“Solo a través de la alegría y la tristeza,
una persona sabe
algo de sí misma y de su destino"
Goethe
Edipo cae bajo el peso de una maldición que inicialmente
hace de él la marioneta de un destino que ignora. Si bien y evidentemente Edipo
no conocía el mensaje freudiano, eso no le impide ser responsable y culpable.
No sabía, pero no saberlo no le impedía quererlo.
La infelicidad, los avatares de la vida, la repetición de
los sucesos, empujan a los seres humanos a pensar que las cosas están tramadas,
y que en alguna parte hay “un mal de ojo”, no se cree en el azar. El sujeto no
le otorga un gran lugar al azar, pero sí “un casi religioso” al destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario