Los procesos sensorio-motrices, la percepción y la acción,
son fundamentalmente inseparables en la cognición vivida. Reproduce el antiguo
estudio de Held
y Hein, en el cual gatos criados en la oscuridad fueron expuestos a la luz.
A un primer grupo de animales se les permitió desplazarse enganchados a un
carro que portaba al segundo grupo de animales. Por lo tanto, ambos grupos
compartieron la misma experiencia visual, pero el primero era
"activo" y el segundo "pasivo". Unas semanas después los
gatos fueron puestos en libertad. El primer grupo se comportó normalmente, pero
los que habían sido transportados se comportaban como si estuviesen ciegos:
chocaban con los objetos y perdían el equilibrio.
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