En particular la vida es consecuencia de un encadenamiento
de hechos determinados. Es difícil pensarla sin los dinosaurios o sin las
grandes tragedias de la humanidad.
La vida... en si es tan potente que emerge donde se den las
condiciones, de muchas formas diferentes, pero a la vez con toda su perfección
es extremadamente frágil. El cerebro humano es maravilloso, divino, transciende
a la materia, nos permite amar y sentir, pero basta una pequeña inflexión en prefecta
la lógica de la vida, para que esta implosione sobre sí misma.
La perfección de la vida es efímera y la eternidad escapa a
toda valoración. Ya los griegos lo cuestionaron y ante tal incertidumbre su
genial mitología siempre llena de sabiduría y sensatez gráfica está cuestión en
la historia de "Sibila de Cumas" quien cogió un puñado de arena
en su mano y pidió al dios Apolo vivir tantos años como partículas de tierra
había cogido; pero se le olvidó pedir la eterna juventud, así es que con los
años empezó a consumirse tanto que tuvieron que encerrarla en una jaula que
colgaron del templo de Apolo en Cumas y Sibila vivió después de los 80 años
ansiando morir. La leyenda dice que vivió nueve vidas humanas de 110 años cada
una.
La eternidad es hoy y precisamente hoy es cuando debemos
utilizarla y experimentar la divinidad que la misma existencia nos
regala. La vida es un constante misterio. No sé, ni quisiera que pasaran en
el siguiente minuto, pero si de algo estoy seguro, es que por ningún motivo
quisiera pedirle al dios Apolo lo que pidió Sibila de Cumas.
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