones, de muchas formas diferentes, pero a la vez con toda su perfección es extremadamente frágil. El cerebro humano es maravilloso, divino, transciende a la materia, nos permite amar y sentir, pero basta una pequeña inflexión en prefecta la lógica de la vida, para que esta implosione sobre sí misma.

La perfección de la vida es efímera y la eternidad escapa a toda valoración. Ya los griegos lo cuestionaron y ante tal incertidumbre su genial mitología siempre llena de sabiduría y sensatez gráfica está cuestión en la historia de "Sibila de Cumas" quien cogió un puñado de arena en su mano y pidió al dios Apolo vivir tantos años como partículas de tierra había cogido; pero se le olvidó pedir la eterna juventud, así es que con los años empezó a consumirse tanto que tuvieron que encerrarla en una jaula que colgaron del templo de Apolo en Cumas y Sibila vivió después de los 80 años ansiando morir. La leyenda dice que vivió nueve vidas humanas de 110 años cada una.



La eternidad es hoy y precisamente hoy es cuando debemos utilizarla y experimentar la divinidad que la misma existencia nos regala. La vida es un constante misterio. No sé, ni quisiera que pasaran en el siguiente minuto, pero si de algo estoy seguro, es que por ningún motivo quisiera pedirle al dios Apolo lo que pidió Sibila de Cumas.

OLVIDO




Para no hundirme en las profundidades y en las tinieblas de la desmemoria retomé el concepto de lo aprendido. Pero ya era tarde, no recordaba, tomé un libro con mis típicos subrayados, leí nuevamente como si fuera la primera vez y descubrí por enésima primera vez a los lotófagos, aquel pueblo que vivía en una isla donde fueron a parar Ulises y sus amigos y cuyo principal atractivo era comer el fruto del loto y entrar así en el mar del olvido. 

EL CARÁCTER LIBRE DEL PENSAMIENTO

El dramaturgo austriaco Franz Grillparzer escribió una vez "Las cadenas de la esclavitud solo atan las manos: es la mente lo que hace la diferencia entre el hombre libre o esclavo".
Leyendo sobre el pensamiento libre, encontré muchas opiniones, propuestas, mucha literatura... como diría un amigo matemático: "varias variables". En este sentido me llamó la atención un experimento decidor y elocuente que realizó el psicólogo y biólogo suizo Jean Piaget.

La Experiencia
A cada voluntario para el experimento (de más o menos 25 años) se le presentan consecutivamente dibujos en una hoja, en realidad es un dibujo por hoja y se repite cinco veces con dibujos diferentes, diría que no son dibujos,... mmmmm? más bien son formas indeterminadas coloreadas. 

Por cada dibujo y en un tiempo de un minuto debían tratar de decir diez cosas relacionadas con el mismo dibujo. El resultado sorprende, el promedio fue de tres respuestas por cada dibujo. 
Es importante tener en cuenta que el experimento no considera respuestas malas, es una cuestión de apreciación personal y aún así el promedio no superó las tres respuestas.


Segunda parte de la experiencia
Antes de la segunda experiencia, el monitor junta a los voluntarios y les dice que ahora es necesario que se comporten y traten de pensar como niños, ojalá como niños de 6 años. Se realiza la misma experiencia y ... Plop! El promedio ahora es seis por cada dibujo.

Paralelamente los resultados de las pruebas realizadas a niños de 6 años con los mismos dibujos dieron en promedio siete respuestas.
Por ejemplo recuerdo estás respuestas de un mismo dibujo:
Voluntario adulto: un mosco, una araña, un par de zapatos, un auto...
Voluntario niño: hoja de una flor, una nube, el ojo de la muñeca de la amiga, el pelo de la mamá…


Conclusiones
Los adultos estamos condicionados y estructurados por el sistema donde nacemos, la idiosincrasia, las conductas repetitivas, el veneno de la información comunicacional, etc. Evidentemente vivimos en la realidad y en ella nos protegemos de las más diversas formas... total, se trata de asegurar la subsistencia.

Los psicólogos aseguran que en la lectura, charla o alguna actividad cognitiva, lo que se retiene en la mente generalmente se aproxima al 17%. (No más que eso) y… como dato, no más de 20 minutos nos acomodan estar sentados y atentos en una charla, porque nuestros cuerpos se cansan y nos distraemos tratando de luchar contra esa incomodidad. 

Entonces en ese 17% de la lectura de este post, considera esto: si bien somos adultos y actuamos como adultos, también es importante tener la mente abierta para admirarnos de los pequeños milagros que la vida nos regala, captar otras cosas y para eso necesariamente debemos ser aunque sea por un momento un poquito niño otra vez.
Despojarnos de las amarras mentales y busquemos el valor real de las cosas.

UN CHISTE FOME


Un día mi hija me dijo que debía rendir una prueba en sus clases, le respondí “entonces debes estudiar o crees que Mozart se sentaba en un piano y componía así como así?” … me alejé, me detuve y me dije mmm parece que es muy mal ejemplo.

CARÁCTER AUTÓNOMO DE NUESTRO SER

Cuando nos sentamos a la mesa para comer implica entre otras muchas cosas por ejemplo el manejo de utensilios, las posturas corporales y las pausas en la conversación… todas partes de un conjunto de actividades que están presentes sin que exista “deliberación". Podríamos decir ­que nuestro yo-almorzando se hace transparente a la misma acción. Pero, si en ese momento empieza un temblor de tierra, se produce un "quiebre" que nos saca de esa situación y nos pone en otra también de inmediatez. La situación primera, y la segunda, forman "micro-mundos" y "micro-identidades", y los quiebres son bisagras que "articulan" los "micro-mundos", y coherentemente las "micro-identidades" ya realizadas en cada micro-mundo. Estas articulaciones están en la base del carácter autónomo y creativo de la cognición en los seres vivientes.La palabra autónomo se utiliza para designar la condición que una persona posee y que le permite desenvolverse correctamente en cualquier actividad sin la necesidad de una ayuda externa.

EL ACOSTUMBRAMIENTO DEL CEREBRO


Los procesos sensorio-motrices, la percepción y la acción, son fundamentalmente inseparables en la cognición vivida. Reproduce el antiguo estudio de Held y Hein, en el cual gatos criados en la oscuridad fueron expuestos a la luz. A un primer grupo de animales se les permitió desplazarse enganchados a un carro que portaba al segundo grupo de animales. Por lo tanto, ambos grupos compartieron la misma experiencia visual, pero el primero era "activo" y el segundo "pasivo". Unas semanas después los gatos fueron puestos en libertad. El primer grupo se comportó normalmente, pero los que habían sido transportados se comportaban como si estuviesen ciegos: chocaban con los objetos y perdían el equilibrio.

UNA SIMPLE INTROSPECCIÓN ANTICAPITALISTA


Cuando la motivación se basa solo en alcanzar una meta, la desilusión y la alegría van a la par y…  cualquier cosa puede pasar. La felicidad por llegar a una meta es pasajera y se olvida, lo mismo pasa con el dinero, pero cuando el quehacer diario se convierte en una sintonía estable con el alma y la realidad, la diferencia es abismal.

MIS PERSONAJES Y MI YO

Muchas veces he confundido la realidad y la ilusión, no por algún problema mental, sino más bien porque los personajes de mis fábulas cobran vida en mi mente, hasta el punto que puedo sentir que estoy escribiendo al dictado de ellos. 



El objeto-pasivo y el sujeto-activo se confunden, porque en mi yo son parte de un mismo ser y contraviniendo el libre albedrío, los obligo a ser mejores de lo que yo podría ser.   

PARA MÍ ES EL JUGLAR MÁS JOVEN DEL MUNDO


Demasiado amor en un solo instante, dónde podré guardarlo si no es en cada segundo de vida.

Tiene 7 meses y con sólo su mirada me encanta, quedo inmóvil, alucinado como una cobra, ningún “chimpancé sapeins de corbata” ni otro primate ha logrado jamás esta hazaña semejante conmigo. En su magia no hay palabras, sólo gestos y emoción. Es un ilusionista consumado. Exhibe ante él sus mejores encantos, su mirada, el brillo de sus ojos,  su sonrisa fascinante. No pronuncia palabras, pero con su silencio dice más que cualquiera.
Demasiado amor en un solo instante, dónde podré guardarlo si no es en cada segundo de vida.

domingo, 29 de julio de 2018

LOS CÁTAROS, LAS VÍCTIMAS


Durante el pontificado de Inocencio III [1198 a 1216] se realizó la cruzada albigense, el presente trabajo muestra las acciones que tomó el Papa con el fin de mitigar la creciente simpatía de los llamados cátaros Perfectos. (basado en trabajos e investigación del profesor John Kekes)        

Los Hechos

Los Cátaros vivieron en Languedoc, en el sur de Francia, durante las décadas anteriores y posteriores al año 1200 de nuestra era. Constituían una secta religiosa cuya creencia básica era que había una diferencia radical entre el mundo espiritual y el mundo material. El mundo espiritual había sido creado y estaba gobernado por Dios, y era bueno. El mundo material había sido creado y estaba gobernado por el Demiurgo, y era malo. En los seres humanos estos dos mundos se unían. El alma era potencialmente buena porque Dios había puesto en ella la conciencia del bien. Pero el cuerpo y todas sus funciones eran malos, pues habían sido creados por el Demiurgo, que hizo a los seres humanos a su propia semejanza. Creían que la salvación dependía de la renuncia a las posesiones materiales y de vivir una vida tan espiritual como fuera posible. Los cátaros se daban cuenta de que esa vida era exigente y difícil. Aquellos que se habían comprometido a ella eran llamados Perfectos. Eran célibes, vegetarianos, despojados de todo bien material  ascéticos. La mayoría de ellos eran simpatizantes, no Perfectos, porque aunque aceptaban la verdad de estas creencias, no actuaban según ella en forma constante. De todas maneras, eran conocidos por la sencillez de sus vidas, la honestidad y la generosidad en su trato con todos. El término “cátaro” deriva del griego katharoi, que significa “los puros” [Para la historia, las creencias y la persecución de los cátaros, sigo a Stephen O`Shea, The Perfect Heresy, Walter, Nueva Cork, 2000, mencionado en adelante como PH; y Jonathan Sumption, The Alhigensian Crusade, Faber & Faber, Londres. 1978, mencionado en adelante como AC. Ambos están citados directamente en el texto]. Las implicaciones de las creencias estaban en profundo desacuerdo con la ortodoxia cristiana dominante. Los cátaros insistían en negar que Dios lo hubiera creado todo y que fuera omnipotente, pues el mundo material había sido creado por el Demiurgo, y que Dios no tenía poder sobre él. Y tampoco Jesús podía ser hijo de Dios porque tenía un cuerpo y era malo, y Dios no podía ser malo. Además, como todo el mundo material era malo, también lo eran la iglesia, su jerarquía, sus prácticas, así como el sexo y la procreación, la riqueza, el poder, la guerra, el status social, etc.
La mayoría de los cátaros eran simples, poco reflexivos, analfabetos y luchaban duro para ganarse la vida. El hecho era que estaban sólo influidos por el sermón y el ejemplo de un Perfecto errante, y no tenían la menor idea de las implicaciones no ortodoxas de sus creencias. Incluso es dudoso que muchos de los Perfectos mismos se dieran cuenta del alcance completo de esas implicaciones. Los más preparados se veían a sí mismos como rechazando la mundanidad y la corrupción de muchos sacerdotes y, por lo tanto, defendiendo de esa manera el espíritu verdadero del cristianismo. Ciertamente no querían cambiar el mundo, ya que creían que éste era irremediablemente malo. No tenían ningún interés teológico o político. Buscaban la salvación para sí y para los demás viviendo en preparación para una vida mejor en el mundo espiritual.
Pero las autoridades eclesiásticas, primero en Languedoc y después en Roma, sabían muy bien que el credo de los cátaros estaba en total desacuerdo con sus creencias más básicas. Veían a los cátaros como una subversión de las bases mismas del cristianismo. También les preocupaba que los cátaros fueran muy populares el Languedoc, pues la gente admiraba a los Perfectos, comparados con los cuales los sacerdotes y los obispos, cuya manera de vivir se desviaba mucho más del modelo de perfección cristiana que la de aquellos, siempre salían mal parados.
La Iglesia, por lo tanto, se sintió obligada a tomar medidas. Primero los sacerdotes locales predicaron en contra de los cátaros y ponían de relieve su negación de la fe. Pero eso no daba resultados. Los cátaros fueron calumniados con mentiras, según las cuales eran adoradores del demonio que creían que Satanás era el creador del cielo y la tierra, que repudiaban el control del sexo, que negaban que los Perfectos pudieran pecar y por ello los alentaban a hacer que los quisieran, y hacían derivar su nombre del latín “catus”, que significa gato [Véase Norma Cohn, Europe`s  Inner Demonss, Paladín, Londres, 1976, pp.22 y 25], que es la forma que Lucifer se les aparece y al que adoran besando el ano del gato. Como estas mentiras absurdas no lograron hacer mella en la popularidad de los cátaros, el papa Inocencio III intervino y declaró que aquella doctrina era una herejía.
Este fue un tema sumamente serio con consecuencias fatales. “El caso del hereje, que aceptaba la misma revelación que su vecino ortodoxo pero le daba una interpretación diferente, distorsionándola corrompiéndola, apartando a los hombres de su salvación, era mucho más grave que el caso del no creyente. La herejía era un veneno que se extendía, y una comunidad que la tolerara invitaba a Dios a que le retirara su protección” [AC 41]. Santo Tomás de Aquino lo expone de esta manera: “La herejía es un pecado que no solamente merece la excomunión, sino también la muerte, pues es peor corromper la Fe, que es la vida del alma, que acuñar monedas falsas para que circulen en la vida secular. Así como los falsificadores son justamente castigados con la muerte por los príncipes como enemigos del bien común, de la misma manera los herejes merecen el mismo castigo”[Tomás de Aquino, Summa Theologie, 2,2, q. xi 3, citado y traducido por R.W.Southern, Western Society and The Church in the Middle Ages, Penguin, Harmondsworth, Reino Unido, 1970, P.17, En adelante citado como WSC directamente en el texto], así pues la declaración del papa condenaba a los cátaros.

Una poderosa máquina eclesiástica fue puesta en marcha para extirpar el catarismo, que finalmente produjo la cruzada albigense, llamada así por la cuidad de Albi, donde vivían muchos cátaros. El escenario estaba listo para unos de los episodios más deplorables en la historia del cristianismo. “Nadie desconoce… las pasiones homicidas que se encendieron durante la cruzada albigense. Incluso en una era generalmente considerada cruel… la campaña contra los cátaros y sus partidarios se destaca por su absoluta crueldad” [PH 6]. Un medievalista de mente amplia e imparcial dice que “quienes tenían la autoridad en la iglesia… fueron responsables de algunos actos terribles de violencia y crueldad, entre los cuales la cruzada albigense ocupa un lugar de particular horror”. Fue “una de las más despiadadas de todas las guerras medievales. La fe finalmente se impuso, como Inocencio III había previsto, pero las consecuencias de la cruzada albigense fueron mucho más allá de sus objetivos”. Entre esas consecuencias está hecho de que “los siglos XI y XII inauguraron lo que iba a ser un cambio permanente en la sociedad occidental. 

La persecución se convirtió en algo habitual. Es decir que no solo las personas individuales se vieron sujetas a la violencia, sino que la violencia deliberada y socialmente aceptada empezó a ser dirigida, a través de instituciones gubernamentales, judiciales y sociales establecidas, contra grupos de personas definidas por características generales como la raza, la religión o el estilo de vida, y el solo hecho de pertenecer a esos grupos llegó a ser considerado como justificación para esos ataques [Robert I. Moore, The Formation of a Persecuting Society, Blackwell, Oxford, 1987, p.5] Como no tenía tropas propias, Inocencio III tuvo que convencer a otros para que llevaran a cabo la cruzada. Esto lo logró prometiéndole al Rey de Francia, Felipe II Augusto, el derecho a disponer de todos los territorios conquistados en Languedoc, una parte importante de los futuros ingresos de la iglesia en Francia y, por último, pero no menos importante, el perdón de los pecados de los cruzados obtenido por la apelación personal de Inocencio a Dios. Felipe Augusto encontró que esos términos eran aceptables y reclutó a sus caballeros con sus ejércitos para la cruzada. Entre los más notables de todos ellos estaba Simon de Montfort, un guerrero inglés sin tierras que se convirtió finalmente en el jefe secular de la cruzada. Iba a recibir de Felipe Augusto todas las tierras que ganara por la fuerza de las armas. Montfort “detestaba la herejía con un odio feroz, y auténticamente consideraba que su propio avance era parte del plan de la Providencia para acompañar su destrucción. Creía que “mi trabajo es el trabajo de Cristo”. Era “un atleta de Cristo”, un instrumento de la cólera de Dios …Era un asceta, un fanático” [AC 101].

La cruzada también tenía un jefe religioso, Arnold Amaury, el jefe de la orden de los monjes cistercienses, a quien el papa de dio la autoridad total para que dirigiera la cruzada tal como él considerara adecuado, siempre y cuando el catarismo fuera destruido. Pero el papa dejó claro cuál debía ser la línea general que Amaury debía seguir. En sus cartas, Inocencio III hablaba del catarismo como de una “peste aborrecible”, un “cáncer que se extiende” y como “lobos infames en medio del rebaño del señor” [AC 67]. Escribió a los cruzados: “Adelante, voluntarios del ejército de Dios! Avanzad con el grito de angustia de la Iglesia resonando en vuestros oídos. Llenad vuestras almas con rabia piadosa para vengar el insulto hecho al Señor” [AC 77]. Y a Amaury le escribió: “Usad la astucia y el engaño como armas, pues en estas circunstancias el engaño no es más que prudencia”[AC 81].
La cruzada comenzó en 1209. Su magnitud inicial fue calculada en cerca de veinte mil hombres, lo que la convertía en una enorme fuerza para los niveles de la época, cuando una fuerza en pie de guerra rara vez llegaba a los mil hombres. La cruzada fue sumamente impopular en Languedoc porque su ofensiva significó la imposición del poder francés sobre el principado – hasta ese momento más o menos independiente – y porque los cruzados vivían de lo que apoderaban de la región, produciendo grandes daños y requisando recursos, con los que privaban a la gente de lo necesario para vivir. La nobleza y la población en general se pusieron de parte de los cátaros pues ellos eran sus conciudadanos, a menudo vecinos, y a quienes se conocía como personas pacíficas, puras e inofensivas. La gente del Languedoc dio refugio y protección a los cátaros, opuso resistencia a los cruzados, con terribles consecuencias para ambos.

La primera cuidad que sitiaron los defensores fue Breziers. Cuando los caballeros le preguntaron a Amaury cómo podían distinguir entre católicos y cátaros, el sacerdote les dijo: “Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos” [PH 5, 83]. Y eso fue lo que hicieron. El ejército de Dios masacró a unas veinte mil personas, hombres, mujeres y niños, fieles católicos y cátaros heréticos, y luego, para estar seguro, quemó el pueblo. Amaury escribió al papa: “Casi veinte mil ciudadanos fueron pasados por la espada, sin considerar edad ni sexo. El funcionamiento de la venganza divina ha sido maravilloso” [PH 87].
Los cruzados se dirigieron luego a Carcassone. Su defensor, el vizconde Trancavel, con la intención de evitar el destino de Breziers, propuso negociar la rendición. Se le prometió un salvoconducto, y salió solo de la ciudad para dirigirse al campamento de los cruzados, donde esperaba negociar la rendición. Pero no hubo negociación alguna. Fue encadenado y después “esposado a la pared de su propio calabozo”, donde “ tres meses después, el otrora saludable Trancavel fue encontrado muerto” [PH 100, 101].
Al pueblo de Carcassone se le permitió abandonar la ciudad, siempre que dejaran allí todos sus bienes. La ciudad y todo lo que había en ella pasó a ser propiedad de Montfort, quien también sucedió a Trancavel como gobernante. Amaury, por su parte, siguió fielmente el consejo del papa cuando, en contravención de las reglas establecidas para la guerra, quebrantó la promesa del salvoconducto, al usar “la astucia y el engaño como armas, pues… el engaño no es más que prudencia” [AC 81].

Luego fue el turno de la ciudad de Bram. La gente del pueblo más cercano se enteró del destino de esa ciudad al ver “una procesión de unos cien hombres que avanzaban tropezando en fila de a uno… Los hombres exhaustos y gimiendo eran los defensores derrotados de Bram; caminaban con dificultad… con la cara mirando el suelo, un brazo extendido tocando el hombro del hombre que iba delante en la fila… Los hombres habían sido cegados, sus ojos arrancados por los iracundos vencedores… a todos se les había cortado la nariz y el labio superior… a su jefe… se le había dejado el ojo izquierdo para que pudiera guiar a sus compañeros” [PH 106]. Los cruzados estaban ciertamente imbuidos de la “rabia piadosa de vengar el insulto hecho al Señor” [AC 77] que el papa les había alentado a descargar. Para que hubiera ninguna duda respecto al asunto, el papa renovaba el llamado a la cruzada todos los años [PH 109].

Muchos cátaros Perfectos se refugiaron en la fortaleza de Minerva, que fue tomada por Montfort en 1210. Ofreció a los Perfectos que eligieran entre morir y renunciar a sus creencias. De los ciento cuarenta Perfectos, tres decidieron vivir. Los demás fueron “atados a los postes sobre grandes pilas de leña y astillas. Se encendió el fuego”. Un cronista que simpatizaba con la cruzada dice que “luego sus cadáveres fueron amontonados y se arrojó barro con palas sobre ellos para que ningún hedor de aquellos horribles seres pudiera molestar a nuestras fuerzas extranjeras” [PH 116].
En 1211 Montfort puso sitio a la ciudad de Lavaur. Una vez más tuvo éxito. “Los ochenta caballeros que habían dirigido la defensa – junto con Aimery, que los conducía -… fueron todos colgados, en atroz de las reglas de la guerra”. Pero ese fue solamente el comienzo. Geralda, la hermana de Aimery, fue “arrojada a un pozo y luego apedreada hasta la muerte”, un acto que, “incluso para las costumbres de la época… fue sorprendente”. Además, Montfort y Amaury “encontraron cuatrocientos Perfectos en Lavaur. Mientras…se cantaba el Tedeum, los cátaros eran… quemados, en la más grande hoguera humana de la Edad Media [PH 130, 31].

El último asesinato masivo de cátaros tuvo lugar en 1244. La fortaleza de Montsegur se rindió, y a los doscientos cátaros Perfectos allí refugiados se les concedieron dos semanas para renunciar a sus creencias o ser quemados. Ninguno escogió renunciar. Todos murieron en el fuego que se había encendido para defender la fe contra estas personas inofensivas cuya creencia en que el mundo material era malo fue tan claramente confirmada por la Iglesia.

Después de esto, la campaña militar lentamente llegó a su fin, pero el exterminio de los cátaros continuó. El papa encomendó la persecución de los sospechosos de herejía a la recién fundada orden de los frailes dominicos (uno de cuyos más renombrado miembros fue Tomás de Aquino). Lo que sigue es un ejemplo de cómo procedían. Una anciana, sospechosa de ser cátara, yacía moribunda. Su traicionero criado llamó al obispo dominico de la ciudad, quien, fingiendo ser cátaro Perfecto, obtuvo de la moribunda una profesión de fe cátara. Entonces reveló su verdadera identidad, declaró que la mujer era un hereje impenitente, la hizo azotar en su cama ya que estaba demasiado débil como para moverse por si misma y ordenó que fuera arrojada a las llamas que ya había encendido. Un dominico, testigo de estos hechos señala: “Una vez hecho esto. El obispo y sus monjes… regresaron al refectorio y, después de dar gracias a Dios y Santo Domingo, se dispusieron alegremente a comer la comida que tenían ante ellos [PH 192, 93]. Más adelante, los dominicos fueron puestos a cargo de la Inquisición, que comenzó a funcionar aproximadamente en ese mismo tiempo, pero para entonces iban a tenor otros objetivos, ya que no eran muchos los cátaros que quedaban. Así, pues, la cruzada albigense logró su propósito, al igual que el rey francés, ya que desde entonces el Languedoc ha sido un departamento de Francia.

Si el mal es un daño grave, excesivo, malévolo y moralmente inexcusable causado por seres humanos a otros seres humanos, entonces lo que hizo con los cátaros fue malo. 


La Usurpación
En la Iglesia Católica el papa es considerado el representado del mismo Dios en la tierra y, conlleva sobre si, toda la omnipotencia divina y la autoridad para atar y desatar lo que su criterio convenga. Visto de este modo, las cruzadas fueron hechos completamente legales y sus consecuencias éticas y morales estaban reconocidas por Dios. No extraña entonces que para el Papa, los actos de crueldad no fuesen vistos de esa manera, al contrario, habiéndolos ordenado él mismo obedecía a un fin supremo; el terminar con los paganos que infringían la fe.
Sin analizar valóricamente las acciones encomendadas por el papa y, sin tomar en cuenta las implicancias éticas, daremos un vistazo a la cuestión teológica que se alude desde los inicios de la iglesia Católica hasta nuestros tiempos, y que es el testimonio del porque el papa asume con pleno poder la herencia recibida de Simón Pedro el apóstol.  
El Papa es el representante de Dios en la tierra, representación que ha ido  de sucesor a sucesor como cabeza de la iglesia Católica y a su vez esta supremacía, nace del legado de Pedro.


Las Excusas

Si el mal es un daño grave, excesivo, malévolo y moralmente inexcusable causados por seres humanos a otros seres humanos, entonces lo que se hizo con los cátaros fue malo. Obviamente, sin embargo, ninguno de los cruzados lo pensaba de esa manera. Ellos parecen haber creído sinceramente que lo que hicieron u ordenaron que se hiciera era bueno, no malo. Ninguna persona razonable puede negar que los cruzados causaron un daño serio, excesivo y malévolo a otros. Pero eso puede ser disculpado –como castigo justo, defensa propia o la prevención de un mal mayor- y quizás esta era la creencia que motivó a los perseguidores de los cátaros. De modo de que la pregunta acerca de si lo que se hizo era bueno o malo se reduce a la cuestión de si era excusable desde el punto de vista moral. ¿Cuál podría ser la excusa para la tortura, la mutilación y el asesinato masivo que fueron llevado a cabo?

Tal vez la herejía de los cátaros deba ser comprendida en su más amplio contexto teológico e histórico. Al hacerlo de este forma, las acciones de la jerarquía religiosa y secular serán vistas como fuerzas del bien y no del mal. Southern dice sobre la Edad Media temprana que “todos estaban de acuerdo en que un poder coercitivo universal residía en la Iglesia… El propósito del gobierno humano era dirigir a los hombres hacia un único sendero cristiano. NO había liberalismo en la Edad Media… Todos pensaban que la coerción debía ser usada mientras se pudiera esperar tener éxito, y que debía ser usada para promover la doctrina y la disciplina del cristianismo ortodoxo. En lo que hace conducir a los hombres por este camino, la Iglesia era una única fuente legítima de poder coercitivo [WSC 21-21]. Por supuesto, son cosas diferentes reclamar el derecho a la coerción y que ese derecho sea en general reconocido.  Pero así se los admitía, y tenemos que comprender por qué monarcas fuertes que disponían de grandes ejércitos y riquezas lo reconocían de este modo. La razón era que “la Iglesia era mucho más que la fuente del poder coercitivo… Era el arca de la salvación en un mar de destrucción… Pertenecer a la Iglesia era lo que daba a los hombres un propósito del todo inteligible y un lugar en el universo de Dios. De modo que la Iglesia era no solo un estado. Era el estado. No era solo una sociedad; era la sociedad… No solo toda la actividad política, sino también toda la cultura y el pensamiento eran funciones de la Iglesia… y los convertía en instrumentos del bienestar humano en este mundo. A todo esto se añade el don de la salvación… que era posesión final y exclusiva de sus miembros… Era la sociedad de la humanidad racional y redimida” [WSC 22]. Así, pues, la Iglesia no era una institución entre otras. Era el marco de referencia en que las instituciones podían existir, la vida intelectual podía continuar y la salvación podía ser recibida. Cuestionar a la Iglesia enla Edad Media temprana significaba poner en peligro la posibilidad de la vida civilizada. Esa es la razón por la cual las prerrogativas de la Iglesiaeran reconocidas incluso por aquellos que tenían el poder de oponérsele.
Cuáles eran esas prerrogativas fue expuesto por Gregorio VII, que fue papa desde 1073 hasta 1085. Entre otras: “El papa no puede ser juzgado por nadie; la Iglesia romana nunca se ha equivocado y nunca se equivocará hasta el fin de los tiempos; la Iglesia romana fue fundada solo por Cristo; solamente el papa… puede revisar sus decisiones… puede deponer a los emperadores”[WSC 102]. Se reconocía, por supuesto, que estas sorprendentes atribuciones tenían que tener una base. Inocencio III, de quien se recordará que lanzó y dirigió la cruzada albigense, expresó la base: “Somos el sucesor del príncipe de apóstoles [es decir, san Pedro], pero no somos su vicario, ni el vicario de ningún hombre o apóstol, sino el vicario de Jesucristo  mismo [WSC 105]. Los papas eran “representantes de Cristo en toda la plenitud de su poder” [WSC 105], y esa era base de su pretensión a la autoridad total, el poder coercitivo y el juicio irrevocable.
La excusa para la cruzada albigense, entonces, se puede decir que es una continuidad de las atribuciones históricas y teológicas de derechos que acaban de ser bosquejadas. El derecho teológicamente fundado es que la cruzada fue convocada por Inocencio III, y él, por ser papa, no podía ser “juzgado por nadie”. Él hablaba en nombre de la Iglesia, y, como los otros papas, “nunca se ha equivocado ni nunca se equivocará” porque es el vicario de Jesús.

El derecho históricamente fundado es que la herejía del catarismo era un ataque a la Iglesia. La defensa de la Iglesia y la eliminación del catarismo estaban justificadas, de modo totalmente independiente de las consideraciones teológicas, porque salvaguardaban la vida civilizada, de la que dependía el bienestar de todos. La alternativa era un retroceso a la barbarie: la anarquía y ausencia de estado de derecho. La fuerza conjunta de estas consideraciones teológicas e históricas, entonces, puede ser ofrecida como la excusa para la cruzada albigense.