domingo, 3 de febrero de 2019

GIORDANO HEREJE

„Hay un solo espacio general, una vasta inmensidad única 
a la que podemos llamar libremente vacío: 
en él están los orbes innumerables como éste en el que vivimos y crecemos, 
declaramos que este espacio es infinito, ya que ninguna razón, 
conveniencia, percepción sensorial ni naturaleza le asigna un límite.“


 Giordano Bruno



La mención a Giordano Bruno resulta ineludible para cualquier relato de historia de la ciencia. Algunos escritores reivindican su papel de propagador de las ideas que revolucionarían la historia del conocimiento y otros discuten sus aportes a la evolución del pensamiento científico. Lo cierto es que la figura de este filósofo del Renacimiento es emblemática y sobre ello sí que no hay dudas posibles. En el haber de Bruno cuenta una peculiar obstinación para sostener sin doblegarse ideas radicales que iban a contramarcha de las doctrinas establecidas; un profundo sentido religioso y respeto por el Dios creador cristiano; el esfuerzo por articular ideas científicas modernas con antiguas tradiciones místicas; pero, también, el atroz encierro en las cárceles de la Inquisición de Roma que privaron de libertad durante siete años a quien defendía, justamente, la libertad y pluralidad de pensamiento; finalmente, un horrendo desenlace con llamas devorando su cuerpo.
Bruno es un personaje de lo más fascinante y difícil de trazar.
Bruno es sinónimo de pasión y tragedia.
Bruno provoca pena.
Y Bruno también persigue. Porque, como asegura el escritor de temas científicos Michael White; Bruno puede ser un fantasma cerniéndose durante años sobre nosotros.

La escenificación de Bruno
Bruno se encamina a una muerte segura en la soledad de su diminuto cuarto de reclusión, día a día, noche a noche, infierno tras infierno: “allí estaba, sumido en la oscuridad mientras empezaba a dudar de sí mismo. Se acurrucó en un rincón de su celda, intentando no percibir el hedor a cloacas y humedad, negándose a escuchar el gotear del agua y los gritos de otros prisioneros agonizantes en celdas cercanas (...) por un instante se precipitó en una incontrolable espiral y notó cómo la frente se le perlaba. Un sudor helado cubrió todo su cuerpo. Podía ver ante él el ávido rostro del inquisidor y las llamas, siempre las llamas.

Las cenizas de Bruno fueron cayendo sobre las cornisas y los campos cercanos. Allí la lluvia infiltró en el suelo moléculas que antes habían formado parte de su cuerpo. Con el paso del tiempo, las moléculas fueron disueltas y las plantas absorbieron sus átomos. Las plantas fueron comidas por animales, y algunos de ellos terminaron llegando a las mesas de Roma y otros lugares. Otros elementos de Bruno cayeron al agua y fueron reciclados para mojar las caras de los bañistas y en vasos y copas. Y así, quizá, al menos en un nivel atómico, el Papa terminó fundiéndose con el hereje después de todo.” El argumento es extremo y endeble.


1 comentario:

  1. Giordano Bruno, un hombre adelantado a su época ,que propició el pensamiento crítico... La iglesia, siempre atrasada y pegada a antiguas tradiciones, lo tachó de hereje por considerar que el panteísmo propuesto por este filósofo , vulneraba todas las creencias de la época ...
    Esperanzador, me parece la manera como el autor,siguiendo el curso que habrían seguido los restos de su cuerpo calcinado, habrían llegado al Papa para imbuírlo del espíritu crítico
    tan necesario ayer como hoy ...

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