Muchas veces he confundido la realidad y la ilusión, no por
algún problema mental, sino más bien porque los personajes de mis fábulas cobran
vida en mi mente, hasta el punto que puedo sentir que estoy escribiendo al dictado
de ellos.
El objeto-pasivo y el sujeto-activo se confunden, porque en mi yo son
parte de un mismo ser y contraviniendo el libre albedrío, los obligo a ser
mejores de lo que yo podría ser.
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