jueves, 26 de septiembre de 2019

EPILEPSIA DEL LÓBULO TEMPORAL

“La verdad tiene estructura de ficción.”
Jacques Lacan

“A través de otros nos convertimos en nosotros mismos.”
Lev Vygotski



Casi ninguna otra enfermedad ha tenido tantas denominaciones como la epilepsia a lo largo de la historia. La humanidad desde todos los tiempos se ha ocupado de forma intensiva de esta patología. Los motivos son varios para explicar este interés, entre ellos, porque se trataba y se trata de una enfermedad muy frecuente; la reacción de miedo y temor que en muchas personas provoca el aspecto característico de esta enfermedad. Los diferentes nombres que recibió a lo largo del tiempo, demuestran cuál fue para cada una de las épocas la etiología de la enfermedad, por ejemplo, enfermedad lunar, es una enfermedad que era motivada por las diferentes fases lunares; enfermedad demoníaca que según se creía era ocasionada por espíritus dañinos, a la par con un correlato de la idiosincrasia de la época. El estudio de la epilepsia cambió drásticamente con la aplicación en humanos y uso del electroencefalograma (EEG) por Hans Berger en 1929. Así, se estableció una de las teorías de mayor influencia en epileptología, que es la disciplina que se ocupa del estudio de la epilepsia y de los síndromes epilépticos. (Penfield & Jasper, 1954), la cual postulaba que en la epilepsia existían dos formas generales: la epilepsia focal, debida a una anormalidad cortical local, y la epilepsia generalizada o centroencefálica, originada por una anormalidad en núcleos subcorticales. Asimismo, y de acuerdo con esta teoría, la generalización de la epilepsia focal tendría lugar solamente tras la invasión previa de los mismos núcleos subcorticales.

Fisiopatología de la epilepsia del lóbulo temporal
Experimentos han demostrado que las sustancias bloqueadoras de la neurotransmisión gabaérgica generan convulsiones en tejidos de control y diversos potenciadores del sistema gabaérgico (se considera el principal neurotransmisor inhibidor en el sistema nervioso central) tienen acciones antiepilépticas en pacientes humanos. Debido a ello, se ha sugerido que la actividad gabaérgica evita las convulsiones (Fritsch y cols., 2009). Del mismo modo, también se ha podido observar que la activación de las sinapsis glutamatérgicas generan convulsiones (Eid y cols., 2008). Conjuntamente, estos hallazgos han llevado a la idea de que las convulsiones epilépticas responderían a un modelo simple en el que la inhibición y la excitación actuarían, respectivamente.

Estudio en animales
El estudio de la epilepsia en modelos animales ha permitido identificar algunos de los elementos básicos para la generación de distintos tipos de crisis. Ello ha contribuido a la comprensión de los mecanismos de acción de fármacos así como el desarrollo de nuevas terapias farmacológicas. Sin embargo, no es tarea fácil transpolar los hallazgos del laboratorio a la práctica médica, lo cual requiere una estrecha comunicación entre el clínico y el investigador básico. No obstante, los modelos animales destacan la importancia de comprender a la epilepsia del lóbulo temporal como una patología compleja y multifactorial, donde múltiples variables entran en juego. Gracias a estos modelos se demuestra que un estado epiléptico puede tener como consecuencia la muerte neuronal, fundamentalmente, en áreas del sistema límbico como son el hipocampo y el complejo amigdalino. Teniendo en cuenta las complejas funciones y conexiones entre ambas estructuras cerebrales, queda por delante un estudio más profundo y detallado de las consecuencias de este tipo de descarga anormal en el cerebro. Sólo un conocimiento más acabado proveerá las mejores herramientas para, en un futuro próximo, aliviar el sufrimiento de todas las personas que padecen la epilepsia del lóbulo temporal.



La epilepsia
Es una enfermedad bastante frecuente. Las estadísticas indican que un 10% de la población va a presentar una crisis epiléptica a lo largo de su vida, aunque tan solo un 1% presentará una enfermedad epiléptica. Todas corresponderán a los dos tipos señalado,  la epilepsia generalizada y  focal. Es en esta última la que mayores dificultades diagnósticas y de manejo puede plantear en la práctica clínica, por su gran variedad de síntomas y su difícil identificación. Estos síntomas pueden ser referidos de una manera distinta por cada paciente, restándole importancia en muchas ocasiones.
Dentro de la epilepsia focal, la más prevalente es la epilepsia que se origina en el lóbulo temporal. La identificación y el estudio de esta enfermedad es muy importante, ya que el paciente puede sufrir episodios de desconexión del medio y en un tercio de los casos crisis secundariamente generalizadas.


Encefalograma de un paciente con epilepsia 
mioclonica juvenil.


Síntomas
Los síntomas más comunes de la epilepsia del lóbulo temporal son las auras y los déficits de memoria.

Auras
Las auras aparecen en un 80% de las crisis epilépticas del lóbulo temporal. Consisten en sensaciones extrañas que funcionan como alarma, indicando el inicio de una crisis convulsiva.
El aura es un ataque parcial o focal que no perjudica la conciencia del paciente, y posee diferentes manifestaciones. Por ejemplo, percibir olores, sabores, experimentar alucinaciones visuales o ilusiones perceptivas, sensación de vértigo.
Los pacientes pueden ver los objetos de su alrededor más pequeños de lo normal (micropsia) o aumentados (macropsia), o bien, captar distorsiones en la forma y distancia de los elementos del medio. Al parecer, las auras olfativas son indicativas de la posible existencia de un tumor en el lóbulo temporal.

Síntomas autonómicos
Como cambios en el ritmo cardíaco, piel de gallina, o aumento de la sudoración. Son comunes también las molestias gastrointestinales o mariposas en el estómago.

Síntomas psíquicos

Como el déjà vu (sentir que ya ha vivido misma situación), o el jamais vu (lo contrario, es decir, no reconoce algo que ya ha experimentado).
Además de despersonalización (estar desapegado de uno mismo), sensación de irrealidad, o aparición repentina de miedo o ansiedad. Estos dos últimos síntomas se asocian a convulsiones derivadas de la amígdala cerebral. 

Amígdala cerebral
Existen casos en los que algunos pacientes han observado su propio cuerpo desde el exterior, como si se hubieran “salido” de este.

Síntomas en pérdidas de conciencia
Cuando las crisis epilépticas asociadas al lóbulo temporal son complejas (con pérdida de conciencia) pueden durar de 30 segundos a 2 minutos. Los síntomas que pueden aparecer son:
Pupilas dilatadas y mirada fija.
Incapacidad para responder a los estímulos.
Masticar o tragar de manera repetida, así como chasquear los labios.
Movimientos extraños y repetitivos de los dedos.
Estos síntomas pueden evolucionar a convulsiones tónico-clónicas generalizadas. Son las más típicas de la epilepsia, y se caracterizan por una fuerte rigidez corporal seguida de movimientos rítmicos incontrolados.


Después del ataque epiléptico
Después de experimentar un ataque epiléptico del lóbulo temporal, se pueden dar síntomas como:
Confusión y dificultades para hablar.
Amnesia, es decir, problemas para recordar lo que sucedió durante la crisis. Es posible que el paciente desconozca lo que ha ocurrido y no sea consciente de que ha tenido un ataque.
Somnolencia excesiva.

Tipos de epilepsia del lóbulo temporal
Existen dos tipos principales de epilepsia del lóbulo temporal

Epilepsia del lóbulo temporal medial
Es la que involucra las estructuras mediales o internas del lóbulo temporal y es el subtipo más común. De hecho, suponen el 80% de todas las epilepsias del lóbulo temporal.
Normalmente afecta al hipocampo o las estructuras que están cercanas a éste. Suele estar originada por la esclerosis hipocampal, y es resistente a los fármacos.

Epilepsia del lóbulo temporal neocortical
Se trata de aquella que abarca la parte más externa del lóbulo temporal. Se vinculan con alucinaciones complejas como música, voces o gritos y con las alteraciones en el lenguaje.

Diagnóstico
Los profesionales pueden hacer un diagnóstico aproximado a través de los síntomas que describen los pacientes. Sin embargo, para hacer un diagnóstico fiable y exacto, se recurren a exámenes cerebrales de resonancia magnética (RM) para observar si existen anormalidades que se puedan asociar a la epilepsia del lóbulo temporal.
También es fundamental realizar un electroencefalograma, que mide la actividad eléctrica del cerebro. Gracias a éste, podrá detectarse dónde se localiza la actividad eléctrica alterada.

Tratamiento
Fármacos antiepilépticos
La gran mayoría de los pacientes (entre un 47 y un 60%) que presentan crisis focales en el lóbulo temporal responden al tratamiento con fármacos antiepilépticos.
Algunos de los más nuevos y que menos síntomas secundarios e interacciones con otras sustancias generan son: la oxcarbazepina, la gabapentina, el topiramato, la pregabalina, la vigabatrina, etc.
Es importante señalar que las mujeres embarazadas no pueden tomar este tipo de medicación ya que elevan el riesgo de malformaciones en el feto. Sin embargo, hay pacientes que no responden a este tipo de medicación y que pueden llegar a manifestar problemas de memoria, y un deterioro importante en la calidad de vida.
Además, también puede ocurrir que los efectos secundarios de estos medicamentos sean demasiado molestos. Algunos de los más comunes son mareos, fatiga o aumento de peso.

Estimulación del nervio vago
Una alternativa a los fármacos y a la cirugía es la estimulación del nervio vago, que es válida para pacientes mayores de 12 años. Se trata de implantar un dispositivo estimulador en el pecho, colocando un electrodo en el nervio vago izquierdo del cuello.
Este dispositivo, con una tasa de estimulación de alta frecuencia, parece producir una reducción de las crisis de entre un 25-28% durante los primeros 3 meses. Este porcentaje aumenta al 40% cada año que se lleve.
Como síntomas secundarios, puede aparecer tos, ronquera, parestesias, disfagia (dificultades para tragar) o disnea (problemas para respirar); pero sólo si el aparato está encendido.
Curiosamente, el mecanismo exacto por el cual la estimulación del nervio vago ejerce este efecto es desconocido.


Experiencias
Paciente A: Karla, 25 años
"Me encerré en mi cuarto y lloré todo lo que pude, 
me pregunté por qué Dios me había mandado esa enfermedad 
y me imaginé las miles de formas en que mi vida cambiaría,
 lo amargada que me volvería y a lo mucho 
que tendría que decirle adiós. 
Me sentí enojada con el destino porque 
en mi clase había un chico que padecía 
la enfermedad y todos se burlaban de él. 
Me pregunté muchas veces por qué a 
ellos no les dio epilepsia".

Paciente B: Esther
"En un principio no sabíamos cual sería nuestra limitante. 
Hoy sabemos que Mario es especial y diferente. 
Vivimos con la angustia de no saber cuándo
 le va a dar una crisis, de no estar presente
 en uno de esos eventos y también de no saber qué le duele"

Paciente C: Doctora Lilia Núñez Orozco
jefa del servicio de neurología en el 
Hospital 20 de Noviembre y vicepresidenta 
por Latinoamérica del Buró Internacional para la Epilepsia.
"Escribió a la página un joven que quería quitarse la vida. 
Le contesté invitándolo a la próxima sesión y, 
para mi sorpresa, acudió. Se veía muy inquieto, 
quería salirse y los demás lo detuvieron. 
Cuando llegó el momento, tomó el micrófono 
y expuso su caso: tenía muchas crisis,
 no iba a la escuela, no trabajaba y sentía 
que su familia no se preocupaba por él.”

jueves, 19 de septiembre de 2019

LENNON

“El arte no es un espejo para reflejar la realidad, 
sino un martillo para darle forma.”
Bertolt Brecht

“¿Qué es un hombre rebelde?
El hombre rebelde es el que dice no.”
Albert Camus


Strawberry Fields, de leyenda a realidad
Todo el mundo conoce la canción Strawberry Fields Forever  (una de las canciones más famosas de Los Beatles) pero poca gente sabe la historia que hay detrás de la canción. Strawberry Field está en Liverpool, cerca del lugar donde creció John Lennon.
John tuvo una infancia problemática, fue alejado de la atención de su madre cuando era muy pequeño y llevado a casa de su tía para que lo cuidara. Para él, Strawberry Field era un lugar donde encontrar paz y refugio, un lugar tranquilo donde podía subirse a los árboles y soñar. Un lugar donde “nada es real” (nothing is real and nothing to get hung about: nada es real y no hay nada de qué preocuparse). En la época en la que John Lennon creció en Liverpool, Strawberry Field era un hogar del Salvation Army para los niños más vulnerables de la ciudad. John nunca olvidó su idílica ubicación y tras grabar con The Beatles Strawberry Fields en 1967 (cuya letra fue compuesta en Almería y España) consiguieron que el resto del mundo tampoco lo olvidase.


“Estoy enfermo y cansado de oír cosas de gentes hipócritas,
estiradas, miopes y estrechas de mente.
Lo que quiero es la verdad.
Ya tengo suficiente de estar leyendo a políticos psicóticos,
 neuróticos y perversos.
Lo que quiero es la verdad, denme sólo la verdad.
Ya tengo suficiente con estar observando
escenas montadas por esquizofrénicos,
egocéntricos paranoicos prima-donnas.
 Lo que quiero es la verdad, denme sólo la verdad.”




Su romanticismo


“Vivimos en un mundo donde nos escondemos
para hacer el amor,
mientras la violencia se practica a plena luz del día”.

Lennon no sólo era radical, es, además, un romántico, un romántico radical. Existe una idea equivocada acerca del romanticismo, comprendido como cursilería, como las relaciones amorosas de las telenovelas o de las páginas rosas. El romanticismo, según Lennon, es el sacrificio de la vida por la persona amada, es la renuncia al mundo en aras del ser poseído por otra u otras personas, es la búsqueda del ser perfecto con el que se será “feliz para siempre”, la aburrida vida de la Cenicienta y el Príncipe. Seres perfectos que ya nada tienen que descubrirle al mundo ni nada que vivirle.



El Subversivo




“No puedo creer que me condecoren.
Yo creía que era necesario
conducir tanques y ganar guerras”.


En los años setenta John Lennon advirtió que el sueño había terminado, y se aprestó a despertar en una nueva manera de vivir reafirmando acciones, creatividad y su compromiso vital-social como artista, quienes lo escuchamos pusimos el acento en el fin de las ilusiones, no acudimos inmediatamente al llamado a despertar para generar nuevas acciones y producción. Esa estrofa impactó por el final “el sueño ha acabado” pero empezaba con “yo era el tejedor de sueños, pero ahora he nacido” y llamaba a segui en la vida, en la lucha, que en él era lo mismo. Lennon siempre iba adelante, era de la vanguardia. Nadie esperaba, sin embargo, que en el entorno del constante linchamiento mediático contra Lennon, de retorno al mercado de la música después de cinco años sin aparecer ante los medios y en los escenarios, surgiría un psicópata de la frustración, capaz de encauzar todo su odio contra la persona inerme, de uno de los artistas más claridosos e influyentes del siglo pasado, parte del movimiento cultural que podemos sintetizar como rock, pero que se extendió a las diferentes expresiones artísticas y hasta generó manifestaciones sociales así como políticas. Ante el dolor contenido por la incomprensión de un acto tan irracional, necesitamos entender que, como decía Yoko en la cama con John, en su famosa manifestación pacifista de siete días, a finales de los años 60 “cuando el nazismo persiguió al pueblo judío no fue sólo Hitler quien lo hizo, o Alemania, sino un símbolo de toda la gente que tenía un sentimiento para la persecución de los judíos”. Asimismo, el psicópata asesino de John Lennon tenía el antecedente del presidente de la mayor potencia del mundo, Richard Nixon, acosándolo a él y a su mujer, por ser artistas-activistas por la paz y la libertad, en el contexto de la expansión del guerrerismo y la fragua de los golpes dictatoriales en Latinoamérica, justamente por parte de ese gobierno imperialista. 


“ No necesitas una espada para cortar flores.”

Peor aún, nadie suponía que las fuerzas de las derechas conservadoras y reaccionarias despertarían, con tal ahínco, para avanzar destruyendo las alternativas y resistencias que a su paso habían encontrado. Culturalmente, fragmentaron las oposiciones progresistas, lograron comprar algunas conciencias e hicieron que se diluyeran en la impotencia del individuo frente a la bestia, el poder, para ofrecer entonces el ultraegoísmo y la locura como opciones únicas para los creadores alternativos. John se declara como un escéptico, no cree en casi nada, en él y en Yoko, pero eso no lo convierte en un inactivo despreocupado, al contrario, incrementa su hacer y su creatividad comprometida con el cambio radical de la sociedad, apaga todas las veladoras, mientras aumenta su confrontación al orden establecido. Escéptico no liberal, es decir, activo, era una de las firmas del político revolucionario más notable del siglo veinte, pero también Lennon podría rubricar así. Lennon ve la política como la mentira, la hipocresía y la compra de conciencias (“dinero y drogas para tu satisfacción”), reclama a gritos algo de verdad por la transformación del mundo, y, a pesar de todo, reivindica el terreno de la movilización política, en ocasiones por la paz. En un acto abiertamente político, regresó la orden imperial por el injerencismo británico en Nigeria y en el conflicto del sudeste asiático, moviliza las fuerzas de la cultura contra el imperialismo estadounidense y su escalada bélica en Vietnam, por la libertad de los presos políticos negros, irlandeses, sudafricanos a favor de los pueblos contra el imperio británico y el imperialismo estadounidense, por la emancipación de las mujeres, por el amor y el goce, contra la manipulación de los medios de comunicación, etc.


En su permanente lucha utiliza un arma letal: su canto y música, su ironía e inocente humor. Como métodos de lucha, se deja el pelo largo, hace el amor, se pasa con su mujer siete días seguidos en la cama ante los medios, se presenta envuelto en un costal, ocupa programas de televisión, se desnuda, consume drogas públicamente, asiste y convoca a manifestaciones y hasta llama a votar,  a todos estos métodos y muchos otros que utilizó les hizo una canción. Sin esperanza llama urgente a hacer la revolución. Requiere que surjan los héroes de la clase obrera, los mesías de los oprimidos, para que conduzcan la ruptura con la enajenación, es imprescindible. Siendo un pacifista rechazó la primera entrevista a la famosa revista Rolling Stone. La violencia revolucionaria resulta necesariamente contraproducente; reconoce que tiene un efecto destructor, pero lo que considera indispensable es cambiar radicalmente a la sociedad, y si no hay otra manera incluso puede ser con violencia. La revolución, pacífica o no, es lo que cree de urgente necesidad, razón de sobrevivencia. En otra entrevista, Lennon declara que, efectivamente, para luchar por la paz en esos primeros años 70 se requería exclusivamente de métodos pacíficos, que las acciones debían dirigirse contra la violencia, el armamentismo, la belicosidad y que en esas condiciones era necesario aferrarse al pacifismo y sus métodos. Paz y amor. Cantó a la libertad, dijo que nacimos en la cárcel llamada escuela, que estamos en la misma prisión, con Yoko cantó que “la madera cuando es amor se convierte en flauta mientras el espejo se convierte en navajas cuando está roto, y en él miras que el destino está hecho pedazos”.


John lennon y Yoko Ono hablan a Robin Blackburn y Tariq Ali.
21 de Enero de 1971



“Vivir es fácil con los ojos cerrados”.

Tariq Ali: Tu último disco y tus recientes declaraciones, especialmente las entrevistas en Rolling Stone, sugieren que tus puntos de vista se radicalizan y se politizan cada vez más.
¿En qué momento comenzó a ocurrir?
John Lennon: Siempre he tenido conciencia política, sabes, y he estado contra el statu quo. Es una actitud bastante básica, cuando has aprendido desde chico, como yo, a odiar y a temer a la policía como tu enemigo natural y a despreciar al ejército como algo que se lleva a la gente y la deja muerta en cualquier parte. Es simplemente un asunto básico de la clase obrera, sabes, aunque comienza a desteñirse cuando vas envejeciendo, tienes una familia y te traga el sistema.
Pero de cierto modo, siempre fui político, sabes.

“Cada persona es el reflejo
de la música que escucha”.


Lennon...

“En las profundidades de la noche más oscura
Envío una oración por tí
Ahora en el mundo de la luz
Dónde el espíritu está libre de las mentiras
Y todo lo demás que hemos despreciado.”

All Those Years Ago
George Harrison

El 8 de diciembre de 1980 un perturbado asesinó a John Lennon. El que para muchos fue el músico más importante de la segunda mitad del siglo XX, caía muerto a causa de cuatro disparos de arma de fuego en la entrada del edificio Dakota de Nueva York en donde vivía entonces. Se había mudado a esta ciudad de EEUU en el año 1971, en plena guerra del Vietnam. La Administración Nixon intentó repetidamente que Lennon abandonara EEUU. Difícil es añadir alguna cosa de interés nueva que ya no haya sido escrita. Pero quizás sí valga la pena, como modesto homenaje al fenomenal compositor, recordar la letra de su canción más aclamada, Imagine. Esta canción ha sido considerada por algunos críticos como una de las mejores composiciones de todos los tiempos. Sin provecho sería entrar a debatir la cuestión. Imagine, creada en 1971, poco después de la disolución de los Beatles, es una canción asombrosa por varios motivos. Y la letra es uno de ellos.


IMAGINA
John Lennon

Imagina que no hay paraíso.
Es fácil si lo intentas.
No hay infierno debajo nuestro,
Arriba nuestro, sólo cielo.
Imagina a toda la gente
Viviendo el presente.

Imagina que no hay países.
No es difícil hacerlo.
Nada por lo cual matar o morir,
Y tampoco ninguna religión.
Imagina a toda la gente
Viviendo la vida en paz.

Quizás digas que soy un soñador
Pero no soy el único.
Espero que algún día te unas a nosotros
Y el mundo será uno solo.

Imagina que no hay posesiones.
Me pregunto si puedes.
No hay necesidad de codicia ni hambre.
Una hermandad humana.
Imagina a toda la gente
Compartiendo todo el mundo.

Quizás digas que soy un soñador
Pero no soy el único.
Espero que algún día te unas a nosotros
Y el mundo será uno solo.



miércoles, 18 de septiembre de 2019

PERRO



“No me fío de nadie en mi vida, excepto de mi madre y de mis perros.”
Cheryl Cole




“Los perros son sabios. Se arrastran a un rincón tranquilo 
para lamerse las heridas y no vuelven al mundo hasta que sanan.”
 Agatha Christie




“Los perros aman a sus amigos y muerden a sus enemigos; 
son muy diferentes de las personas.”
 Sigmund Freud



“Era callejero por derecho propio,
su filosofía de la libertad
fue ganar la suya sin atar a otros
y sobre los otros no pasar jamás.

Era un callejero con el sol a cuestas,
fiel a su destino y a su parecer,
sin tener horario para hacer la siesta
ni rendirle cuentas al amanecer.

Era nuestro perro porque lo que amamos
lo consideramos nuestra propiedad,
era de los niños y del viejo Pablo,
a quien rescataba de su soledad.

Era el callejero de las cosas bellas
y se fue con ellas cuando se marchó,
se bebió de golpe todas las estrellas,
se quedó dormido y ya no despertó.”

Callejero

Alberto Cortez


Los perros son lobos, ya que estos dos animales comparten el 99,96 por ciento de los genes. Con la misma lógica, también podría decirse que los lobos son perros, pero, sorprendentemente, nadie lo dice. Por lo general, se describe a los lobos como salvajes, ancestrales y primigenios, mientras que a los perros se les tiende a asignar el papel de derivado artificial, controlado y servil del lobo. Sin embargo, si nos basamos en las cifras, en el mundo moderno los perros tienen mucho más éxito que los lobos. Un gran número de libros, artículos y programas de televisión sobre el comportamiento canino han afirmado que entender a los lobos es la clave para entender a los perros domésticos. Desde mi punto de vista, la clave para entender a los “perros domésticos” es, en primer lugar, entender a los “perros domésticos”, y este punto de vista lo comparten cada vez más científicos de todo el mundo. Mediante el análisis del perro como animal propio, y no como una versión inferior del lobo, tenemos como nunca antes la oportunidad de entenderlo, y perfeccionar nuestro vínculo con él.

En la mitología griega el perro Cerberos (era un perro monstruoso encargado de guardar las puertas del Averno), conocido también como Can Cerberos, fue representado como un monstruo de tres cabezas al cuidado de las puertas del inframundo. Más tarde figura en el Canto VI del Infierno, en La divina comedia, de Dante. Esta percepción monstruosa de lo perruno, visible en las gárgolas medievales y vinculadas a la muerte, tuvo su temprana contraparte en Argos, el siempre leal perro de Ulises, el único que en la obra de Homero mueve la cola y lo reconoce cuando después de veinte años el héroe regresa a Ítaca. Esopo, alrededor del 600 a.C., en sus Fábulas, recurre a perros humanizados y moralizantes como una forma de enseñar. Hay crónicas de la Conquista que mencionan perros participantes en la “empresa”, varios de los cuales, luego de los botines, recibían una paga, como si fuesen soldados, según el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, uno de ellos fue el perro Becerrillo que acompañó al conquistador Alonso de Salazar. Pero será sobre todo a partir del renacimiento europeo y del inicio de la modernidad, que los perros adquieren una presencia literaria sostenida, dando lugar, como ocurre con la novela de Cervantes El casamiento engañoso y El coloquio de los perros (1613), a una tradición de narradores o personajes perrunos en las letras hispánicas.
En la literatura chilena, en Las aventuras de cuatro remos (1883) de Daniel Barros Grez y en Memorias de un perro, escritas por su propia pata (1893) de Juan Rafael Allende, encontramos perros narradores en clave picaresca o perros parlantes que piensan y viven humanamente pero que también se comportan y actúan como perros. Tradición cervantina que se prolonga hasta el perro narrador cibernético, de Indiscreciones de un perro gringo (2007), del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez. Otra dimensión cervantina, la Quijotesca, es apropiada por José Fernández de Lizardi en La quijotita y su prima (1815), novela en que se recurre a imaginarios perrunos, pero en clave ilustrada. Incluso E.T Hoffman, autor germano, recreó Las últimas noticias de la suerte del perro Berganza (1814), en que el can cervantino dialoga con el autor pero sin asumir el modelo de la picaresca.

En los últimos siglos la interacción hombre-perro se incrementa considerablemente con la masificación de los perros de hogar. Situación que tiene como correlato una abundante producción ficticia que aborda distintos aspectos de esa relación. En la literatura norteamericana de comienzos del siglo XX, en un notable par de novelas, Jack London lleva a cabo un tratamiento realista y en clave darwiniana del perro, en que relata un viaje de ida y vuelta desde un perro domesticado a su ancestro lobo en El llamado de la selva (1903); y, desde un lobo a un perro casero de la costa de California, en Colmillo blanco (1906). Pero los perros han sido también soporte ficticio de indagaciones de corte filosófico y existencial, por ejemplo, en Investigaciones de un perro (1922), el relato de Franz Kafka en que el narrador fluye entre su animalidad y su humanidad. Registro en que también puede inscribirse, con el agregado de una mirada social, cristológica y con rasgos picarescos, la novela Patas de perro (1965) de Carlos Droguett.
Otra línea es el recurso del tema perruno en la sátira política y humana, registro magistralmente logrado en Corazón de perro, la novela del ruso Mijaíl Bulgakov (1925), relato en que el “hombre nuevo” que propone el socialismo es caricaturizado en la figura de un perro manipulado quirúrgicamente. La novela de Bulgakov, que satiriza el sistema soviético, se diferencia de Rebelión en la granja (1945) de George Orwell, puesto que esta última se rige integralmente por el principio de la alegoría: los animales ,perros incluidos, dejan de serlo en la medida que apuntan a un segundo orden correlativo de carácter histórico-social. También se inscribe en un registro satírico burlesco Indiscreciones de un perro gringo, el testimonio de un perro de la Casa Blanca que presenció los encuentros entre el Presidente Clinton y Mónica Lewinsky (recreados con intertextualidad cervantina). Hay además un grupo de obras autobiográficas o memorialistas que abordan el territorio de lo íntimo con la mirada de un perro, o a través de una relación entre perro y amo: Señor y perro (1918) de Thomas Mann; Flush (1933) de Virginia Woolf; Todos los perros de mi vida (1936) de Elizabeth von Arnim; Mi perra Tulip (1956) de John Ackerley y Cecil (1972), del argentino Manuel Mujica Láinez. Cabe por último señalar que hay un número importante de narradores latinoamericanos actuales que recurren a imaginarios, a motivos o a temas perrunos en clave posmoderna, entre otros, el colombiano Fernando Vallejo en Los días azules (1985), Entre fantasmas (1993) y El don de la vida (2010); el mexicano Mario Bellatin en Perros héroes. Tratado sobre el futuro de América Latina visto a través de un hombre inmóvil y sus treinta pastor belga Malinois (2003) y Disecado (2011). También, aunque en un registro distinto, el cubano Leonardo Padura en El hombre que amaba a los perros (2009).

jueves, 12 de septiembre de 2019

LA FELICIDAD

“Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, 

pero si no hacemos nada, no habrá felicidad.

Albert Camus


“No respeto nada en el mundo como la felicidad”

Stendhal

Happy Days - Edward Henry Potthast
1910-1920


La felicidad no se reduce al bienestar afectivo de un organismo adaptado a su medio. El hombre no puede desatender ni su libertad, ni su responsabilidad ante el compromiso voluntario de su acción. Ser feliz supone que el hombre sea capaz de lograr un equilibrio que supere sus contradicciones y sus conflictos. Si el hombre quiere ser feliz, no debe olvidar que la felicidad es el resultado de una conquista primero sobre él mismo y luego sobre un mundo en el que debe tener en cuenta no solamente las fuerzas naturales, sino también a los demás hombres.

Es fácil enumerar las condiciones generales de la felicidad, tal vez se pueda señalar una buena salud, amor, libertad, comodidad económica, etc. Evidentemente estas condiciones generales son necesarias. Si un hombre vive en la miseria física y moral, si su libertad y su dignidad de ser humano no son más que palabras, resulta hasta indecente hablar de felicidad. Pero, la felicidad está más allá de estas condiciones generales, la felicidad se vincula a una apreciación personal, una apreciación subjetiva que varía según la condición social, el grado de cultura, la edad, etc., y ésta es la razón por la cual ella puede ser objeto de discusión. Decir que la idea de felicidad tiene un elemento subjetivo no implica que cada uno de nosotros invente su ideal de felicidad, este ideal se construye según las formas y los criterios que son suministrados por la cultura y la sociedad. La concepción de la felicidad varía según la Época y el tipo de sociedad. Se puede señalar, siguiendo a R. Benedict, dos tendencias fundamentales en las sociedades, una apolínea y otra dionisíaca.

Las sociedades apolíneas ven a la felicidad como un estado duradero, un equilibrio que es el resultado de la reunión armoniosa de varios valores que definen lo que es bueno, bello y útil; un estado de bienestar del espíritu y del cuerpo, ligado al apaciguamiento de los conflictos interiores, a la conquista de un equilibrio personal.
Las sociedades dionisíacas, en cambio, buscan un estado de felicidad salvaje, placeres tan diversos como numerosos. En las sociedades dionisíacas los placeres no procuran una saciedad definitiva, su búsqueda es infinita. El recuerdo de los intensos placeres que conocieran está asimilado a un paraíso perdido, más no saben en qué valores fundar su felicidad futura.

Cuando se trata de sociedades vastas y complejas, estas dos tendencias se mezclan, si bien siempre predomina una. Así, nuestra civilización occidental contemporánea está comprometida con una carrera hacia una felicidad de tipo dionisíaco se suscitan numerosas necesidades que el individuo se esfuerza vanamente en satisfacer, pero trata a menudo de aplacar su malestar reencontrando los valores apolíneos: vida simple y tranquila, búsqueda de un equilibrio interior. Junto a esta tensión entre lo dionisíaco y lo apolíneo existen otros factores que determinan lo que una sociedad entiende por felicidad. Las circunstancias históricas son un ejemplo de ello: durante un período de calma, de seguridad y de abundancia, no se considera la felicidad bajo el mismo ángulo que durante los períodos de guerra o de penuria. Además, en una misma sociedad, la idea de felicidad cambia según las clases sociales. La sociología nos enseña que existe un umbral de miseria por debajo del cual el individuo ya no tiene ninguna idea de lo que se puede llamar felicidad. Esta relatividad de las concepciones acerca de la felicidad explica, en gran medida, el halo de oscuridad que envuelve esta noción.

La felicidad está ligada al tiempo, exige estabilidad y continuidad. Pensar que la felicidad puede llegar a acabarse es viciar el momento feliz que vivimos, con la angustia de que cesará. Este carácter temporal permite distinguir entre felicidad y placer. Felicidad no es placer, ya que este último indica la satisfacción momentánea de una tendencia particular; sigue siendo limitado, superficial y efímero. La felicidad es, por el contrario, la tonalidad global de toda una vida, al menos de un período de ésta y, paradójicamente, es poco común que la felicidad sea vivida como un presente que se eterniza. Si la desdicha entraña el repliegue sobre sí mismo y afina la conciencia de sí, el hombre feliz generalmente se deja vivir sin darse claramente cuenta de su estado, sin interrogarse acerca de la naturaleza de su felicidad. Prueba del carácter temporal de la felicidad es la de que se suele hablar en pasado del tiempo feliz: fuimos felices durante un período de nuestra vida. La felicidad pasada con las desgracias presentes, y nuestro pasado, decantado por la memoria, se ve revalorizado. Y en este pasado sacamos nuevas fuerzas, hasta nuevas razones de esperar. Es entonces en el futuro que proyectamos nuestra felicidad. Vivimos demasiado a menudo el presente de manera pasiva y neutra. La banalidad cotidiana, ni feliz ni infeliz, llena de tareas monótonas, se desenvuelve bajo el modo del aburrimiento, de la distracción o de la espera. Arrastrada por la huída del tiempo, rechazada en el pasado, proyectada en el futuro, la felicidad parece, en efecto, difícil de captar.