Cuando la motivación se basa solo en alcanzar una meta, la
desilusión y la alegría van a la par y… cualquier cosa puede pasar. La felicidad por
llegar a una meta es pasajera y se olvida, lo mismo pasa con el dinero, pero
cuando el quehacer diario se convierte en una sintonía estable con el alma y la
realidad, la diferencia es abismal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario