“Tú no tenías la culpa de haber nacido sin corazón.
Por lo
menos, intentabas creer en lo que creía la gente que tenía corazón
...Así que
fuiste un buen hombre, después de todo."
Kurt Vonnegut
Sin embargo, un sentimiento de culpabilidad inconsciente,
vago o falsamente localizado, acompañado de una angustia impotente ante un Superyó,
en parte heterónomo (que está sometido a un poder externo), es verdaderamente la "mala conciencia", "la
conciencia infeliz".
El Superyó se forma de acuerdo con la imagen y las
exigencias de los padres; abarca las normas y las limitaciones que por la introyección
(introyección es un proceso psicológico por el que se hacen
propios rasgos, conductas u otros fragmentos del mundo que nos rodea,
especialmente de la personalidad de otros sujetos) se han convertido en una
instancia personal. Estas normas, al principio incomprensibles cuando se es niño,
son aceptadas, en primer lugar, gracias a la identificación con los padres; serán
lógicas en la medida en que sean integradas por los padres. Por otra parte, el
proceso de la identificación no obedece técnicamente a la represión (Represión es
un mecanismo de defensa que consiste en expulsar de la conciencia deseos,
sentimientos o pensamientos) sino que es la expresión de la auto sublimación
humana, puesto que el hombre es el único ser viviente que crea una cultura histórica,
toda transgresión de esta tendencia sublimante, actualizada por la tensión existente entre el
nivel de desarrollo alcanzado y el que está por alcanzarse, es una fuente de
sentimiento normal de culpabilidad. Pero el Superyó suele ser ya en los padres
una instancia parcialmente extraña y pesa sobre el desarrollo del niño; es así
como la semilla de la alienación se trasmite al niño y se convierte en germen
de su propia alienación. Este proceso es también fácilmente apreciable en un régimen
de educación extremadamente riguroso o severo en materias morales o de
disciplina, perfeccionista o inconsecuente: el niño no será aceptado tal como
es, será solo como imagen ideal. El niño
será culpable de ser quién es. En todos
los casos, una discordancia muy grande entre el Yo y el Superyó provoca la
inseguridad y la vivencia de la culpa. La imperfección real con relación ideal será
experimentada también como culpabilidad y llevará a tratar de reprimir esta
auto-negación. El niño vivirá, entonces, de acuerdo con una escala de valores
exteriores que no corresponde ni a sus cualidades personales ni al periodo de
desarrollo alcanzado.
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