Nos acercamos a la bóveda donde yacía su cadáver y vimos cómo los
sepultureros hacían el cambio de sus restos, desde la antigua a la nueva bóveda,
pude ver su “noble calavera” y recorrieron mi piel extraños burbujeos, mis
recuerdos olvidados corporizaron unas manos tiernas que me embriagaron de su
olor. Delante mío y como posesionado de una alucinación anhelada simplemente ahí estaba, completo nuevamente, pero su carne se
desintegró y solo quedó el presente con su insolente realidad. Salimos del
lugar, un globo blanco y el regreso a la vida que por un momento se detuvo...
Solo
un instante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario