domingo, 5 de agosto de 2018

TOTALITARISMO Y RACISMO, CARAS DE LA MISMA MONEDA


"La tiranía totalitaria no se edifica
sobre las virtudes de
los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas"

Albert Camus


Últimamente hemos sido testigos de diversas conductas racistas en el país (Chile), ejemplos hay muchos, van desde simples malas palabras a situaciones extremadamente agresivas con lamentables resultados.

Visto de manera superficial e histórico podríamos decir que es inherente a la especie, pero la verdad es mucho más compleja que eso. Existen muchas causas; comerciales, políticas, laborales, sociales, etc. Todas razones que repercuten en acciones enmascaradas tras estas variadas formas de representación del racismo.


Conductas individuales
Muchos hablan de la empatía como la gran solución a los problemas sociológicos de nuestra época (incluyendo el racismo) sin embargo la historia ha seguido escribiéndose de barbarie sin que se haya superado en lo más mínimo a través de los años; la crueldad y la ambición de la especie humana sobre la misma especie humana pasó de ser una consigna capitalista a una conducta casi normal en los hombres.  
Los humanos somos así? si bien la empatía, el amor, la compasión, la caridad son emociones importantísimas, también nos obliga a ser críticos, porque la conciencia humana hasta hoy solo no ha sido eficaz, sino que también se ha transformado en un espectador o administrador parcial de la ética y más aún, de la moral.

De las emociones humanas, la empatía y la compasión son tal vez los rasgos más importantes, pero si bien en nuestra actitud podemos ser sumisos y buenos, también podemos ser altaneros y agresivos, estás emociones son llamadas emociones destructivas. En este contexto si bien los hombres poseemos la capacidad de sentir emociones, no todas estas están en el mismo nivel, ni son comparables entre ellas, las hay primarias, secundarias y otras son mezclas entre ellas o mezclas de mezclas.


Emociones  destructivas
Las emociones más destructivas son la ira y la intolerancia, pero entre ambas la ira tiene por lo menos un "mejor diagnóstico" para su manejo. La ira se manifiesta de manera incipiente al principio, pero alcanza rápidamente el punto máximo hasta decaer nuevamente, si se graficara la curva y fijáramos el inicio de la emoción en la intersección de los ejes (x e y) veríamos que si bien comienza en cero, alcanza rápidamente el punto máximo (peak de la curva) y nuevamente decae.
Lo malo es que es una expresión de suma violencia donde no se miden consecuencias.
Lo bueno es que dura muy poco, a lo sumo un minuto, de acá el sabio dicho “antes de ponerte iracundo cuenta hasta diez” porque una vez superado el momento sin haberse dejado llevar al peak, se puede tener mayor control y no caer en los típicos exabruptos de la ira.


Intolerancia
Los seres humanos no andamos  nuestra vida permanente con ira o rabiosos, pero la intolerancia no es así, en este contexto es peor que la ira, porque un intolerante puede vivir siéndolo toda la vida, ahí está la diferencia y la gravedad.

En el libro Emociones Destructivas, escrito por Su Santidad El Dalai Lama, Francisco Varela y Daniel Goleman, aconsejan promover un ramo de empatía en la enseñanza primaria, concursos de debate a nivel de enseñanza básica y secundaria y por otro lado limitar al máximo los indicios de emociones destructivas, de modo de empeñarse en castrarlos desde su origen, de tal manera de no promover siquiera los chistes de intolerancia, xenofobia o bullying.

El racismo es uno de los aspectos más fuertemente vinculado a la intolerancia, pero aún más; el peligro no radica solo en eso, la intolerancia y el racismo son como una verdadera pandemia, está demostrado que se contagia rápidamente en las sociedades rebaño, si eres un racista incipiente no dudarás en sumarte al rebaño cuando se dé la oportunidad (tema conocido en los estudios de psicología de masas). La intolerancia espera hasta cuándo puede evidenciarse, vive en la mente de los intolerantes. Nadie anda por la vida diciendo "soy intolerante" o "soy racista" o "soy homofóbico" o "xenófobo", etc. pero al menor indicio, el intolerante se mostrará en cualquier faceta dónde pueda expresar su conciencia de odio.



El clásico ejemplo es el de la Alemania nazi, desde 1914 ya se vislumbra la intolerancia racista hasta despercudirse poco a poco de los ropajes políticos que de alguna forma lo hacían aparecer como legítimo y someterse al absolutismo fascista. El racismo corroyó en la segunda guerra a tal punto la conciencia de los alemanes que naturalizó el desprecio y la subvaloración de los seres humanos solo por su origen étnico. 


Cuando estás feliz, esa emoción es tuya y solo tuya, cuando sientes ira pasa lo mismo, la emoción es tuya hasta que se termina porque nadie vive con ira permanente todos los días de la vida, pero no es el caso de la intolerancia, puedes vivir toda tu vida siéndolo. Estas conductas si bien tienen una condena social, son pocos los que están en conocimiento del daño que conllevan en sí. El investigador John Kekes hace un descarnado análisis a la intolerancia en su libro “Las Raíces del Mal”, en uno de los cinco capítulos relata el caso del comandante nazi Franz Stangl, quién estuvo a cargo del campo de exterminio llamado Treblinka, ubicado en Polonia. 
Este alto oficial vestía uniforme de color blanco y su casa estaba ubicada a 30 mt. del campo de exterminio, hizo construir un túnel para transitar directamente entre ambos lugares. Abrió una gran ventana para poder mirar el campo de exterminio mientras almorzaba con su familia, daba sus caminatas diarias por el campo acompañado y tomado de la mano de su hija de cinco años vestida también de blanco.
El campo de Treblinka fue uno de los dos campos de concentración en donde se asesinó a más prisioneros y se hizo más cantidad experimentos médicos.

Una vez terminada la guerra fue juzgado y condenado. En este estado Kekes lo visitó en la cárcel solo dos meses antes de su fallecimiento a causa de una enfermedad terminal, sabiendo de su salud (Stangl) nunca mostró algún arrepentimiento por lo hecho. Siempre su excusa fue que cumplió órdenes y en ese sentido fue un buen oficial. Al respecto agregó Kekes: Nunca el comandante Stangl mostró arrepiento sino que se escondió bajo el pretexto que un buen militar siempre respeta órdenes, lo que omitió Stangl fue que antes que él, hubo 11 oficiales que no aceptaron el cargo y varios de esos oficiales fueron asesinados por el mismo régimen nazi.

El racismo siempre busca prolongarse con otras excusas, tentáculos bárbaros directo a las conciencias, pero con un origen claro y evidente... la intolerancia. Los extranjeros nos quitan el trabajo, son delincuentes, son sucios, son bulliciosos, etc. todas razones que por sí mismas se desarman como racimo de uvas, pero si representan la bandera racista, intolerante llena de odio.

En la Alemana nazi, los indeseables no fueron solamente los judíos, antes de ellos habían ocupado los mismos campos de exterminio los comunistas, los gitanos, los enfermos mentales, las personas mutiladas, los intelectuales, los escritores, los polacos, y cuánto opositor había, etc. Todo el que no se ajustará al estándar racial de la raza pura y superior. 
Kekes escribe: “todos aquellos que desempeñaron un papel en el drama se creían motivados por impulsos patrióticos y altruistas. Todos podían dar más valor a sus buenas intenciones que a la vida humana. Se instruyó a los ejecutores que asesinaran a dos o tres judíos con una misma bala, juntos; cabeza con cabeza, así se ahorraba dinero y balas decían, y si eras negro no merecías el gasto de una bala, se ordenó asesinar a esos seres humanos solo con machetes o golpes en la cabeza.
Refiriéndose al comandante Stangl señala, “su descontrolada pasión no le permitió ver los simples requisitos de la razón y la moral y lo llevó a decapitar, ahogar, enterrar y destripar vivas a miles de personas simplemente porque sospechaba que podían no estar de acuerdo con las visiones a las que se aferraba”.

Nadie (o la gran mayoría) dice a viva voz "soy racista", sino que es una excusa solapada, total cualquier motivo siempre será válido para promover el odio.

Todos en alguna medida, somos culpables.

Sin duda coincido con Albert Camus…"La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas"


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