"La
tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino
sobre las faltas de los demócratas"
Albert Camus
"No soy negro, soy hombre"
Martin Luther King
"Al final no recordaremos las palabras de nuestros
enemigos, sino el silencio de nuestros amigos.”
Martin Luther King
Últimamente
hemos sido testigos de diversas conductas racistas en el país (Chile), ejemplos
hay muchos, van desde simples malas palabras a situaciones extremadamente
agresivas con lamentables resultados.
El tema es
complejo y visto a la rápida pareciera inherente a la especie. Existen muchas
causas, comerciales, políticas, laborales, etc. Todas razones que repercuten en
acciones enmascaradas tras variadas formas de representación del racismo.
Conductas
individuales
Se habla de
la empatía como la gran solución a muchos de los problemas sociológicos de
nuestra época (incluyendo el racismo) sin embargo la historia ha seguido
mirando la barbarie sin que se haya superado en lo más mínimo a través de los
años; la crueldad y la ambición de la especie humana sobre la misma especie
humana.
Los humanos
somos así, si bien la empatía, el amor, la compasión, la caridad son emociones
importantísimas, también nos obliga a ser críticos, porque la conciencia humana
hasta hoy solo no ha sido eficaz, sino que también se ha transformado en un
espectador o administrador parcial de la ética y más aún, diría que de la
moral.
De las
emociones, la empatía y la compasión son uno de los rasgos humanos más
importantes, pero si bien podemos ser sumisos y buenos, también podemos ser
altaneros y agresivos. Éstas emociones son llamadas emociones
destructivas. En este contexto si bien los hombres poseemos la capacidad
de sentir emociones, no todas están en el mismo nivel, ni son comparables
entre ellas. Las hay primarias, secundarias y otras son mezclas entre ellas o
mezclas de mezclas.
Emociones
destructivas
Entre todas
las emociones, la ira y la intolerancia ocupan un papel predominante, son
potentes y se denominan emociones destructivas. Pero aun así, entre ambas la
ira tiene por lo menos un "mejor diagnóstico" para su manejo.
La ira se
manifiesta de manera incipiente al principio, y alcanza rápidamente el punto
máximo hasta decaer nuevamente, si se graficara la curva de la ira y fijáramos
el inicio en la intersección de los ejes (“x” e “y”) veríamos que si bien
inicia en cero, alcanza rápidamente el punto máximo (peak de la curva) y
nuevamente decae. Lo malo es que es una expresión de suma violencia donde no se
miden consecuencias. Lo bueno es que dura muy poco, aunque depende de cada persona,
no es mas de unos minutos, de acá el sabio dicho que dice que antes de ponerte
iracundo cuentes hasta diez, porque una vez superado el pasaje sin dejarse
llevar, se puede tener mayor control y no caer en excesos.
Curva fases de la ira
Intolerancia
Los seres
humanos no andamos en nuestra vida permanente con ira o rabia, pero la
intolerancia no es así, en este contexto es peor que la ira, porque un
intolerante puede vivir siéndolo toda la vida, ahí está la diferencia y lo
grave.
En el libro
Emociones Destructivas, escrito por Francisco Varela y Daniel Goleman, aconsejan
promover un ramo de empatía en la enseñanza primaria, concursos de debate a
nivel de enseñanza básica y media, y por otro lado limitar al máximo los indicios
de emociones destructivas, de modo de empeñarse en castrarlas desde su inicio, al
punto de no promover siquiera los chistes de intolerancia, xenofobia o bullying.
El racismo
es uno de los aspectos más fuertemente vinculado a la intolerancia, pero aún
más; el peligro no radica solo en eso, la intolerancia y el racismo son como
una verdadera pandemia, está demostrado que se contagia rápidamente en
las sociedades rebaño, si eres un racista incipiente no dudarás en sumarte al
rebaño (tema conocido en los estudios de psicología de masas).
La
intolerancia espera hasta cuándo puede evidenciarse, vive en la mente de los
intolerantes. Nadie anda por la vida diciendo "soy intolerante" o
"soy racista" o "soy homofóbico" o "xenófobo",
etc. Pero al menor indicio, el intolerante se mostrará en cualquier faceta.
El clásico
ejemplo es el de la Alemania nazi, donde desde 1914 ya se vislumbra la
intolerancia racista hasta despercudirse de los ropajes políticos y someterse
al absolutismo fascista. El racismo corroyó en la segunda guerra a tal punto la
conciencia de los alemanes que naturalizó el desprecio y la valoración de los
seres humanos solo por su origen étnico.
Cuando estás
feliz, esa emoción es tuya y solo tuya, cuando sientes ira pasa igual, la emoción
es tuya hasta que se termina porque nadie vive con ira permanente todos los
días de la vida, pero no es el caso de la intolerancia, puedes vivir toda tu
vida siéndolo.
Estas
conductas si bien tienen una condena social, son pocos los que están en conocimiento
del daño que conllevan en sí. El investigador John Kekes hace un
descarnado análisis a la intolerancia en su libro Las raíces del Mal.
En uno de
los cinco capítulos relata el caso del comandante nazi Franz Stangl, quién
estuvo a cargo del campo de exterminio llamado Treblinka, ubicado en
Polonia. Este alto oficial vestía uniforme de color blanco y su casa
estaba ubicada a 30 mt. del campo de exterminio, hizo abrir una gran ventana en
el comedor de su casa para poder mirar el campo mientras almorzaba con su
familia, daba sus caminatas diarias por el campo de exterminio acompañado de la
mano de su hija de cinco años vestida también de blanco.
El campo de
Treblinka fue uno de los dos campos de exterminio donde se exterminó al mayor número de prisioneros y se realizó también la mayor cantidad experimentos médicos. Una vez terminada
la guerra Stangl fue juzgado y condenado. En este estado Kekes lo visitó en
la cárcel solo dos meses antes de su fallecimiento a causa de una enfermedad
terminal, sabiendo esto Stangl nunca mostró algún arrepentimiento por lo hecho.
Siempre su excusa fue que “cumplió órdenes y en ese sentido fue un buen
oficial.”
Al respecto agrega
Kekes: Nunca el comandante Stangl mostró arrepiento, sino que se escondió bajo
el pretexto de que un buen militar siempre acata órdenes, lo que omitió Stangl
fue que antes que él, hubo 11 oficiales que no aceptaron el cargo y varios de
esos oficiales fueron asesinados por el mismo régimen nazi.
El racismo
siempre busca prolongarse con otras excusas, tentáculos bárbaros directo a las
conciencias, pero con un origen claro y evidente... la intolerancia. Los
extranjeros nos quitan el trabajo, son delincuentes, son sucios, son
bulliciosos, etc. todas razones que por sí mismas se desarman como racimo de
uvas, pero sí representan la bandera racista, intolerante llena de odio.
En la
Alemana nazi, el problema no fueron solamente los judíos, antes de ellos habían
ocupado los mismos campos de exterminio los comunistas, los gitanos, los
enfermos mentales, las personas mutiladas, los intelectuales, los escritores,
los polacos, y cuánto opositor había, etc. Todo el que no se ajustará al
estándar racial de la raza pura y superior.
Kekes
escribe: todos aquellos que desempeñaron un papel en el drama se creían
motivados por impulsos patrióticos y altruistas. Todos podían dar más valor a
sus buenas intenciones que a la vida humana. Se instruyó a los ejecutores que
asesinaran a dos o tres judíos con una misma bala, juntos; cabeza con cabeza,
así se ahorraba decían, y si eras negro no merecías el gasto de una bala, se
instruyó asesinar a esos seres humanos solo con machetes o golpes en la cabeza.
Refiriéndose
al comandante Stangl señala, su descontrolada pasión no le permitió ver los
simples requisitos de la razón y la moral y lo llevó a decapitar, ahogar,
enterrar y destripar vivas a miles de personas simplemente porque sospechaba
que podían no estar de acuerdo con las visiones a las que se aferraba.
Nadie (o la
gran mayoría) dice a viva voz "soy racista", sino que es una excusa
solapada, total cualquier motivo siempre será válido para promover el odio.
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