“Dios creó la guerra para que los americanos aprendiesen geografía”
Mark
Twain
Guerra: las cosas
que el hombre hace, para sostener que son dueños de la tierra.
La guerra de los
monos, afecta a las aves y los peces; reptiles, roedores e insectos, los mismos
que proliferan; pero al final siempre pierden los monos.
Los humanos desgastan su honor por los colores de un trapo, privan de la libertad, torturan y matan.
Los humanos desgastan su honor por los colores de un trapo, privan de la libertad, torturan y matan.
Todos estamos de acuerdo en una cosa: la guerra es la peor creación que
jamás pudo imaginar el ser humano. La mayor de las pesadillas, y la más
terrible invención llevada nunca a cabo. Las guerras lo devoran todo, acaban
con todo, y no dejan sino un dolor infinito, que dura generaciones.
El humano estará de acuerdo en que cualquier medio para evitar una guerra
es mejor que iniciarla. Porque las guerras se sabe cómo empiezan, pero nunca se
saben cómo acaban.
De acuerdo!
Entonces
¿Por qué han
muerto el doble de seres humanos desde 1945, cuando acabó la segunda guerra
mundial, que en toda aquella guerra, incluidas las víctimas de las bombas
atómicas? ¿Por qué las ventas de armas de todo tipo no dejan de crecer? ¿Por
qué tenemos que ver a millones de refugiados huir de sus hogares por armas que
fabrican los propios países liberadores, y que se venden a dictadores sin
escrúpulos, llevándose suculentos beneficios, para luego acusar a las víctimas de
las guerras inventadas con las mismas armas de ser los culpables de sus
desgracias?
La respuesta es muy sencilla: hipocresía y avaricia. Y falta de cualquier
atisbo de humanismo. Y geoestrategia, como ellos lo llaman eufemísticamente,
cuando no se trata de geoestrategia: se trata del control, de poder y de mantener el statu quo de los pueblos que,
en cada momento de la historia, han sido los más poderosos, desde Sumeria hasta
la actualidad.
Mucha gente, afortunadamente, no sabe lo que es la guerra. Y ojalá no lo
sepan nunca. Pero son muchos, demasiados, los seres humanos indefensos que son
brutalmente asesinados cada día en nombre de cualquier causa que solo esconde
una verdad: que la única causa para provocarla es alimentar al monstruo de la
guerra. Y que la muerte de inocentes no tiene otra finalidad que seguir
llenando los bolsillos de seres monstruosos cuya carencia de humanismo es solo
comparable a la que podríamos encontrar en el mismo infierno.
La guerra es un monstruo que lo devora todo. Pero la guerra no existe por
sí misma; se alimenta de la indiferencia y del ansia de poder.
Todos estamos de acuerdo en que la guerra es el peor monstruo de la
humanidad. Pero todos vemos crecer nuevas guerras a nuestro alrededor. No se
trata de llevar alimentos a un país o a otro, o de admitir a este o a aquel
refugiado. Esa es una solución temporal. Lo que hay que llevar a todos los
países del mundo es cultura, educación, formación, respeto, igualdad, y
conocimiento.
Con ese caldo de cultivo, los pueblos podrán tener pan, agua, futuro, y
una paz duradera. Recordemos que los muros siempre funcionan en ambas
direcciones. Los de piedra, y, especialmente, los que se construyen en el
corazón de los seres humanos. Porque esos, son, al final, los muros más
difíciles de derribar. Y esos muros son los que construyen las armas que luego
llevan el dolor a la humanidad. Derribemos esos muros; y tendremos, por fin,
paz. Paz, y una justa y eterna libertad.
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