"Con frecuencia una falsa alegría vale más
que una tristeza
cuya causa es verdadera".
René Descartes
Descartes es uno de los padres de la
filosofía moderna y el principal expositor del racionalismo. Su aporte a esta
etapa de la historia de la filosofía que conocemos bajo el nombre de modernidad
(siglos XVI al XVIII) resulta relevante a
un doble nivel:
Metodológico: la mayor preocupación
filosófica cartesiana pasaba por elaborar un nuevo método del pensar. Un método
que clarificara científica y racionalmente el saber filosófico. A este nuevo
método, el cual recuperaba la ciencia matemática como modelo del saber
racional, lo llamó “duda metódica”. El rendimiento de la duda metódica debía
comprender los campos epistemológico y ontológico; así, epistemológicamente, la
duda metódica resultaba útil en la medida en que nos permitiría agrandar el
espacio del pensar: “Mediante la palabra pensar se entiende aquello que
acontece en nosotros de tal forma que nos apercibimos inmediatamente de ello;
así pues, no sólo entender, querer, imaginar, sino también sentir es
considerado aquí lo mismo que pensar”.
A
nivel ontológico, la duda tendría que servir para hallar las verdades
fundamentales sobre las que asentar nuestro conocimiento; y la primera de esas
verdades era la expresión existencial “pienso, luego existo”, diría Descartes.
Ahora bien, la
filosofía cartesiana pone mucho cuidado en no caer en un subjetivismo
propiciado por la exaltación de los sentidos o de la imaginación, sino que es
una afirmación racional de la subjetividad. Es la confianza en la razón, una
razón trazada matemáticamente, la que nos permite dar cuenta de la radicalidad
del “pienso, luego existo”: puedo dudar de todo, menos de que dudo; por tanto,
si no puedo dudar de que dudo, no podré dudar de que estoy pensando y de que en
dicho acto me constituyo como ser humano. Repetimos: pienso, luego existo. Por
otro lado, la metafísica cartesiana es la expresión de una nueva teoría de las
ideas y una nueva concepción general del universo dominada por el mecanicismo.
Por tanto, podemos evaluar el racionalismo cartesiano teniendo en cuenta sus
principales rasgos: la expresión de un nuevo método racional del pensar, la
llamada duda metódica; la afirmación de la subjetividad (cogito) como primera
verdad; una nueva teoría del concepto de idea en general y de la idea de
substancia en particular; finalmente, el mecanicismo como paradigma o
concepción general del orden y funcionamiento del universo.
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