viernes, 15 de febrero de 2019

DUELO ONCOLÓGICO

“La felicidad para mi consiste en gozar de buena salud, 
en dormir sin miedo 
y despertarme sin angustia” 

Françoise Sagan




Para muchas personas sanas o enfermas, el cáncer es una enfermedad física, social y psicológicamente aplastante. Los pacientes se autoperciben indefensos y desarmados y es un problema de salud que afecta todas las áreas de la vida. En la actualidad se considera que el cuidado del paciente oncológico debe responder a una visión integradora que conjuntamente valore resultados clínicos y psicosociales. Esta nueva visión ha llevado al desarrollo e investigación de una de las áreas de especial interés en oncología clínica que es la calidad de vida, concepto ampliamente utilizado que sigue teniendo una diversidad conceptual, y que debe tenerse en cuenta a la hora de tomar decisiones terapéuticas. Una atribución que con frecuencia se presenta en los pacientes, es asociar el cáncer con tratamientos dolorosos y finalmente con la muerte.


Se plantea, además, que frente al diagnóstico se comienza a vivir un proceso de duelo asociado a la pérdida de la salud. El duelo es una “reacción adaptativa natural ante cualquier tipo de pérdida” y se inicia desde el momento en el que se comunica el diagnóstico y en el que se deben asumir diferentes cambios. La pérdida de la salud se produce alrededor de diferentes esferas, como lo son la libertad, el bienestar físico y la paz interior, y a su vez, implica vivir otras pérdidas, como son la de seguridad, status social, estabilidad emocional, autonomía, privacidad, independencia y autoestima. El duelo oncológico se constituiría en un mecanismo de reconstrucción psíquica fundamental, pues le permite al paciente estructurar una respuesta a los desafíos orgánicos, cognitivos, sociales y emocionales a los cuales se ve enfrentado.

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