“Para
engañar al mundo, toma del mundo la apariencia;
pon una bienvenida en tu mirada
y en tus manos y lengua;
procúrate el inocente aspecto de una flor
pero sé tú
la víbora que oculta.”
Macbeth
William
Shakespeare
Hoy terminé
de leer Macbeth por segunda vez, nuevamente he quedado petrificado frente a la
majestuosidad de Shakespeare. La verdad es que no puedo acallar mi ánimo frente
a este tremendo genio. Por favor, aunque
no lean, déjenme vivir este momento de sublime asombro.
Es increíble
cómo el genio de Shakespeare entremezcla virtudes y emociones en una historia
llena de verdades.
Arrepentimiento
y perdón.
Amistad y
falsa amistad.
Consejos y
enseñanzas.
Venganza y
justicia.
Muerte.
Mentira,
engaño y manipulación.
Amor y paz.
Lealtad,
honor, conciencia, honradez y fidelidad.
Tristeza,
depresión, indignación y pena.
Juventud y
amor.
Honor.
Patriotismo.
Sabiduría.
Pesimismo.
Codicia.
Asesinatos.
Una de las
cosas grandes de los libros de Shakespeare es que aun de los aspectos negativos
se sacan conclusiones con las que uno puede reflexionar, como por ejemplo
cuando los personajes malvados siempre sufren su castigo o que hasta la persona
más dañina siempre tiene un momento para llegar a arrepentirse por todo lo que
ha hecho. Muchas veces he pensado que Shakespeare creaba estas obras y
personajes para mostrarle a los espectadores y lectores algunas enseñanzas y
moralejas, como por ejemplo las que: la venganza nunca es la solución, piensa
antes de actuar, etc. y otras como la de honrar a tu padre y madre, escuchar
siempre a los mayores y sabios, aspirar a la justicia y la paz, etc.
A Macbeth lo
atormenta la culpa y aun así nunca pierde la humanidad. Qué buena lección para
la especie humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario