"Una verdadera ruptura es algo sobre lo que no se puede volver,
algo
que es irremisible,
porque hace que el pasado deje de existir”
Francis Fitzgerald
“¡Apágate, apágate, luz fugaz!
La vida no es más que una sombra que pasa,
deteriorado histrión que se oscurece
y se impacienta el tiempo que le toca
estar
en el tablado y de quien luego nada se sabe.”
Macbeth
William
Shakespeare
Eso fui.
Una suerte de
botella echada al mar.
Botella sin
mensaje.
Menos nada.
Nada menos.
O tal vez una
primavera que avanzaba a destiempo. O un suplicante desde el más acá. Ateo de
aburridos sermones y supuestos martirios. Eso fui y muchas cosas más.
Un niño que se
prometía amaneceres con torres de sol. Y aunque el cielo viniera encapotado,
seguía mirando hacia delante, hacia después, a renglón seguido.
Eso fui, ya menos
niño, esperando la cita reveladora, el parto de las nuevas imágenes, las
flechas que transcurren y se pierden, más bien se borran en lo que vendrá.
Luego la
adolescencia convulsiva, burbuja de esperanzas, hiedra trepadora que quisiera
alcanzar la cresta y aún no puede, viento que nos lleva desnudos desde el suelo
y quién sabe hasta dónde. Eso fui.
Trabajé como una
mula, pero solamente allí, en eso que era presente y desapareció como un
despegue, convirtiéndose mágicamente en huella. Aprendí definitivamente los
colores, me adueñé del insomnio, lo llené de memoria y puse amor en cada
parpadeo.
Eso fui en los
umbrales del futuro, inventándolo todo, lustrando los deseos, creyendo que
servían, y claro que servían, y me puse a soñar lo que se sueña cuando el olor
a lluvia nos limpia la conciencia.
Eso fui, castigado
y sin clemencia, laureado y sin excusas, de peor a mejor y viceversa.
Desierto sin
oasis.
Albufera.
Y pensar que todo
estaba allí, lo que vendría, lo que se negaba a concurrir, los angustiosos
lapsos de la espera, el desengaño en cuotas, la alegría ficticia, el regocijo a
prueba, lo que iba a ser verdad, la riqueza virtual de mi pretérito.
El porvenir de mi
pasado se debatía y gastaba en gozar, sufrir, corregir, mejorar, olvidar, descifrar,
y sobre todo guardar en el alma el candor de un amor cómo de madre, cómo de padre, cómo de hermano, tal vez el reducto de una última confianza, de un secreto.
La vida del autor es presentada en sus diversas etapas:la ensoñación,la esperanza, y luego,la natural y conflictuada adolescencia...La
ResponderEliminaredad adulta lo muestra como un ser sufriente, con una vida salpicada de dolores,castigos, desengaños,insomnios y alegrías efímeras... Al mirar su pasado percibe, la vaciedad de su vida,la ausencia de contenido significativo y
de objetivos...Al finalizar,después
de este desolador resumen de su pasado, nos sorprende con un comentario esperanzador: guarda para sí un
aliviador secreto...